Redacción
País de relojes, chocolates, balnearios y actividades de invierno. El deporte blanco es uno de los mayores atractivos turísticos de Suiza y St. Moritz y Gstaad las estaciones invernales del lujo mundial
St. Moritz, para dejarse ver
Es marca exclusiva de las vacaciones alpinas invernales. Ha sido sede de los Juegos Olímpicos de Invierno y de Campeonatos Mundiales de Esquí. Sus pistas, perfectas para la práctica de los deportes blancos, poseen reconocimiento mundial. Un complejo turístico de lujo, en el que es posible ejercitar todas las modalidades del deporte blanco y otras muchas disciplinas deportivas.
St. Moritz cuenta con cinco pistas azules, 32 rojas, diez negras y más de sesenta remontes. La base de la estación se encuentra a 1.775 metros de altura sobre el nivel del mar y posee una altitud máxima de 2.349 metros en el Pico Pitz Muriel, un increíble mirador desde el que disfrutar de espléndidos paisajes. Trescientos cincuenta kilómetros de pistas, con las infraestructuras más modernas y trece estaciones destinadas a la práctica del esquí alpino, de fondo, snowboard y un largo etcétera de actividades.
Mundialmente famosa es su pista de hielo natural para la práctica del bobsleigh, o lo que es lo mismo, deslizarse vertiginosamente por un largo tobogán helado a bordo de un trineo, en el que viajan dos o cuatro personas. Bob Run, inaugurada en 1904, es la pista de bobsleigh más antigua del mundo y la única que se encuentra refrigerada de manera natural. Pero, St.Moritz dispone también de una pista olímpica de patinaje sobre hielo y un lago helado en el que se celebran partidos de polo, criquet y hasta carreras hípicas sobre hielo.
Nobleza y testas coronadas encontraron en St.Moritz un complejo turístico exclusivo. Desde hace más de ciento cincuenta años, es centro mundial del ocio de invierno y convoca, cada temporada, a un gran número de personajes conocidos y famosos que se dejan ver en el centro del glamour invernal. Alluring St.Moritz es el punto cosmopolita de los Alpes suizos en el que destacan la calidad de sus servicios y sus hermosos parajes.
Las calles de la pequeña ciudad lucen tiendas de Prada, Gucci, Hermés, Versace, Búlgari, Chanel o Dior y las compras van directamente a las habitaciones de cualquiera de sus hoteles de lujo o a los apartamentos exclusivos de la parte alta de la localidad.
Gstaad, “top level” del lujo y la discreción
Al contrario que en St.Moritz, los visitantes de Gstaad prefieren no ser vistos. Discreción, libertad y diversión alejada de miradas indiscretas. Una norma vigente en Gstadd, donde las fiestas se celebran en la intimidad de lujosas viviendas y alojamientos.
Ciento veintiocho kilómetros de pistas azules, 59 de rojas y 33 kilómetros de pistas negras y cincuenta y seis remontes destinados, aunque no en exclusiva, al placer de esquiadores aristócratas, royals, grandes fortunas y celebrities planetarias.
Gstaad es la bonita postal de un precioso pueblo suizo, en el que las vacas superan en número a las personas y las preciosas casitas de madera salpican un bucólico paisaje. Un encantador refugio alpino de hoteles de lujo, con uno especialmente emblemático, el Gstaad Palace. El “top level” del lujo dispone de jacuzzi en la terraza al aire libre y por sus salones han paseado Liz Taylor, Roman Polansky, Jack Nicholson o Michael Jackson.
No solo de glamour vive el Valle de la Engadina
Este paraíso de los Alpes suizos conserva todo su patrimonio alpino con casas tradicionales bien restauradas y encantadoras posadas locales. Un maravilloso enclave natural rodeado de montañas y salpicado de lagos, algunos ocultos en sus bosques, que constituye todo un regalo para la vista y un bálsamo para el espíritu.
El Lago Silvaplana, en la Alta Engadina, es perfecto para navegar a vela y practicar windsurf y kitesurf. Los vientos de hasta 80 kilómetros por hora permiten, a los amantes de las diversas variedades de surf, realizar saltos de más de veinte segundos. En sus orillas se encuentra Sils-Maria, un lugar frecuentado por la pureza del aire y el ambiente relajado.
Friedrich Nietzsche definía la placidez que le producía su estancia en este valle, en un carta dirigida a su hermana. El filósofo alemán escribía: “Estoy en el lugar más confortable del mundo. Siento una continua tranquilidad y ninguna presión”.
En Scuol, en la Baja Engadina, el sol también es visitante habitual. Sus maravillosos “spa” termales, con vistas a las montañas, son uno de los grandes atractivos de la zona. Sus manantiales y sus magníficas aguas proporcionan baños terapéuticos y, por supuesto, relajantes. La Suiza del lujo convive con la belleza natural y el encanto de la tradición.