Redacción
Son las islas de las especies que inspiraron a Darwin. Tierras ecuatorianas de “extrañas criaturas”. Un lugar con visitas limitadas para ver, aprender y no tocar
Más de cien islotes, nueve islas pequeñas y trece grandes, de las que sólo cuatro están habitadas por humanos, componen un archipiélago con mucho que enseñar. Paisajes diferentes en cada isla, distinta luz, distintos colores y fauna única en el mundo. Riqueza de tierras volcánicas, increíbles playas de arena blanca, verde, roja y negra, y un inmenso mar repleto de vida. Todo, separado de las costas de Ecuador por mil kilómetros de espléndido Océano Pacífico.
Las islas de la evolución
Algunos viajes cambian la vida, e incluso la de toda la humanidad. El caso más conocido es el del gran naturalista británico, del siglo XIX, Charles Darwin. Su estancia en las Islas Galápagos le llevó a elaborar la Teoría de la Evolución de las Especies. Ni el más fuerte ni el más inteligente es el que sobrevive sino aquel se adapta mejor al cambio. Las Galápagos son esas islas de la evolución, solo aptas para enamorados de la naturaleza.
Un territorio de tranquilas tortugas gigantes, iguanas marinas que se tuestan al sol sobre la roca volcánica, leones marinos que retozan en playas desiertas, piqueros de patas azules, pinzones (los de Darwin) y cientos de especies impresionantes que se mueven, con indiferencia, ante la mirada de visitantes extasiados. Las islas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO a mediados del siglo XX.
Isla Isabela
Llegar a uno de los lugares más bellos de la isla bien merece un viaje en lancha rápida. La caminata por los Túneles de Cabo Rosa resulta extraordinaria. Son formaciones naturales de lava que sirven de residencia a los piqueros de patas azules, leones marinos y una magnífica vida bajo el agua. Muy cerca, es posible nadar entre miles de preciosos peces de colores, tortugas marinas, rayas, mantarrayas y tiburones de punta blanca (tintoreras), aunque estos suelen descansar en su propio Islote, el de Tintoreras.
El archipiélago volcánico presume de un icono excepcional, la caldera gigante de Sierra Negra. Una ruta de casi 16 kilómetros conduce hasta el segundo cráter volcánico más grande del mundo, tiene más de nueve kilómetros de diámetro y supera los noventa metros de profundidad. Las sorpresas continúan a lo largo de todo el paseo hasta el Volcán Chico, aún activo.
Al oeste de la isla, en Elizabeth Bay, existe una estrecha cala flanqueada por altos manglares negros, rojos y blancos. Un entorno espectacular para disfrutarlo en barca o kayak y contemplar rayas doradas y tortugas verdes. Muy próximo se encuentra un grupo de islotes rocosos, Marielas, que conforma el hábitat de grandes colonias de pingüinos. Una zona de aguas frías, en las que nadan y viven las iguanas marinas más grandes; un magnífico asentamiento en el que las algas, su comida favorita, crecen en abundancia.
Isla de Santa Cruz
Es la más poblada y la más urbana. Tráfico, bares, restaurantes, hoteles, tiendas, establecimientos para la contratación de excursiones y cajeros automáticos, imposibles de encontrar en otra isla. Puerto Ayora dispone de toda la actividad hotelera y comercial pero también de increíbles tesoros.
Tortuga Bay, bahía Tortuga, posee la playa más famosa de Galápagos catalogada como una de las diez mejores del mundo. De arena blanquísima y luminosa y aguas transparentes, resulta ideal para practicar snorkel entre tortugas e iguanas marinas, tiburones, rayas, leones marinos y cientos de peces. Muy cerca, en Playa Brava, las excelentes corrientes marinas facilitan la práctica del surf y Playa Mansa ofrece el descanso bajo algún árbol y el baño en aguas más apacibles y cristalinas, siempre bajo la atenta mirada de las iguanas.
Para una experiencia virtual, del siglo de las tecnologías, el Museo Histórico Maprae expone muestras de arte precolombino y realidad aumentada. Algo más tradicional, el Mercado de Artesanía, ofrece cerámica, joyas y productos textiles. Pero, la visita obligada pasa por la Estación Científica Charles Darwin. La Fundación internacional existe en Galápagos desde mediados del siglo pasado y en ella desarrollan su labor más de doscientos científicos de todo el mundo que trabajan en la investigación y conservación del archipiélago.
Isla de San Cristóbal, capital del archipiélago
Puerto Baquerizo Moreno, en San Cristóbal, es la capital de todas estas islas e islotes de las Galápagos que conforman una provincia de Ecuador. Nadie se marcha de Puerto Baquerizo sin conocer las diversas playas de La Lobería. Resulta increíble disfrutar del baño o el snorkel y poder observar a estos inmensos y, aparentemente, apacibles mamíferos marinos, los lobos de mar. Merecen una visita playa Mann y playa Barrio Frío y los miradores de Cerro Tijeretas para disfrutar de las vistas del Cerro Mundo y la roca León Dormido.
En Punta Cormorant, entre dos tobas volcánicas, se localiza una hermosa playa de arena verde. Un color que le ceden gran cantidad de diminutos cristales de olivino, un mineral que se origina en los conos de toba cercanos. Un lugar excelente para observar los lobos marinos y curiosos cangrejos.
Aunque lo más frecuente, en islas volcánicas, es encontrar playas de arena negra, en la isla Rábida el color de la arena es de un impactante rojo, debido al alto contenido en hierro de la lava. Los acantilados, también rojos, se adentran en el mar y conforman una espléndida vivienda en la que anidan pelícanos y diversas especies. Es la isla preferida de miles de aves curiosas y endémicas como el halcón de Galápagos o los pinzones de Darwin.
Las increíbles islas encantadas, como las denominaron los primeros exploradores españoles, conforman el archipiélago más diverso y complejo del mundo. Durante miles de años su fauna y su flora carecieron de depredadores humanos. Una situación perfecta que ha permitido al ecosistema evolucionar de forma plácida y que inspiró a Darwin para enunciar sus teorías “irrefutables”. Un verdadero laboratorio científico al que acuden expertos de todo el mundo para estudiar y tratar de comprender los grandes secretos de la naturaleza.