Por Sandra Cuenca.
La actriz gallega Zaida Alonso vuelve al Teatro del Barrio con la obra «Contención Mecánica», donde como directora y formando parte del elenco, denuncia la violencia psiquiátrica y más concretamente el atar a las personas a las camas en diferentes instituciones.
Zaida Alonso es licenciada en periodismo por la UCM y tiene un Master en teatro y Artes escénicas. Se diploma en Arte Dramático en Réplika Teatro y complementa su formación con maestros como Fernando Piernas, Helena Pimienta, Sol Garre, Jaime Chávarri o la compañía polaca Teatro ZAR. Actualmente estudia dirección de escena en la RESAD.
Ha protagonizado el largometraje «Maquis«, dirigido por Rubén Buren y que se estrenó en cine en 2021, por el que ha sido galardonada como mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de América FICAH México 2022, en el Creation Internacional Film Festival de los Ángeles 2020 y en lo Premios Cinemagavia 2021. También ha participado en series como «El Nudo» de Antena 3, «Águila Roja» o «Cuéntame» de TVE y en numerosos cortometrajes, algunos de ellos premiados internacionalmente como «En el apartamento» o «Borders«. En el teatro ha protagonizado «Pulmones«, de Duncan Macmillan, «La Verdad«, «Aire» y «La Zapatera prodigiosa» entre otras. Con la compañía Teatro de Los Invisibles, ha girado con «La liberación de la locura» y ahora con «Contención Mecánica«. Cuenta también con reconocimientos como el Premio Mejor Actriz en el Certamen Internacional de Teatro del Mediterráneo, por «El Triciclo«, de Fernando Arrabal, y el Premio Mejor Actriz de Reparto en el Festival de Teatro Contemporáneo Villa de Barajas, por «Francisca Alegre y Olé«, de TONO.
Zaida cuenta que quería ser actriz desde que era pequeña y que siendo jovencita estuvo en algún grupo de teatro y cuando empezó en la universidad se metió en teatro universitario. «Yo siempre he sido súper insegura y, aunque me gusta esto, reconozco que es bastante difícil, por lo que me puse a estudiar periodismo, de hecho, me licencié. Ahí fue cuando decidí que iba a lanzarme e intentar ser actriz también«, reconoce la actriz. Para ella esta profesión es muy inestable, por lo que cuando termina periodismo se pone a trabajar como periodista durante varios años. «Ahora ya no trabajo en periodismo, pero toda esa formación me sirvió para poder hacer teatro documental ahora«, recuerda Zaida. Sus primeros trabajos como actriz fueron en montajes de teatro, luego continuó con cortometrajes y episódicos en televisión.
Has hecho cine, televisión y teatro, ¿Dónde te gusta más trabajar?
Tengo que reconocer que donde más me muevo y donde puedo ser más creadora es en el teatro, pero la verdad es que el cine también me gusta. Hice una película que se llamaba «Maquis«, dirigida por Rubén Burén en 2020 y que recomiendo ver, está en Filmin, que trata sobre las mujeres en los pueblos durante la posguerra. Es una cinta muy interesante, que ha tenido mucho recorrido en festivales internacionales y donde hubo varios premios, eso te hace también mucha ilusión. Pero en el teatro me siento como más en mi mundo, es verdad que aquí es donde tengo más proyectos y el audiovisual es más inestable. Desde el 19 de diciembre hasta el 2 de febrero, estaré como actriz en el Teatro Español con una obra de Jon Fosse, Premio Nobel del año pasado, que se llama «Viento Fuerte«.
¿Qué crees que ha sido lo más importante que te ha enseñado esta profesión?
Pues me ha enseñado muchas cosas, como por ejemplo a empatizar. Creo que te da la posibilidad de vivir muchísimas vidas aparte de la tuya, y, desde luego, consigue ponerte en la piel de otras personas y vivir sufrimientos que, aunque pueden ser muy similares a lo de una misma, posiblemente no los hayas vivido nunca, lo que te hace ser mucho más sensible.
Hablemos de «Contención Mecánica», la obra que diriges y en la que participas como actriz y donde hacéis una denuncia a la violencia psiquiátrica. ¿Cómo surge la idea de este proyecto?
La compañía Teatro de Los Invisibles nace en 2017 y la primera obra que hicimos se llamaba «La Liberación de la locura» que denunciaba el estigma que padecen las personas psiquiatrizadas, esa producción ya estaba enfocada a la salud mental. A partir de ahí tuvimos contacto con muchos colectivos como Orgullo Loco o Lo Común, que denuncian esa fragmentación social que existe, a día de hoy, entre «personas cuerdas» y «personas locas», ese estigma que hay hacia las personas supuestamente locas. Ahora, se está aceptando cada vez más los temas de salud mental, los problemas de ansiedad y de depresión, es como que se van normalizando, pero sigue habiendo una leyenda alrededor de problemas «más graves», como la esquizofrenia o la bipolaridad, por ejemplo.
A mi me pareció curioso el suceso de este verano pasado, cuando tristemente asesinaron en Toledo al niño de 11 años mientras jugaba al futbol. Lo primero que salió en titulares era que el asesino tenía problemas mentales, es como si siempre se les pone esa etiqueta, cuando los datos hablan de que se cometen muchos más crímenes por parte de personas que no tienen ningún problema mental que de personas que están diagnosticadas. Es la sensación social de que hay que ser un loco por ser un asesino en serie y creo que eso hace que ellos se sientan estigmatizados.
Una de las denuncias que hacemos en la obra, es que muchas veces van a urgencias y, directamente, cuando ven el historial les atan, aunque en ese momento no tengan ningún tipo de alteración. Muchas de las personas a las que entrevistamos, durante el proceso de investigación, nos decían que no iban a urgencias ni por una dolencia física, porque tenían miedo a que los ataran, eso es vulnerar sus derechos.
¿Crees que es necesario denunciar cosas como esta a través de la cultura?
Sí, por supuesto. Yo, por ejemplo, cuando me enteré de lo que era la contención mecánica, me pregunté el porqué se seguía atando a las personas a la cama con correas en pleno siglo XXI. Después, es verdad que lo vas viendo cada vez más en las noticias, sucede en residencias de mayores y en centros de menores. Creo que es una practica que en general tiende a estar silenciada, primero porque no existe una legislación clara al respecto, aunque la ONU declaró como tortura la contención mecánica en 2013, y en España hay como un vacío legal que permite seguir haciéndolo. Tampoco existe un registro de todas las contenciones que se hacen y que tendría que haber en todos los centros, hay mucha opacidad al respecto. La única comunidad autónoma que lleva ese registro es Navarra y en el año 2022, creo que era de un 18% el porcentaje de personas ingresadas en unidades psiquiátricas, de los hospitales navarros, que habían sido atadas. Esa falta de transparencia también facilita que se pueda realizar con total impunidad, que es lo que pasó en el caso de Andreas Fernández González, que falleció después de haber estado atado 75 horas y la autopsia declaró que había fallecido a causa de una meningitis. Toda la familia intentó sacarla del hospital, ella misma dijo a los médicos que quería irse, aunque, en un primer momento, fue un ingreso voluntario que se tornó involuntario tiempo después, que acabó muerta y atada a la cama. Es terrible que esto siga sucediendo.
El caso de Andreas fue lo que os hizo comenzar este proyecto, ¿verdad?
Sí, Andreas falleció en el año 2017, el mismo año que creamos la compañía «Teatro de Los Invisibles«.
Habéis entrevistado a mucha gente para esta obra…
Entrevistamos, por ejemplo, a una enfermera durante le proceso de investigación que se llama Ana Carralero y que es profesora de la Universidad de Alcalá de Henares. Ella pensaba que esa falta de transparencia hacía que en España se realizaran muchas contenciones mecánicas y nos habló del caso de Pensilvania, donde se redujeron estas contenciones porque tenían que registrarlas de manera online. Cada día, tenían que decir si habían atado a un paciente y cuanto tiempo había estado. El hecho de que todo el mundo pudiera ver que una determinada enfermera o que un médico hubiera ordenado que se atara a una persona, hizo que se viera el personal que más ataba y el que lo hacía menos, todo se hacía visible, por lo que se fue reduciendo, ahora bien, ella nos contaba que ese registro no existe.
¿Qué se van a encontrar los espectadores en «Contención Mecánica»?
Pues se van a encontrar una obra que, aunque reúne los testimonios de personas que desgraciadamente han sufrido este tipo de experiencia, también tiene un toque de humor. Es decir, es un tema muy duro que a veces abordamos desde el propio humor con el que se lo toman muchas veces estas personas. No es una comedia, pero tiene momentos en los que las cosas tienen gracia, por ejemplo nuestro protagonista, Rafael Carvajal, una persona que ha sufrido contención mecánica casi 15 veces en España. Él utiliza muchas veces el humor como recurso y nosotros pensamos que si Rafael podía tomárselo así, podíamos aligerar un poco la obra. Dentro de la gravedad que supone esto, teníamos que dar momentos de respiro y que las personas del público, pudieran empatizar con la realidad de esas otras personas. Muchas veces, si no tienes a alguien cerca, es como si fuera un mundo muy lejano. Lo que hacemos es acercar la realidad de esas personas, que mañana podrías ser tú una de ellas. ¿Quién está libre de creer que no va a pasar por algo así?
Habeis cumplido un año con la obra, hay publico que ya la ha visto, ¿Qué os han dicho?
Pues la verdad es que la respuesta del público ha sido maravillosa, la obra funciona fenomenal. Muchas veces una piensa que al tratarse de teatro documental va a ser más dificil llegar hasta ellos, pero luego se encuentran una obra muy dinámica y que acaba llegandote al corazón.
Al principio, mi mayor preocupación era si la obra les iba a gustar o si les iba a llegar, pero sobre todo quería que la sintieran como suya, ser honesta con lo que todos ellos habían trasmitido. Me refiero a las personas psiquiatrizadas que dieron voz y que prestaron su experiencia en el proceso de investigación. Lo más importante para mi era ver como recibían la obra esas personas, cuando vi el resultado pensé que había cumplido mi objetivo, que esas personas se habían sentido identificadas y que las habíamos dado voz, que supieran que su realidad estaba llegando al resto de la sociedad.
No solo hablo de las personas entrevistadas sino de los colectivos de personas psiquiatrizadas o familiares de personas que también han sido atadas. Por ejemplo, vino desde el País Vasco una señora a ver la obra al Teatro del Barrio, durante la temporada de este año, y lo hizo porque ataban a su hijo, no en un hospital, si no en un centro para niños con necesidades especiales. Ella leyó una entrevista que le hicieron a Rafael y pensó que la obra hablaba de la realidad que estaba viviendo. Para mi, saber que alguien haya podido recorrer tantos kilómetros para ver la obra y descubrir que hay personas que están pasando por lo mismo, y da igual la institución que sea, al final estás privando la libertad de una persona, evidentemente me hace creer que hacer la obra ha servido para algo ¿no? que por lo menos hemos aportado un granito de arena a esa parte de la sociedad que se siente tan silenciada.
La obra está basada en hechos reales y que es teatro documental ¿Ha sido difícil crear una obra como esta?
Son hechos reales, lo único que está estructurado en capítulos. Uno de ellos es como más divertido donde se ha metido comedia, pero aún así está ficcionado con testimonios reales. Es otra forma de hacer teatro y no sé si es más difícil o menos difícil, pero está claro que dependes más de factores externos. Al final, cuando tú creas la dramaturgia en la que no tienes que contar con ese tipo de testimonios, te vales más por ti misma, sin embargo, aquí tienes que hacer una labor de investigación muy profunda en la que tienes que ir entrevistando personas muy diferentes: pacientes, profesionales de la psiquiatría, familiares, etc. También hay que profundizar en casos que se hayan dado, en los protocolos hospitalarios o en como está a nivel legislativo este tema. Es otro tipo de teatro en cuanto a como abordarlo.
Me gustaría decir que en todo el proceso de investigación me ha acompañado también una activista loca que se llama Marta Plaza, a la que conocí en «La liberación de la locura«, que fue la primera obra, y ella nos ha llevado de la mano en el proceso de investigación. Marta también ha padecido contención mecánica.
¿Qué personaje interpretas tú?
Bueno, ninguno tiene un personaje definido, es decir, vamos interpretando distintos personajes, menos Rafael que se interpreta a si mismo. Él es la única persona que está encima del escenario y que ha padecido la contención mecánica en primera persona, pero nosotros vamos interpretando diferentes testimonios dependiendo del momento. Después, hay actores que hacen primero de un paciente y a continuación de un enfermero, por ejemplo. También hay un presentador de televisión, hay muchos roles y jugamos con que la línea entre el personaje y el actor sea muy difusa.
Vais a estar mañana 17 de octubre y el 18 en el Teatro del Barrio, después lo haréis en Alcalá de Henares el día 19, en el Teatro Cervantes, ¿Alguna fecha más?
Sí, vamos a estar el 9 de noviembre en Sevilla en el CENIT, que es un Certamen de Nuevos Investigadores Teatrales, en el Teatro Atalaya. Después estaremos en Toledo, en un espacio que se llama Matadero Lab, el 22 de noviembre y esperamos estar en más sitios, pero de momento estos son los que tienen fecha.
Me gustaría preguntarte por nuevos proyectos como actriz, ya me has dicho que vas a estar en el Teatro Español con «Viento Fuerte», ¿Qué nos puedes contar de la obra?
Pues es un poema escénico de Jon Fosse, Premio Nobel de literatura del año pasado y es la primera vez que se lleva a escena una obra de este autor en España. Se han hecho lecturas dramatizadas, pero es la primera vez que se representa. No quiero desvelar mucho, la verdad, pero puedo decir que es muy existencialista y que el texto es súper interesante, creo que va a llegar mucho al público.
¿Y con tu compañía?
Pues ahora mismo estamos con «Contención Mecánica» y estamos en proceso de creación de otra obra, pero bueno, todavía no sé para cuándo, pero esperamos lanzarla en 2025.