El II Equinoccio de Cogolludo llena La Plazuela de vida, tradición y sabor con más de 2.000 visitantes

Redacción

La cita refuerza al municipio como referente en la promoción del producto local y en la defensa del medio rural en la Sierra Norte, en una jornada que unió gastronomía, cultura y participación vecinal.

Cogolludo volvió a convertirse en punto de encuentro de la Sierra Norte con la celebración de la segunda edición del Equinoccio, una jornada que reunió a más de 2.000 personas, el pasado 4 de octubre, en torno a la gastronomía, la identidad rural y el trabajo colectivo. El corazón de La Plazuela, lugar emblemático de la villa serrana por ser el tradicional escaparate del comercio local, y la Plaza Mayor se llenaron de vida en un ambiente festivo que duplicó la participación del pasado año y reafirmó el compromiso del municipio con su entorno agrícola y ganadero.

Desde primera hora de la mañana, vecinos, asociaciones y productores locales se volcaron en la organización de un evento que ofreció más de 2.000 raciones de comida entre migas, paellas, carnes y catas guiadas. La iniciativa, impulsada por el entramado asociativo de Cogolludo, con la colaboración de APAG Guadalajara, Ayuntamiento y la Asociación de Productores de la Sierra Norte, volvió a demostrar que el trabajo conjunto es la clave del éxito para reivindicar la Guadalajara Rural.

El alcalde de Cogolludo, Juan Alfonso Fraguas, destacó la implicación vecinal y la proyección que ha alcanzado el evento en solo dos ediciones. El regidor explicaba ayer que el Equinoccio no es una feria al uso, sino “una celebración de lo que somos”, y añadió que dar a conocer los productos locales, desde la carne y el queso hasta la miel o el vino, es una forma de situar al municipio en el mapa y de demostrar que se hacen las cosas bien. Fraguas destacó que todo el pueblo se ha volcado, desde los chavales hasta los mayores, y que este evento, que nace del pueblo, refuerza a Cogolludo como referente gastronómico de la provincia y como ejemplo de orgullo rural.

El agricultor y ganadero Ataúlfo Gamo, verdadero impulsor del Equinoccio, defendió que la esencia de esta cita debe seguir siendo la participación colectiva. Explicó que cada uno aporta lo que tiene, los ganaderos sus animales, los agricultores su maquinaria, las amas de casa sus banderolas y las asociaciones sus platos. Señaló que no se trata de protagonismos sino de unión, y que el Equinoccio no lo hace una persona, sino el pueblo entero. Por eso, concluyó, “ha venido para quedarse”.

Productos de la tierra

Durante toda la jornada se sucedieron catas y degustaciones de productos locales, organizadas en torno a un completo programa gastronómico. Hubo cata de miel con Alicia Moreno, productora de La Nava, y de queso con Luis Coracho, de la Quesería de Hita, que se volvió al pueblo desde Alcalá en 2012. También se ofrecieron panes con harinas de espelta de Despelta y Gustos de Antes, mermeladas artesanas de El Mirador, carnes de la Agrupación de Ganaderos de la Sierra Norte, trufa negra de Trufacero, Cervezas Artesanales Arriaca y de Despelta y vinos de Finca Río Negro.

El representante de Despelta, Carlos Moreno, explicó que los cereales siempre han sido el motor de la civilización y también de la Sierra Norte, y que lo vivido en Cogolludo es una celebración de esa riqueza transformadora. Añadió que “cuantos más productores haya, más valor se genera para el territorio”.

La apicultora Alicia Moreno subrayó el valor de visibilizar lo local y señaló que traer sus mieles a Cogolludo y contar su origen es compartir una tradición familiar que se mantiene desde sus abuelos. Destacó que ferias como esta permiten dar a conocer su trabajo y crear equipo entre productores.

La truficultora Loreto Palafox, de Trufacero, invitó al público a descubrir la trufa de Guadalajara, y concretamente de Cifuentes, donde tiene su centro de producción. Explicó que hay que cambiar la idea de que la trufa es un lujo inaccesible, ya que se trata de un producto que transforma la cocina. Afirmó que en la provincia cada vez son más los que apuestan por este cultivo y que necesitan visibilidad, por lo que iniciativas como el Equinoccio ayudan a que se les conozca.

El evento sirvió también para reivindicar el valor histórico de La Plazuela, antiguo corazón comercial y social de Cogolludo. En las visitas guiadas organizadas, el guía turístico Javier Segura, en esta ocasión bajo el epígrafe de “los comercios tradicionales de Cogolludo, recordó que este espacio fue durante siglos un punto de encuentro donde se intercambiaban productos y se tejían relaciones entre pueblos vecinos. Explicó que todavía hoy, y aun más en el Equinoccio, revive su función original, la de ser un lugar de convivencia y de identidad compartida.

La decoración de las calles, los puestos de productores, la música en directo y las actividades familiares devolvieron a este enclave su vitalidad original. “El alma del pueblo de Cogolludo late aquí”, definía ayer Fraguas.

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