Redacción
Una obra dirigida por Sergio Maggiolo
En los Teatros Luchana, del 14 de junio al 5 de julio
Un cordel sobrevuela el escenario con 30 números colgando de él. Debajo, el cronómetro que actuará como implacable guardián de un
elenco que dispone de 60 minutos para representar todas y cada una de las microobras de teatro que se esconden tras esos números,
en el orden que dicte el público.
Para ello, sólo existen las cuatro normas que rigen el teatro neofuturista:
- Siempre somos quienes somos, no interpretamos personajes
- Estamos donde estamos, sin viajar, sobre el escenario
- Lo que estamos haciendo, lo hacemos de verdad
- El tiempo es ahora, el presente manda
La compañía se inspira en el mundo que nos rodea y lo arrastra a
patadas al escenario para exponer su belleza y enfrentar al público
con sus infinitas contradicciones.
A lo largo del recorrido de la obra por toda España y varias ciudades de Alemania, más de 4.000 personas han disfrutado de Un intento valiente de representar 30 obras en 1 hora, y estas son algunas de sus opiniones sobre el espectáculo.
Notas del director
Un intento valiente de representar 30 obras en 1 hora es una manera de hacer teatro nunca vista antes en el territorio español. Un mecanismo que libera una descarga de nanoobras originales de 2 minutos para un público en vivo. Todas ofrecen algo diferente: algunas graciosas, otras intensas, elegantes, irreverentes, de actualidad, terroríficas o musicales.
Todas están llenas de verdad y tratan sobre el aquí y el ahora, inspiradas en la vida y experiencias de nosotros, los actores y actrices del reparto. Se trata de un espectáculo irreproducible, en constante cambio y que revolucionará tu manera de ver y entender el teatro.
Un intento valiente parte del teatro Neofuturista, término acuñado por Greg Allen en los años 80 en Chicago. El neofuturismo tiene una consigna principal: No mentir. Hacer teatro sin ficción.
Esta es nuestra base para escribir estas piezas teatrales, socavando la cuarta pared y creando una experiencia viva y ritual donde existe una relación horizontal entre el público y los intérpretes. Es un juego, una fiesta y un mitin político. Todo a la vez.
No pretendemos transportar al público a ningún otro lugar, a ningún otro época, con ninguna otra gente. Las obras de Un intento valiente aceptan al mundo que nos rodea y lo arrastra a patadas al escenario, donde todos pueden observar su horrible belleza y enfrentar sus contradicciones infinitas.