Por Duaa Naciri Chraih
Hablar de sexo sigue siendo un tabú en muchos espacios. Pero si hay un tema que cuesta aún más poner sobre la mesa es el deseo sexual femenino después de los 45 o 50 años. Durante décadas, la menopausia se ha contado como un final: fin de la menstruación, fin de la fertilidad y, casi siempre, fin del deseo. Sin embargo, la realidad es otra, y cada vez más mujeres, médicas y sexólogas insisten en romper mitos y abrir una conversación que sigue siendo incómoda para muchos.
La menopausia es una etapa biológica natural: marca el final de la edad fértil y suele aparecer entre los 45 y los 55 años. Según la Organización Mundial de la Salud, más de mil millones de mujeres en el mundo viven esta transición en la actualidad, y se espera que la cifra aumente en los próximos años a medida que la esperanza de vida se alarga. Pese a ser una experiencia común, sigue rodeada de silencios y falsas creencias, especialmente cuando se habla de sexo. Uno de los mitos más extendidos es que la menopausia elimina el deseo sexual de forma automática. Sin embargo, la evidencia médica muestra que no siempre es así. La Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) señala en sus guías clínicas que muchas mujeres mantienen deseo e interés sexual activo, aunque puedan requerir adaptaciones como lubricación extra o terapias hormonales, siempre indicadas por profesionales. Otro mito habitual es que hablar de sexo a partir de cierta edad es “indecoroso” o innecesario. Sin embargo, cada vez más estudios confirman que una vida sexual satisfactoria en la madurez mejora el bienestar emocional, fortalece la autoestima y ayuda a mantener la intimidad de pareja. Una revisión publicada por la North American Menopause Society concluye que la satisfacción sexual no tiene fecha de caducidad y que la clave está en la información, la comunicación en pareja y el acompañamiento médico cuando es necesario.
Más allá de los cambios físicos, la menopausia afecta a la sexualidad porque, durante años, se ha asociado solo a la pérdida: pérdida de juventud, de atractivo, de fertilidad. Esta narrativa limita la forma en que muchas mujeres viven su deseo y disfrutan su cuerpo. En realidad, la menopausia también puede abrir una etapa de libertad: sin miedo a embarazos no deseados y, en muchos casos, con menos presiones sociales. Por eso, cada vez más profesionales defienden que esta fase de la vida puede ser una oportunidad para redescubrirse y disfrutar sin culpa.
Para manejar molestias como la sequedad o la incomodidad, los expertos recomiendan opciones tan simples como usar lubricantes o hidratantes vaginales, practicar ejercicios de suelo pélvico y consultar sin miedo con ginecólogos y sexólogos especializados. Además, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia insiste en que, en algunos casos, la terapia hormonal sustitutiva, siempre bajo control médico, puede ser una opción segura para mejorar los síntomas físicos y, con ello, la comodidad y el placer durante las relaciones.
También es fundamental acabar con la idea de que la menopausia solo afecta a las relaciones en pareja. Muchas mujeres solteras o viudas viven esta etapa desde la individualidad, y romper el tabú del placer propio es igual de importante. La sexualidad no se define solo por la pareja, sino también por la relación que cada persona mantiene consigo misma. En los últimos años, iniciativas de divulgación y campañas públicas están ayudando a abrir esta conversación. Desde asociaciones de pacientes hasta redes de ginecología y sexualidad positiva, cada vez son más las voces que defienden que callar solo hace duradera la desinformación y el estigma. La ciencia está de acuerdo: cuidar la salud sexual durante y después de la menopausia es parte de la calidad de vida. Y hablar de ello, sin vergüenza, debería ser la primera receta.