Por Duaa Naciri Chraih
Zaragoza es de esas ciudades que tienen un poco de todo. Está en el corazón de Aragón, a orillas del río Ebro, y desde que llegas sientes que es un lugar con mucha historia, pero también con mucha vida. Pasear por sus calles es ir descubriendo rincones que hablan de su pasado, pero también bares llenos de gente, plazas animadas y un ambiente que engancha.
Lo primero que todo el mundo te dice que tienes que ver es la Basílica del Pilar. Y tienen razón. Es impresionante por fuera, con sus torres y cúpulas de colores, y por dentro todavía más. Además, si subes a una de sus torres, las vistas de la ciudad y del río son espectaculares. Justo delante está la Plaza del Pilar, un lugar enorme donde siempre hay movimiento. Allí también está La Seo, una catedral preciosa que mezcla varios estilos: románico, gótico, mudéjar y barroco. Cada rincón de este edificio cuenta una parte de la historia de la ciudad. A unos pasos de allí, cruzando el Puente de Piedra, puedes ver otra de las postales más bonitas de Zaragoza, sobre todo al atardecer. Este puente del siglo XV es perfecto para pararse un momento, mirar el Ebro y sacar fotos. Otro sitio que merece la pena visitar es el Palacio de la Aljafería. Es un palacio de origen islámico del siglo XI que parece sacado de un cuento. Tiene patios llenos de arcos y detalles decorativos que te transportan a otra época. Hoy es la sede de las Cortes de Aragón, pero sigue abierto para quienes quieran conocerlo por dentro.
Si te gusta perderte por las calles, el casco antiguo de Zaragoza es ideal. Calles estrechas, plazas pequeñas, tiendas de toda la vida y bares donde probar lo mejor de la gastronomía aragonesa. El sitio más famoso para tapear es El Tubo, una zona donde los bares están muy cerca unos de otros y siempre hay ambiente. Entre las tapas típicas están el ternasco de Aragón o el jamón de Teruel, pero hay para todos los gustos.
La ciudad también tiene museos interesantes. Uno de ellos es el Museo Pablo Gargallo, dedicado a un escultor aragonés que hizo obras muy originales. Otro es el Museo de Zaragoza, que guarda desde piezas romanas hasta pinturas. Y si te apetece algo más moderno, está el CaixaForum, que siempre tiene exposiciones temporales.
Zaragoza no es solo historia, tiene zonas nuevas y modernas, como el área de la Expo 2008. Allí hay edificios con diseños muy llamativos, como el Pabellón Puente, y el Acuario Fluvial, que es uno de los más grandes de Europa dedicado a ríos. Además, hay parques y paseos junto al río perfectos para dar una vuelta tranquila.
Si tienes la suerte de ir en octubre, podrás vivir las Fiestas del Pilar. Son las más importantes de la ciudad y duran varios días. Hay conciertos, actividades, ferias y la famosa Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar, donde miles de personas visten con trajes tradicionales y llenan la plaza de color, es una fiesta muy especial, tanto para los zaragozanos como para los visitantes.
Zaragoza es una ciudad que se puede disfrutar en cualquier época del año. No es demasiado grande, así que es fácil recorrerla andando, pero al mismo tiempo tiene mucho que ver. Es un lugar que combina su pasado romano, musulmán y cristiano con la vida moderna de una ciudad actual. Aquí puedes pasar la mañana viendo monumentos, la tarde paseando junto al río y la noche probando tapas. Y todo en un ambiente acogedor que hace que te sientas como en casa.
Visitar Zaragoza no es solo hacer turismo, es vivir la ciudad. Cada plaza, cada puente y cada calle tiene algo que contar. Y aunque vayas solo unos días, es de esos sitios que dejan ganas de volver.