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Regalar no se trata, únicamente, de dar o recibir un objeto, también se experimentan muchas emociones en todo el proceso que, a veces, los niños no son capaces de valorar.
Los regalos, normalmente, se utilizan para premiar calificaciones escolares, visitas no deseadas al dentista, santos, comuniones, cumpleaños, fechas navideñas y, entre otros motivos, porque hay personas a las que simplemente les gusta hacer regalos o sorpresas materiales. De esta manera, se fomenta la ilusión, pero no siempre es tan duradera como nos gustaría e influye en la educación de los más pequeños.
Cómo evitar el síndrome de los ‘niños hiperregalados’
Hay familias que entregan una gran cantidad de regalos por gusto, porque les gustaría que se les hubiera regalado a ellos a esa edad, para compensar la falta de tiempo y, según la psicóloga María Luisa Ferrerós, para evitar el posible miedo, frustración o trauma al no darles todo lo que piden. Sin embargo, este gesto también influye en la educación y el desarrollo cognitivo de los más pequeños.
María Luisa Ferrerós es especialista en Psicología y experta en el método Ferrerós, un método desarrollado por ella misma cuyo objetivo es incidir en el vínculo afectivo entre los padres y los hijos. Una de las acciones que explica que influyen en la educación de los niños es el exceso de regalos, consecuencia de la sociedad de consumo: “cuando los niños tienen un exceso de regalos, los usan como pañuelos y no les dan valor”. Tal y como indica, es importante que los niños tengan pocos regalos y se vinculen con ellos. En caso contrario, podría desarrollarse un mal hábito iniciado por los padres, que causaría el llamado síndrome de los ‘niños hiperregalados’.
Regalar es un gesto que fomenta la ilusión, valora la creatividad y fomenta los vínculos. Sin embargo, en ocasiones, es necesario pensar en el tipo y el número de regalos para los niños, ya que, a largo plazo, según el Dr. Manuel Antonio Fernández, especialista en Neuropediatría, genera el efecto contrario: “el cerebro se acostumbra y, cuando la pierde o no los consigue, se genera una disminución de dopamina que el cerebro considera inadecuada y genera sensación de expectativas no alcanzadas”.
La psicóloga Ferrerós aconseja que, para Navidad, los niños pidan en sus cartas 3 regalos. “De los tres, siempre tiene que haber uno se sustituya por algo que no hayan pedido, que sea de sorpresa. Y uno que sí que esté.” –concreta. De esta manera, se trabaja la tolerancia, la frustración, se acostumbran desde pequeños a valorar lo que no han pedido y a saber que puede que no tengan todo lo que piden.
La mejor decisión: los regalos para compartir
Ir a un parque de atracciones, hacer un pastel en familia, ir al cine a ver una película… Son algunos de los ejemplos que la psicóloga indica que es bueno para motivar a los niños con algo para compartir. De esta manera, se les dedica tiempo, que es lo que desean. Además, la satisfacción es más duradera.
Tal y como explica María Luisa Ferrerós, cuando los niños vuelven al colegio, después de reyes, y pasan por la consulta, no se acuerdan de qué les han regalado para Navidad. Una vez consiguen los regalos que deseaban, piden otros. Y, para los padres, es muy frustrante. Según el Dr. Manuel Fernández, esto es porque “los niveles de dopamina, adrenalina y serotonina disminuyen con mucha más facilidad que en los adultos” y, ante la llegada de un nuevo objeto más llamativo que el anterior, puede que este se lleve toda la atención y los demás se queden en el olvido.
Lo ideal, según el Dr. Fernández, es hacer regalos con los que puedan actuar de forma mantenida a lo largo del tiempo. De esta manera, el estímulo motivacional se potencia, ya que se repite de forma frecuente y la sensación de recompensa es múltiple y repetida. Asimismo, se generan recuerdos fáciles de evocar en su memoria a largo plazo y mejora su proceso de aprendizaje.
