Texto: Sandra Cuenca/ Fotos: Alberto Ferreras
“Dronaire vuelos” es una empresa de vuelos profesionales con drones, con cobertura nacional e internacional. Francisco José Muñoz creó Dronaire en 2019 y gracias a su trabajo ha conseguido hacerse un hueco en el mundo de los drones. Hace un mes decidieron viajar a la isla de La Palma para poder grabar de cerca el volcán Cumbre Vieja, además de echar una mano a todo aquel que los necesitara.
“Para volar drones hacen falta una serie de habilitaciones como pilotos”, comienza a explicarnos Francisco, “Mi equipo y yo conseguimos sacarlas todas y creamos lo que se llama una “operadora de drones”. Es importante saber que si te compras un dron no puedes ponerte a volar sin más, tienes que tener una operadora, estar asegurado y contar con una serie de permisos y requisitos. La empresa de Francisco es de las pocas que tienen permiso para volar en Madrid capital, Barcelona y dentro de los espacios aéreos controlados de los aeropuertos, por ejemplo en el aeropuerto de Barajas.
¿Qué tipo de trabajos y servicios prestáis?
Hacemos servicios de todo tipo. Tenemos contrato con una empresa de detectives para hacer seguimientos y acceder a sitios donde es difícil entrar, hemos trabajado con los desperfectos que causó Filomena, colaborando con bomberos para la inspección de tejados y otras infraestructuras. Nos hemos ido con la cámara térmica al volcán de La Palma, es muy interesante para ver la temperatura de la lava en función de los diferentes sitios donde se encontraba y apreciar cómo cambia la temperatura de la punta de la colada a la zona más cercana al volcán. Además tenemos convenios de búsqueda y rescate de personas con controles de la cámara térmica, como verás hacemos un montón de cosas con los drones, siempre contando con todos los permisos necesarios.
Puede contrataros cualquier persona, ¿no?
Si, por supuesto, nosotros trabajamos para muchas empresas. Hacemos audiovisuales, videos y fotos corporativas, fotogrametría, inspección de tejados y ahora estamos trabajando con una empresa aseguradora para la investigación de siniestros. Hacemos de todo, a nivel particular igual, hacemos bodas, bautizos y comuniones. Tenemos equipos que pesan desde 250 gramos hasta el más grande que tenemos que pesa 6kg.
¿Es caro tener un dron?
Depende. Un dron profesional es caro, pero todo va en función de para que lo vayamos a utilizar. Hay drones en el mercado, con muy buena calidad, desde 500€ hasta 50.000€, incluso los hay de 200.000€. Nosotros ahora mismo tenemos equipos profesionales y estamos hablando de una media de 10.000€ por equipo. Van equipados con paracaídas, con seguimiento GPS para no perderlos y las cámaras con las que van equipadas son 1.900€ cada una, con sus diferentes objetivos. Por ejemplo, la cámara térmica y termográfica cuesta unos 3.000€.
Los drones empezaron a ponerse de moda hará unos seis años, ¿hay muchas empresas como la tuya?
Sí, hay muchas empresas registradas pero muy pocas que funcionen. Como en todos los sectores hay mucho pirata que tiene los permisos justos, al no tenerlos todos tiran los precios por los suelos y eso nos hace daño. Por suerte, cada vez están más restringidos los vuelos de drones, por suerte para los que hacemos las cosas bien y por desgracia para los que lo hacen mal. A nosotros tener todos los permisos nos ha costado 3 años, en los que hemos estudiado seguridad aeronáutica, hemos tenido que contratar un seguro de responsabilidad civil de un millón trescientos mil euros, si nuestro dron se cae y provoca daños está cubierto por más de un millón. No todo el mundo tiene algo así.
Así que, para volar un dron hay que tener una habilitación de piloto, ¿no?
Sí que hace falta. Esa habilitación se divide en tres categorías: la básica para volar drones pequeños(A1 y A3), otra que sirve para volar en zonas más restringidas(A2) y una tercera que se llama escenario STS donde puedes volar sobre personas, en espacio aéreo controlado o en ciudad, es la más profesional.
Hablemos de vuestro viaje a La Palma, ¿os contratan para ir?
No, en este caso no fuimos contratados, sino por voluntad propia para ayudar en las zonas de trabajo. Nuestra principal idea y función era geolocalizar lo que ya había desaparecido, por ejemplo viviendas, de tal manera que cuando la aseguradora pida un informe al propietario o propietaria, estos puedan entregar una localización exacta de donde debería estar. Aparte, queríamos adquirir experiencia propia con el uso de la cámara térmica en las zonas de trabajo y, obtener imágenes para nosotros. Pero al llegar allí nos encontramos con que empiezan a pedirnos colaboración, por ejemplo, ayudamos a un teniente de la Guardia Civil a localizar su casa y ver si aún estaba en pie. Uno de nuestros vuelos era en la zona donde vivía y lo hicimos, verificamos que seguía allí, aunque días después ya no estaba. La gente se va enterando que estas allí y te pide que les eches un ojo a sus casas y tierras, al final ayudamos a localizar las casas de muchos palmeros. La lava no es solo el problema, es la ceniza… nos contaban los geólogos que veinte centímetros de ceniza equivale a un metro de nieve en peso. Hemos podido traernos tres muestras de ceniza diferente y es increíble.
Llegáis a la isla, ¿cómo es ese primer momento al ver y escuchar al volcán en erupción?
Me gustaría decir, que antes de trasladarnos a La Palma tuvimos que ponernos en contacto con el puesto de mando en la zona y, solicitar que nos habilitasen como empresa autorizada para volar. Reunimos toda la documentación que nos pidieron y nos dieron el permiso para volar antes de trasladarnos. Automáticamente nos mandaron un plano de situación, en el cual nos informan de las zonas habilitadas para volar y el control de las zonas de despegue de los drones. Esto es necesario para que ellos puedan tener un control en la zona de exclusión, es decir, trabajas donde no hay nadie y en todo momento tienen que saber nuestra localización. Nos dieron nueve puntos de despegue, por la mañana solicitas y pides los puntos en los que quieres volar, ellos te dan los permisos por horas. Llegas al control de la Guardia Civil con nuestro plan de vuelo autorizado, pasas el control y estas solo. Una vez dentro, la sensación es de encontrarte en un pueblo fantasma, y es cuando piensas que si te pasa algo ahí posiblemente no se entere nadie. El punto 5 y el 1 son los que están más cerca del volcán, el 5 está a escasos mil metros y la colada, desde el punto el 5, a trescientos metros. Íbamos equipados con cascos, ropa de protección y botas, pero aun así era complicado. Hubo algún que otro momento de tensión, de hecho, perdimos uno de los drones, eran las 8 de la tarde y hubo una explosión en el volcán que soltó ceniza y piroclastos, se llevó por delante nuestro dron, que cayó en la lava y no pudimos recuperarlo.
Imagino que tuvisteis la oportunidad de hablar con vecinos de la zona…
Es curioso, lo que más me sorprendió es la tranquilidad que se respira fuera de la zona afectada, quiero decir, que estábamos desayunando en la zona norte de la isla, en una gasolinera cercana a la Caldera de Taburiente, desde allí se ve el volcán y la gente sigue con su vida, como siempre. Sin embargo, cuando llegas a la zona de Tajuya todo cambia, ves a la gente afectada que lo está pasando muy mal y en el lado opuesto a los turistas, que desde los miradores observan y fotografían el volcán de Cumbre Vieja. Creo que estamos viviendo algo irrepetible.
Primer día que voláis el dron, ¿qué sientes al ver las primeras imágenes?
Nuestro primer día fue el 2 de octubre, tuvimos problemas para llegar a la zona de vuelo asignada, ya que el coche se hundía en la ceniza y no avanzaba. La verdad es que tuvimos suerte porque los chicos de la Brigada forestal de Caldera de Taburiente nos echaron una mano, nos acompañaron hasta el punto de despegue y colaboraron con nosotros en el vuelo. Estábamos volando sobre una urbanización y nos quedamos muy sorprendidos por el sonido que hacia la ceniza al caer sobre el coche, era como si golpeara granizo. Entras en la zona de exclusión y empiezas a escuchar como si tuvieras un 747 despegando a tu lado, el volcán rugiendo, atraviesas la primera zona y pasas la ladera de una montaña donde te encuentras con una columna de humo increíble. La lava a la luz del día no se aprecia, no la ves hasta que levantas el dron con la cámara térmica, ves el río de lava con muchos metros de ancho y a más de mil grados de temperatura. Las imágenes del dron te hacen ver cosas de las que antes no eras consciente, es en la pantalla donde ves los grados reales. Esa medida está hecha a 120 metros de altura, no puedes arriesgarte a bajar más. ¿Espectacular?, sí, porque al fin y al cabo a nosotros no nos afectaba, estábamos disfrutando de volar un dron donde no lo estaba haciendo nadie, pero no nos engañemos, aquello es una tragedia. Después del primer shock te centras y te pones a trabajar. Cogemos una zona y hacemos imágenes de zonas con 15, 20 o 30 metros de altura, la lava. En medio de todo eso aparece una casa que se ha quedado ahí aislada, es algo increíble.