La presión familiar y el reloj biológico ajeno

Por La Amiga Imperfecta

¿Cómo lidiamos con las expectativas de boda/hijos de la familia cuando nosotros no las tenemos (aún)?

Querida Amiga Imperfecta: Llevamos mucho tiempo juntos y, aunque estamos felices, la presión familiar para que nos casemos o tengamos hijos es asfixiante. Cada reunión es un interrogatorio. No estamos seguros de querer esas cosas, o al menos no ahora. ¿Cómo ponemos límites a la familia sin parecer que odiamos la idea de la felicidad conyugal y la descendencia?

¡Ay, mi querida prisionera de las expectativas ajenas! Tu pregunta es el himno nacional de las parejas estables que no han pasado por el altar o la cuna. Entiendo perfectamente tu situación. Es como si cada reunión familiar fuera un episodio de «Quién Quiere Ser Millonario«, pero las preguntas son: «¿Para cuándo la boda?«, «¿Y los niños?«, «¿No se os pasa el arroz?«. Y tú ahí, intentando disfrutar del postre, mientras el sudor frío te recorre la espalda.

La familia es maravillosa, ¿verdad? Son los que te aman incondicionalmente… y también los que creen que tienen el derecho divino de planificar tu vida amorosa y reproductiva. Tu madre, tu tía, tu abuela, incluso el primo segundo que solo ves en Navidad, todos se convierten en expertos en «felicidad conyugal» y «relojes biológicos» que, curiosamente, ¡siempre son ajenos!

¿Cómo ponemos límites a la familia sin parecer que odiamos la idea de la felicidad conyugal y la descendencia?

Aquí te doy la guía de la Amiga Imperfecta para sobrevivir a los «interrogatorios familiares» con gracia y humor (y sin acabar en terapia):

La Técnica del «Desvío de Misiles». Cuando te lancen la pregunta bomba («¿Y la boda?»), no respondas directamente. Desvía el misil con una pregunta inocente: «¡Ay, la boda! ¿Y la tarta de la boda de la prima Pepi, qué tal os salió? ¡Estaba riquísima!». O «¿Para cuándo los niños? Hablando de niños, ¿Qué tal el sobrino en el colegio? ¿Ya ha aprendido a leer?».

El «Humor de Escudo». Usa el humor como tu mejor defensa. Si te dicen «¿No se os pasa el arroz?», responde con una sonrisa: «¡No, no! Lo estamos dejando al dente, que así tiene más personalidad. ¡Y el arroz integral tarda más!». O, si insisten con los bebés: «Estamos esperando a que inventen el botón de ‘pausar’ la vida real para poder tenerlos«.

La «Respuesta Zen y Misteriosa». Cuando la presión sea insoportable, adopta una actitud zen. «El universo tiene sus tiempos, y nosotros, los nuestros.» O «Estamos en un viaje de autodescubrimiento, y por ahora, el destino no incluye pañales.» Suena profundo y los dejará pensando (o al menos, sin saber qué más preguntar).

El «Pacto de la Pareja Unida». Habla con tu pareja y establezcan una «respuesta oficial» que ambos repitáis como un mantra. «Estamos muy felices así«, «Cuando sea el momento, lo sabremos«, o «Por ahora, estamos disfrutando de nuestra libertad y de dormir hasta tarde«. La unidad hace la fuerza (y la paciencia).

La «Visita Relámpago Estratégica». Si las reuniones familiares son un campo de batalla, limita el tiempo. Llega un poco tarde, vete un poco antes. «¡Ay, qué pena, tenemos otro compromiso!» (aunque ese compromiso sea ver una serie en pijama). Menos exposición, menos interrogatorios.

El «Regalo Temático Anti-Preguntas» Si te regalan un álbum de fotos de bebés o un libro de planificación de bodas, sonríe, agradece y luego… úsalo para apoyar una mesa coja. O, mejor aún, regálaselo a la prima que se acaba de casar. «¡Mira qué útil, Pepi!«.

Recuerda, mi querida consultante: tu vida es tuya, no un reality show familiar. La felicidad conyugal no se mide por el tamaño del anillo o el número de pañales, sino por la conexión y el amor que hay entre vosotros. No tienes que odiar la idea de la boda o los hijos para no quererlos ahora. Simplemente, estás viviendo tu propia historia, y no la que tus familiares han guionizado para ti.

¡Así que, a disfrutar de tu relación sin presiones, y que el único «sí, quiero» sea el que le dices a tu pizza favorita!

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