Redacción
Bajo el sol de julio, las jornadas de memoria histórica en Cogolludo nos llevaron de las trincheras más crudas a las historias más humanas. Desde las huellas aún visibles del frente de Guadalajara hasta las cartas y diarios que cruzaron el mar desde Mallorca, emergieron recuerdos de guerra que hoy, casi un siglo después, siguen latiendo. Soldados, vecinos y familias entrelazados por la necesidad, el miedo… y también la amistad. Todo, con San Pedro como colofón, recordándonos que, incluso tras la mayor oscuridad, la memoria y el reencuentro acaban siempre en lo alto del pueblo, bajo la atenta mirada del santo.
Más de medio centenar de personas participaron este fin de semana en las II Jornadas sobre la Guerra Civil organizadas por la Sociedad de Amigos de Cogolludo (SADECO), un foro de reflexión sosegada y sin tintes políticos, en el que la historia local y la recuperación del patrimonio han sido los grandes protagonistas.
Las jornadas fueron abiertas por César Pérez, presidente de SADECO y principal impulsor de esta cita cultural, quien subrayó la importancia de preservar la memoria con rigor y sin ideologías, recogiendo testimonios e investigaciones “para conocer los hechos, no para juzgarlos”.
Uno de los momentos más destacados fue la conferencia del coronel José Romero, que ofreció un detallado análisis de la campaña militar en el valle del Henares, explicando cómo se estabilizó el frente de guerra en la línea Cogolludo-Jadraque-Almadrones tras la Batalla de Guadalajara en marzo de 1937. Romero despejó dudas sobre la entrada de las tropas nacionales en Cogolludo, aclarando que fue una acción coordinada de dos columnas, apoyadas por falangistas de Burgos, y analizó los combates posteriores en la zona, tradicionalmente eclipsados por otros episodios del conflicto. Su intervención resaltó el valor estratégico de Cogolludo y su entorno durante la contienda, en un contexto militar decisivo para el devenir de la guerra.
Especial relevancia tuvo la ponencia “Sacrofobia y anticlericalismo, verano caliente de 1936”, a cargo de Alfonso López, de la Asociación Histórica Frente de Guadalajara, quien abordó el fenómeno del anticlericalismo y la destrucción del patrimonio religioso en España durante el inicio de la guerra. López explicó el contexto histórico de estos ataques, que arrastraban décadas de conflictos entre la Iglesia y el poder civil, y cómo la violencia sacrofóbica arrasó con retablos, imágenes y bienes de incalculable valor. Cogolludo no fue ajeno a este fenómeno. Las iglesias de Santa María y San Pedro fueron saqueadas y su patrimonio, destruido. López defendió la necesidad de aprovechar la iglesia de San Pedro como recurso cultural y turístico, para explicar este episodio con fines educativos y de memoria histórica.
Precisamente, la singularidad de la iglesia de San Pedro, que permanece prácticamente congelada en el tiempo desde la guerra, ha sido uno de los ejes del debate. Su estado actual —con bóvedas derruidas, impactos de bala y restos de sus usos como cuartel, cocina y cárcel— la convierte en un espacio único en Castilla-La Mancha, como destacó el alcalde de Cogolludo, Juan Alfonso Fraguas, quien apostó por su recuperación como museo de la Guerra Civil, convirtiéndola en un potente motor turístico y un espacio para la reflexión histórica. “Pero somos un pueblo pequeño, y sin grandes recursos económicos, por lo que también este debate debería servir para poner en valor este proyecto”, señaló el regidor.
La proyección del documental «La campaña del Henares», de Francisco Pino, con imágenes aéreas comentadas por el coronel Romero Serrano, permitió visualizar el terreno y comprender mejor los movimientos de tropas en la zona.
El broche de oro a la jornada lo puso la visita nocturna “La vida en Cogolludo durante la guerra”, guiada por César Pérez, quien relató, en los mismos escenarios donde ocurrieron los hechos, la historia cotidiana del pueblo durante la guerra. En la plaza mayor, frente al palacio ducal, evocó la entrada de las tropas nacionales el 11 de marzo de 1937, la propaganda de la época y las duras vivencias de aquellos días. La visita incluyó la iglesia de San Pedro, donde Pérez relató cómo fue utilizada como cuartel republicano, cárcel nacional y, finalmente, quedó detenida en el tiempo, conservando cicatrices visibles de aquel periodo.
Además, César Pérez compartió las historias extraídas de diarios y memorias recientemente publicados, como los del soldado Pere Pahisa o el párroco Cándido Fernández, que documentan con crudeza la vida en el frente y la retaguardia. Estos relatos muestran el lado más humano de la contienda, con anécdotas insólitas como los intercambios de noticias entre enemigos o la electrificación del frente con la central de Alcorlo.
La jornada del sábado comenzó con una salida al campo para conocer de primera mano los restos de la Guerra Civil en Cogolludo y sus alrededores. A las 10:00, se realizó la Excursión al frente, visitando las trincheras de Aleas, uno de los sistemas defensivos mejor conservados del bando republicano en Guadalajara, donde los asistentes pudieron adentrarse en ellas y comprender mejor cómo se vivía en ese entorno. A continuación, se visitó La Visera, el conocido observatorio del bando nacional, desde donde se obtenían amplias vistas de todo el frente.
Tras la excursión, a las 13:00, tuvo lugar la conferencia «El frente de Guadalajara» a cargo de Miguel Ángel Rodríguez Pascua, del Colectivo Guadarrama, quien expuso su amplio conocimiento sobre los restos históricos y vestigios del conflicto en la zona. Miguel Ángel hizo un viaje fotográfico de todo el frente en la provincia desde las escarpadas estribaciones del Alto Tajo hasta la sierra norte. Un trabajo de muchos años que se plasmó en el libro «Guadalajara y la Guerra Civil, Frente a Frente». El ponente hizo hincapié en que todos los restos arqueológicos de la Guerra Civil están protegidos por la Ley del patrimonio Histórico. Además, contó el hallazgo de los mapas de Cipriano Mera, uno de los principales mandos del ejército republicano, que vinieron a completar la cartografía de la contienda en la provincia.
Después del descanso para la comida, las conferencias se reanudaron a las 16:00 con la intervención de Carolina Peña Moreno, investigadora de la Universitat de les Illes Balears. Su ponencia, titulada «Periplos y vivencias de los soldados mallorquines del regimiento 36 en Cogolludo (1937-1938)», desveló las experiencias de los soldados mallorquines que lucharon en este frente. Durante su investigación doctoral, Carolina descubrió un valioso conjunto de cartas que estos combatientes enviaban desde Cogolludo a su fábrica en Mallorca, relatando su día a día en la guerra. Su intervención fue un emotivo viaje al pasado, explicando cómo aquellos soldados se alojaban en casas de los vecinos, creando lazos afectivos que perduraron tras la guerra. Muchos de ellos, al finalizar el conflicto, volvieron al pueblo con sus familias, manteniendo hasta hoy en día la conexión entre Mallorca y Cogolludo.
A las 17:00 se presentó el libro «Pere Pahisa. Diario de guerra (1936-1939). De Mallorca al Frente de Guadalajara», editado por Lleonard Muntaner en 2022. La presentación estuvo a cargo de Montserrat Pahisa, hija del autor, quien compartió la historia de su padre, un joven catalán que, tras ser destinado a Mallorca para el servicio militar, fue enviado al frente de Guadalajara, concretamente a Cogolludo, donde permaneció buena parte de 1937.
El diario de Pere Pahisa ofrece un relato sencillo, honesto y sin valoraciones políticas, en el que describe su paso por la guerra, desde los combates en Mallorca hasta su llegada al frente de Guadalajara tras un largo periplo por diversas localidades. Pere recordaba con especial cariño a la gente del pueblo, como la señora Ignacia, que les daba de comer y les permitía guardar las armas en su cochera.
Durante su estancia, Pere Pahisa plasmó en su diario las duras condiciones de vida, los ratos de ocio dibujando y escribiendo, y la surrealista situación de disparar sin éxito contra aviones enemigos desde los tejados. También narró su grave herida en el frente de Extremadura, que le dejó el brazo inutilizado, y su posterior recuperación en Mallorca.
Su vínculo con Cogolludo perduró toda la vida, regresando en múltiples ocasiones con su familia, hasta su última visita en 2008, ya con 94 años. El afecto mutuo entre Pere y el pueblo quedó patente durante la presentación del libro, donde los asistentes rememoraron aquellos duros años de guerra y los lazos forjados entonces.
La jornada concluyó con un coloquio en el que se debatió sobre las vivencias de los soldados en Cogolludo y se compartieron recuerdos y reflexiones. El acto de clausura, a las 18:00, cerró unas jornadas repletas de memoria histórica, emociones y valiosas aportaciones sobre un capítulo esencial del pasado local y nacional.
Las jornadas confirmaron el gran interés del público por conocer este capítulo de la historia local y la necesidad de avanzar en la recuperación del patrimonio, con la iglesia de San Pedro como emblema de la memoria de Cogolludo.
“Cogolludo tiene mucho que conservar y mucho que recuperar”, termina César Pérez, presidente de SADECO. “San Pedro sería un escaparate excelente para contar esta historia, que también es parte de nosotros”, añade el alcalde de Cogolludo como petición institucional para esta Iglesia, para este Bien, para la que el Ayuntamiento ha solicitado la declaración de Bien de Interés Cultural.