Por Antonio de Lorenzo
Descubrimos las “Bodegas Florentino Martínez” en la Ruta de los Monasterios del Valle de San Millán de la Cogolla, cuna del idioma castellano.
En pleno Camino de Santiago y en el valle de los monasterios riojanos, que reposan hace muchos siglos a la sombra de la Sierra de la Demanda, descubrimos la localidad de Cordovín, balcón privilegiado que se asoma al valle del Cárdenas y en lontananza al del Najerilla, rodeado de viñedos desde todos los puntos cardinales.
La bodega acumula una dilatada tradición familiar en el ámbito del cultivo de la vid y en la elaboración de vinos que proceden de viñedos propios, muchos jóvenes y bastantes con más de medio siglo de existencia, y todos mimados por una constante vendimia manual y selectiva. La calidad de sus caldos ha sido una constante en esta familia de viticultores.
A partir de sus afamados claretes y blancos, emerge su nueva Reserva, seleccionada a partir del año 2001, aunque de producción limitada, cuya calificación se ha movido siempre en el ámbito de la excelencia.
Puertas a fuera de las bodegas, Cordovín acumula una tradición vinícola milenaria, rodeada de monasterios singulares que les unen a la Historia y a la Cultura desde los albores medievales e incluso anteriores. Nos referimos a los monasterios de Suso y Yuso, de San Millán de la Cogolla; el de Cañas; Santa María la Real de Nájera; sin olvidarnos de otros muchos que jalonan el Camino de Santiago o la catedral de Santo Domingo de la Calzada. Todos “a tiro de piedra”, como decen nuestros mayores, y que se hallan emplazados en un radio de veinte kilómetros.
En este entorno, la familia Martínez, ha heredado esta tradición milenaria para seguir elaborando vinos riojanos de generación en generación, sometidos, en todo caso, a los imperativos que imponen el tiempo y la Historia.
Calado convertido en “scriptorium” a modo de claustro
Pero volvamos a las piedras de la bodega para asomarnos a su singular calado, de dimensiones considerables y que, gracias a las pinturas, se ha convertido en un “scriptorium” rodeado de arcos a modo de claustro, que nos habla de las historias del entorno y de la elaboración del vino. El relato se narra con pictogramas enmarcados en arcos con la estética de los manuscritos medievales. Pintado sobre un soporte cuya textura nos remite a la cuba, a sus duelas y cellos que, en este mural, son campos de estrellas de la bóveda celeste que acompañan al peregrino en su camino a Santiago.
En el arco de la puerta de acceso al calado se nos presenta el origen, el Paraíso, con la letra Alfa. Ya en el interior, un ángel nos guía en la visita. Y en el lado opuesto los pictogramas nos recuerdan a los personajes históricos más relevantes del mundo monacal.
Al fondo de la bóveda, a un lado, descubrimos la biblioteca del conocimiento, y los dos mundos que motivan al hombre: el pagano y el religioso. Las dos puertas del fondo del calado, una representa al ángel protector, al ángel de la guarda, y la otra es la puerta de salida con la letra Omega, el fin.
Hay mucho que contemplar en este calado y no seré tan osado como para tratar de explicar al lector todos y cada uno de los elementos que conforman este espacio, lleno de enigmas y misterios que cada visitante debe descubrir en solitario. Sólo añadiré que este calado, que este singular mural, nos remiten al camino, al sol y a las estrellas como guías del peregrino.
Que el protagonista sea: el vino
La vida familiar y la vida colectiva de los habitantes de Cordovín ha estado siempre ligada y condicionada por el vino. Y la familia de Florentino Martínez, afincada, como hemos señalado, en Cordovín, es también heredera de esta tradición milenaria, cultivando y elaborando sus vinos de generación en generación.
Por tanto, paso a presentarles a los protagonistas de esta tradición:
Blancos, claretes y tinto joven:
Blanco joven: “Soy un vino joven elaborado con uvas de viñedos de viura, algo de malvasía y soleado calagraño, y fermento en depósitos de acero a 17ºC. Tengo color amarillo pálido limón, limpio y brillante, con gran intensidad y fresco al paladar”.
Clarete joven: “Me presento como el típico clarete de mi pueblo, elaborado con uva garnacha 80% y viura 20%. Desparrillada y macerada en frío durante 48 horas, y con un ligero prensado, paso a fermentar a 17ºC en el depósito de acero inoxidable. Mi color es naranja asalmonado de aspecto limpio y brillante. En voca soy muy afrutado, persistente y redondo, con restos de carbónico que resaltan mi frescura natural”.
Tinto joven: “Soy un vino joven elaborado con uva de tempranillo 100% siguiendo el método tradicional de maceración carbónica. Fermentado en depósito de acero inoxidable a temperatura controlada durante 15 días. Presento color cereza con ribetes morados y ligera capa de intensos aromas a fruta madura. En boca resulto cálido y amplio, con pequeños restos de carbónico procedenes de la fermentación”.
Vinos singulares:
Tanka: “Soy fruto de un proyecto en el que, de La Rioja y mirando al oriente, me han elaborado a partir de la mejor selección de uvas tempranillo de la finca el Carasol de Valdemerque. En roble ruso duró mi viaje tres años por la ruta del Haiku, donde permanezco en botella desde entonces. Mi color es el reflejo de paisajes granates, intensos, con ribete de cereza tornasolado. En mi presencia el aroma se vuelve franco y potente, recordando frutas maduras de ciruelas y cerezos negros. En el aire me recreo con tostado suave de cedro, regaliz, coco y cacao, en presencia de trufa y hojarasca. Ya en la boca, mi cuerpo bien estructurado, se vuelve amplio y sedoso, entre taninos pulidos y especias complejas, finas y elegantes”.
Florentius blanco: “En honor a los autores de las miniaturas mozárabes, he sido elaborado en variedades recuperadas de nuestros viñedos más antiguos, viura 80% y malvasía 20%. Mi semblante, amarillo pálido con irisaciones pajizo-verdosas y tonos limón maduro. Limpio y brillante con desprendimiento de finas burbujas. En nariz despliego, gradual y elegantemente, a frutas y flores blacas. Al toque de piña y notas cítricas le sigue la fruta madura con noas de miel y herbales. En boca soy vivo y fresco, meloso y equilibrado, con amplia y sabrosa persistencia”.
Distercio crianza: “Me elaboran con uva tempranillo de viñedos de más de 20 años, desparrillada y macerada de 20 a 25 días en depósito de acero inoxidable a temperatura controlada. Permanezco en barricas de roble americano entre 14 y 16 meses para mi crianza, postriormente clarifico y afino mi bouquet en botellero. De color cereza, apenas presento tonos teja, manteniendo en equilibrio mis aromas de fruta junto con los de madera. En boca soy potente y suave a la vez, persistente, ligero y redondo”.
Distercio reserva: “Soy un vino de finca elaborado en producción limitada los años de cosecha excelente. La familia Florentino Martínez me trae al mundo con la mejor uva tempranillo de su finca Carasol Valdemerque. Me elaboran por el método tradicional de uva desparrillada. Macero y fermento en depósito durante 25 días a temperatura controlada. Dos meses después ya estoy durmiendo en barricas de roble de Rioja, procedentes de los bosques Distercios, próximos a la bodega. Mi sueño, con dos trasiegas, dura 24 meses. Finalmente mudo al vidrio donde descanso y afino mi bouquet uno, dos a tres años”.
Aquí se escribirían las primeras palabras en castellano
Luis-Miguel Martínez Rubio ha sido el guía que nos ha permitido descubrir estas bodegas riojanas. El ámbito histórico y cultural de Cordovín y de muchas localidades de su entorno, lo conocíamos, aunque no desde el prisma de la viña y de la maestría en la elaboración del vino, en su manera de entroncar con un mundo cultural de dilatada e intensa actividad monacal a lo largo de los siglos.
Para descubrir esta forma de ser y de vivir, hay que sentir de cerca a sus gentes, y cuestionarse, si me lo permiten, como hacemos los periodistas: preguntarse con curiosidad e interés el por qué de todo lo que nos rodea.
Es preciso imaginar lo que se siente al pisar el mismo empedrado del “portaleio” de Suso (siglo XI), que pocos siglos después utilizaría Gonzalo de Berceo, el primer poeta castellano, para narrar su poética; o acariciar los sillares visigóticos, que aún conservan restos calcinados del incencio del caudillo musulmán Almanzor, días antes de que falleciera en tierras castellanas. O inspirarse en la contemplación de la impresionante lauda de alabastro negro que cubrió durante muchos años los restos del santo emilianense. Y si se fijan un poco, junto al claustro donde reposan los Siete Infantes de Lara, pegadas al muro, hay cuatro tumbas de reinas altomedievales; una de ellas ocupada por la consorte del gran rey don Sancho III el Mayor.
No hay que olvidar que en este monasterio se descubrieron las Glosas Emilianenses, con las primeras palabras escritas en nuestro idioma castellano.
Desde el monasterio de Suso se disfruta de una panorámica espectacular del valle del río Cárdenas y del monasterio de Yuso. El visitante no debería esperar a a que un guía informe de las vicisitudes históricas y culturales que tuvieron lugar en estos luagres. Es conveniente documentarse antes.
Sucede igual que, cuando nos interesa una chica, en nuestro caso, que procuramos obtener la mayor información posible sobre ella, para conocerla mejor. Y luego, como sucede con las novias, nunca nos cansamos de visitarlas.
Por eso no vamos a extendernos sobre lo que conocemos de estos lugares tan singulares. Preferimos que el lector trate de descubrir por sus propios recursos lo que encierran de bueno estas “novias” de la cultura, de la historia y del arte. Y esto es válido también para los cientos de lectores de países muy lejanos que siguen nuestros relatos desde todo el mundo y en particular desde China, Japón y Corea, del sur, por supuesto; sin olvidarnos de los países hermanos de América.
La “Reina Sapa” recibió sepultura en Nájera
Respecto al monasterio de Santa María la Real de Nájera, y sin que sirva de precedente, voy a desvelarles una experiencia personal. Tuve el privilegio de conocer, siendo monaguillo, a Fray Pedro de Nájera. Era un lego franciscano que procedía de una familia muy notable de Francia, emparentada con el famoso pintor Toulouse Lautrec. Este fraile sería el responsable de mi amor por la Historia.
Eran tiempos nada propicios para el turismo. Precisamente, Fray Pedro, era el responsable de atender al visitante, generalmente muy ilustrado, que acudía a Nájera para beber de su Historia.
En las inmediaciones de la escalera de caracol había estado la tumba de la Reina Sapa, que era como se conocía a la hija del Conde Ricardo de Normandía, doña Blanca, esposa de don Sancho, segundo génito del rey najerino don García; para unos infante real, para otros rey don Sancho de Nájera-Pamplona, hermano del rey don Sancho el de Peñalén; las crónicas najerenses lo definían como “segundo génito, nacido de la misma ventregada”. A nadie le sorprenderá saber que esta familia real sería neutralizada por las tensiones políticas que se produjeron entres los reinos de Nájera, Castilla y Aragón, tras la muerte en Atapuerca de don García el de Nájera y después de su heredero, don Sancho el de Peñalén, asesinado por la traición de sus hermanos.
En el escudo de Normandía figuraban entonces tres sapos, que luego se transformaron en tres flores de lis, que son las que perduran ahora en el escudo real de los franceses.
Castilla y Aragón presionaron al reino najerino con la intención de hacerlo desaparecer de la Historia. Sin embargo, el hijo del segundo don Sancho, el Infante don Ramiro, se casaría con la hija del Cid Campeador, doña Cristina o Elvira, que llegaría a ser alzado al trono de Navarra como rey don García el Restaurador. El Infante don Ramiro participó activamente en la toma de Jerusalén durante la II Cruzada.
Cuando visiten el bello claustro de Santa María la Real, presten atención a las estatuas que aparecen mutiladas, gracia a las tropas de Napoleón, cuando jugaban a disparar a todo lo que no se movía.
En el Panteón Real najerino, decía Fray Pedro, había más reyes enterrados que en Madrid. Con Sancho III el Mayor, gracias a su inteligente política familiar, llegó a recuperarse el tercio superior de la Península Ibérica y núcleo capital del tercio reconquistado fue la Corte de Nájera.
Diario Más Noticias en colaboración con las Bodegas Florentino Martínez, sorteamos tres estuches de vino que incluyen 3 botellas cada uno: 1 clarete, 1 Florentius blanco y un Distercio. Para participar en el sorteo podéis entrar en nuestra cuenta de Instagram .
1 comentario en ““El paisaje nos invita y la Historia nos obliga””
Me gustó mucho la bodega y sus vinos. L la comarca es perfecta.a asociación cultural del vino a