jueves, julio 4, 2024

Jorge Drexler: intimismo, complicidad, gratitud

Por Javier Cuenca/ Foto: Alma Festival

Se mostraba tormentosa la noche del jueves en Madrid cuando el uruguayo Jorge Drexler pisó el escenario del Parque Tierno Galván, en el marco de la programación del Alma Festival en su primera edición capitalina, conjurándose a la meteorología para que las nubes no volvieran a descargar. Afortunadamente el clima se alió con el cantautor y apenas si unas gotas algo impertinentes vinieron a humedecer un concierto en el que el músico supo conectar con un público que se entregó a la propuesta con absoluta reverencia.

Se trataba aquí de interpretar en clave acústica (es decir, guitarra en mano y voz) el cancionero de un artista que ha sabido demostrar durante su ya dilatada trayectoria un indudable talento para escribir melodías y letras, haciendo hincapié en su último trabajo publicado, Tinta y tiempo, un disco que vio la luz hace un par de años. Claro que lo que pretendía ser un recital a guitarra y voz se vio salpicado ocasionalmente por la presencia de algún efecto de teclado y algún que otro sampler que debían querer poner la nota resultona sin abandonar la idea inicial de concierto desnudo.

En principio Drexler portaba y tocaba guitarra eléctrica, inaugurando el evento con una de las piezas de su más reciente álbum, la titulada Oh, algoritmo, donde ya de entrada invitó al público a corear el juguetón e irónico estribillo. El cantautor quería estar cerca de los asistentes y lo demostró a lo largo de todo el concierto, saludando a músicos amigos que andaban por allí y haciendo guiños de complicidad a la gente que se encontraba en las últimas filas y a la que no veía. Por cierto: el uruguayo dedicó el recital a sus tres hijos, que estaban también entre el público.

Aunque interpretó algunas piezas de su último trabajo (que reconoció le había costado iniciar y culminar en un momento en el que las musas no se dejaban ver lo suficiente), hizo un recorrido por su amplio repertorio, deteniéndose en canciones emblemáticas de discos importantes en su carrera como Eco (2005), del que no pudieron faltar Polvo de estrellas, Todo se transforma o Milonga del moro judío, en opinión de este cronista uno de los momentos más emotivos del recital, dada la dramática vigencia del contenido de esa letra.

Una letra que, recordó, nació de unos versos que le sirvió su amigo y mentor Joaquín Sabina para que el uruguayo compusiera una canción en décimas. Versos que no le pertenecían al jienense, sino que eran de otro cantautor emblemático: Chicho Sánchez Ferlosio. La mención a Sabina hizo que Drexler encadenara esa canción con una que escribió como gesto de gratitud hacia el autor de 19 días y 500 noches.

Hubo también paradas en las dos canciones compuestas junto a C. Tangana tanto para el disco de este como para el citado Tinta y tiempo, e incluso se permitió Drexler la travesura (poco afortunada, desde mi punto de vista) de reinterpretar en clave milonguera una pieza de un tipo llamado Bad Bunny a propósito de perreos y esa clase de singulares actividades. En fin… Creo que el cantautor uruguayo no necesita recurrir a este tipo de piruetas contando con un repertorio tan sólido e incontestable. ¿Ganas quizá de lograr nuevas complicidades? Vete a saber.

Otro momento a destacar fue su interpretación a capella, tal y como hiciera cuando recogió el Oscar, de la canción Al otro lado del río, que le brindó la preciada estatuilla. Y así se fue prolongando el concierto, que incluyó las colaboraciones en dos temas de las cantantes de jazz Alana Sinkëy y Miriam Latrece, con un Drexler dichoso de haber reunido a tanto público (el auditorio del parque Tierno Galván estaba a rebosar) en un recital tan intimista. Tras finalizar con Guitarra y vos, esa canción casi hablada y de texto tan complejo que aparecía en Eco (otra vez ese magnífico disco), llegaron los bises y después el desenlace, que había que respetar los horarios y la cosa no daba para más. Aunque el uruguayo estaba disfrutando mucho y quizá, si hubiera sido posible, se hubiese tocado otra. Bien por él.

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