Daniel Sánchez Alonso nos hace retroceder en el tiempo con su exposición “Retrato Editorial en Tiempos de SMS”

Por Sandra Cuenca/ Fotos: Daniel Sánchez

El fotógrafo Daniel Sánchez Alonso nos transporta a otra época con su exposición Retrato Editorial en Tiempos de SMS. Una cuidada selección de imágenes en blanco y negro tomadas desde mediados de 1993, muchas de ellas inéditas y otras publicadas en grandes cabeceras como Rolling Stone, El País Semanal, Vanity Fair, Yo Dona o Le Parisien Magazine. Hasta el 9 de marzo, puede visitarse en Guadalajara.

Hay exposiciones fotográficas que se vuelven imprescindibles para recuperar una parte de la historia de nuestro país; «Retrato Editorial en tiempos de sms» es una de ellas. Daniel ha querido adentrarse en una parte de su archivo y mostrar una serie de retratos increíbles, donde ha captado la esencia de todos y cada uno de los personajes que ha retratado. Músicos en sus primeros pasos hacia la fama como Estopa, Alejandro Sanz, Amaral o Pau Donés; actores como Mario Casas, Maribel Verdú, Silvia Marsó y Javier Cámara; líderes políticos como Esperanza Aguirre, María Teresa Fernández de la Vega o Soraya Sáenz de Santamaría; e iconos culturales como Antonio López, Enrique Morente, Alfredo Kraus o Boris Izaguirre.

Nos reunimos con él para hablar de su trayectoria, la evolución de la fotografía y el papel del retrato editorial en el periodismo actual y de hace años. La fotografía es una forma de entender el mundo, observándolo. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas, ha participado en cinco ediciones de entreFotos y en Flecha, entre otras. Trabaja en otros proyectos, entre ellos Eutopía y Aldea, en proceso de edición.

¿Siempre quisiste ser fotógrafo?

Siempre. Quizás desde los 17 años o antes. Empecé con la cámara como autor, después quise trabajar en dominicales y revistas, donde el retrato se convirtió en protagonista. He realizado múltiples reportajes, especialmente de figuras políticas y sociales. Y nunca he dejado de fotografiar, de crear o de encontrar.

Silvia Marsó

Tu primera fotografía publicada fue en 1993. ¿Cómo recuerdas aquel momento?

Recuerdo perfectamente aquella sensación. Como dijo un fotógrafo una vez: Eres profesional desde el día en que se publica tu primera foto. En mi caso, colaboraba con una ONG para la que había diseñado un logotipo y una revista. Hice unas fotos en una exposición benéfica y una de ellas, de unas sillas pintadas por artistas, se publicó en el desaparecido Diario Ya. Fue el comienzo.

Recientemente, me di cuenta de que había empezado a fabricar mis propios temas de editorial antes de empezar a publicar retratos. Por ejemplo, quedé con el actor cubano Jorge Perugorría cuando estaba grabando en Madrid; le propuse hacer unos retratos en el apartahotel donde se alojaba, en Plaza de España, con el Maestro Reverendo en su casa, o con Antonio Albert, periodista de cine, en la Gran Vía con los carteles pintados a mano de las películas de estreno.

¿Cómo viviste el cambio de la fotografía analógica a la digital?

De la noche a la mañana tuve que pedir un préstamo en Caja Madrid para comprar una cámara digital. Aquella primera cámara era terrible; cogí manía a Nikon y los objetivos Sigma, así que me pasé a Canon. Años después, volví a esa marca. Para fotógrafos, editores gráficos y directores de arte, fue un caos. Nadie sabía cómo manejar el color, los magentas y las dominantes. Mientras tanto, yo seguía trabajando con película y una Hasselblad para El País Semanal. Me costó dejarla porque implicaba otra forma de mirar y componer. Pero nos adaptamos. Hoy, la tecnología ha hecho que apenas necesitemos retocar las fotos, si la exposición es correcta.

Antonio López

¿Qué opinas sobre la inteligencia artificial en la fotografía?

Tengo amigos que experimentan con ella, pero a mí no me interesa. Prefiero la fotografía como siempre la hemos entendido. La IA es una herramienta útil en medicina, por ejemplo, pero en fotografía depende de la ética de cada uno. Ahora todo es fast food visual, se consume y se olvida. De hecho, hace poco me hicieron una entrevista para un blog, transcribieron mis palabras con IA y el resultado fue un desastre. Jorge Perugorría apareció como Jorge Perú Gorria. El problema está en que la persona después se tome la molestia de corregir las imperfecciones de la IA.

Haces fotografía de autor. ¿Cómo la defines?

Hay un trabajo comercial y un trabajo personal. Yo empecé en la fotografía por amor al arte y así sigo. La fotografía de autor es cuando sientes que tú estás en la imagen, que hay una conexión entre tu mirada y la historia que cuentas.

Tu exposición en Guadalajara, “Retrato Editorial en Tiempos de SMS”, ¿cómo nació?

Surge en 2023. Ya había hecho algunas exposiciones, pero a partir de 2005 empecé a publicar mucho más en revistas como en El País Semanal o Yo Dona, pero no editaba mis imágenes con la intención de exponerlas. Hace dos años, cuando mis hijos iban creciendo, volví al archivo y descubrí retratos que aún no había mostrado. Cocktail Blues Gallery en Guadalajara me propuso exponer y en pocas semanas estaba todo montado. La idea es que viaje por España y, ojalá, a nivel internacional.

Estopa

48 fotos en la exposición. ¿Fue difícil elegirlas?

Al principio pensé que sí, pero fue más fácil de lo que imaginaba. Revisando sesiones, encontré retratos que ahora me parecen más interesantes. Conté con Benito Román, editor gráfico y reciente ganador del XV Premio Nacional ‘Piedad Isla’ de Fotografía, para la selección. Un día extendí copias 10×15 cm en mi mesa y, sin darme cuenta, había maquetado un libro. Ahora busco financiación para publicarlo.

¿Cómo ha cambiado la fotografía en estos 30 años?

Esta exposición precisamente habla de eso. Antes, un País Semanal te duraba toda la semana. Se leía con calma, se disfrutaban las fotos. Ahora estamos saturados de imágenes y contenidos por cientos de sitios y no retenemos apenas nada.

Gran Wyoming

¿Qué tiene que tener un buen retrato?

Misterio. Algo que te atrape, que no sea evidente. En un retrato hay mucha psicología. Descubres inseguridades, miedos o fortalezas en personajes que parecen inquebrantables. La clave es captar esa verdad.

¿Tienes una foto favorita en la exposición?

Es difícil elegir solo una. El retrato de Antonio López en su estudio en 1997 es especial. Recuerdo la entrevista con Eduardo Sotillos, un periodista brillante. También el de Silvia Marsó, con quien me encontré hace poco en la calle y aún recordaba la sesión de 2002.

¿Qué comentarios has recibido sobre la exposición?

En la galería, el público le cuenta a Adriana y Joe que es la mejor exposición que han visto hasta ahora.

Muchos me dicen que no sabían que tenía tantos retratos. Y eso te hace pensar: ¿para qué sirve Instagram o una web si nadie lo ve con detenimiento? Ahora todo va demasiado rápido. Pero en la galería la gente se toma su tiempo.

Mario Vaquerizo

Además de la exposición, realizáis varios eventos. ¿En qué consisten?

Hay visitas guiadas, una charla sobre el retrato editorial y un taller de retrato donde hablamos de iluminación, las sutilezas que marcan la diferencia y las exigencias de los distintos medios. Cada exposición se convierte en un espacio de diálogo.

Estás dirigiendo un documental sobre la conservación de archivos fotográficos. ¿De qué trata?

Más que centrarse en la conservación técnica de los archivos, este proyecto pone el foco en la realidad de esos documentos que custodian fotógrafos, herederos e instituciones. ¿Qué ocurre con ellos? ¿Dónde se almacenan? ¿Cómo se conservan?

A través de testimonios de profesionales y responsables de archivos, buscamos generar conciencia sobre su valor como parte de nuestra memoria colectiva. Estas imágenes no son solo retratos o instantes congelados en el tiempo, sino testigos de nuestra historia, de nuestros abuelos, de nuestras ciudades en transformación.

Pasé de narrar historias con fotografías a hacerlo con imágenes en movimiento, y ese cambio me ha fascinado. Lo estoy realizando con recursos propios, con una inversión contenida mientras busco financiación y subvenciones. Si bien en el cine cada rol está claramente definido, aquí soy director, productor, guionista y entrevistador. Afortunadamente, cuento con una guionista para estructurar el relato y un montador que garantizará la calidad final.

Este documental no busca solo informar, sino dejar huella. Queremos despertar conciencia sobre la importancia de estos archivos como patrimonio común y la necesidad de protegerlos para que no se pierdan en el olvido.

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