miércoles, abril 23, 2025

Gabriela Canto: “Sumergirse fue una forma de sanar y ahora es una manera de vivir”

Por Laura Fernández Rodríguez/ Fotos cedidas por Gabriela Canto

Hay lugares a los que solo se llega en silencio, donde no hace falta ruido para encontrar el límite. El cuerpo en pausa, la mente enfocada y una inhalación profunda llevaron a Gabriela Canto a descubrir la apnea. Fisioterapeuta de profesión y apneísta por vocación, ha encontrado en lo más profundo del mar y de sí misma, un espacio de control y meditación.

Aunque la apnea es todavía un deporte poco conocido, Gabriela lo vive con pasión desde hace ya varios años. Su historia comienza con el buceo recreativo, una actividad que practica desde hace más de una década. Fue durante uno de esos cursos, dirigido por un referente en apnea y experto formador, Miguel Lozano, que descubrió algo más dentro del agua: la capacidad de la mente y el cuerpo para enfrentarse al vacío de oxígeno. Sintió lo que muchos amantes de este deporte llaman “la fase de placer” en esa primera experiencia; una sensación de relajación y bienestar muy intensa, a la vez que inesperada que usó como forma de meditación.

La apnea se divide en grandes ramas: outdoor, que se practica en mar abierto, e indoor, en piscina, y ambas requieren un control total del cuerpo y la mente. “Es casi una danza interna, de precisión, autoconocimiento y calma”, explica.

Y, como en toda danza, también hay que aprender a moverse con lo que da miedo. En apnea, el miedo no se elimina, se entrena. La inversión se construye paso a paso y se va a reforzando. “Las bajadas generan respeto, pero lo más importante es aprender a compensar la presión, relajar el cuerpo y la mente. Todo se entrena con ejercicios respiratorios y trabajo mental “, dice.

Cada descenso es, para Gabriela, un viaje hacia el interior. Un momento donde se detienen incluso los pensamientos y ocurre una conexión íntima con el entorno y consigo misma. La apnea es muy parecida a la vida, dice: “Se trata de no gastar más de lo necesario, de resistir con calma y de confiar en tu capacidad para volver a la superficie “.

A pesar del poco tiempo que Gabriela Canto lleva compitiendo, en su primer campeonato autonómico en Cantabria, se subió al podio en las tres pruebas que disputó, logrando así su clasificación al campeonato de España. “Fue mi primera competición, y me encontré rodeada de gente con muchísima experiencia. Me acogieron, me enseñaron, y gracias a ellos he podido progresar “, recuerda.

El club donde entrena es pequeño, como la mayoría en este deporte, y donde el apoyo institucional escasea. Desde su debut, Gabriela ha participado en varias competiciones más, y recientemente, volvió a clasificar al nacional.

Días antes de una prueba o del entrenamiento, se transforma en un proceso casi meditativo, y, aunque desde fuera puede parecer estática, es intensa por dentro. Además de la mente, se entrena el cuerpo y se prepara el estómago: “La mayoría de las veces entrenamos o competimos en ayunas. Si has comido, no puedes expandir bien el diafragma y eso te impide coger todo el aire que necesitas”, explicó.

Más allá de la técnica, la alimentación o la mentalidad, hay una realidad que comparten la mayoría de los deportistas no profesionales: el tiempo es un recurso escaso y, en este caso, la apnea exige horas de entrenamiento. Gabriela trabaja como fisioterapeuta con una vida social y personal activa. “Es difícil compaginarlo todo. Como cualquier persona adulta que hace deporte con cierta exigencia, te toca organizarte bien y hacer malabares con el calendario. Y más en apnea, donde tienes entrenamientos en seco, trabajo respiratorio, estiramientos… No todo pasa dentro del agua “.

El compromiso es total. Cada entrenamiento, cada sesión de respiración, cada visualización forma parte del mismo rompecabezas que la llevará a rendir al máximo cuando se sumerja. El control del cuerpo y la mente en este deporte lo es todo. No hay movimiento que distraiga, solo respiración previa, concentración y el arte de resistir el impulso más básico del ser humano: respirar.

Para Gabriela, la apnea no solo ha sido un deporte, sino un refugio. “Empecé a entrenar tras una pérdida importante. En un momento de duelo, la apnea se convirtió en mi burbuja. Era el único espacio del día en el que no había tristeza, ni pensamientos negativos, solo calma”.

Uno de los momentos más emocionantes de su trayectoria llegó de manera inesperada con un mensaje en el móvil que le anunciaba que había sido seleccionada para competir en el campeonato de España, que será a finales de abril.

Aunque el entusiasmo no le falta, la realidad de un deporte minoritario se hace notar. Salvo para el campeonato nacional, todos los gastos de competiciones, desplazamientos, inscripciones, o alojamientos corren por su cuenta. Gabriela no solo representa a una nueva generación de deportistas que se abren paso en disciplinas alternativas, sino también a una corriente femenina, cada vez más visible dentro de la apnea. “En Cantabria, este año, hemos ido más mujeres que hombres seleccionados para el campeonato de España”, señala con orgullo.

La historia de Gabriela es un recordatorio de que hay disciplinas que, más que marcar el cuerpo, transforman el alma. La apnea no es solo aguantar la respiración, es hacer silencio dentro de uno mismo, aprender a escuchar el pulso interior y encontrar calma incluso en los momentos más difíciles. Para ella, sumergirse fue una forma de sanar y ahora es una manera de vivir.

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