Los cabezudos de Almonacid rejuvenecen gracias a Mayte Rodríguez

Redacción

Esta jubilada, nacida en Badajoz, pero que ha echado raíces en la villa alcarreña, ha restaurado, de manera altruista, los cinco cabezudos que salen cada siete de septiembre, a repartir escobazos y caramelos entre los niños almonacileños.

Mayte Rodríguez nació en Valle de la Serena, un pueblecito de Badajoz, cercano a Don Benito, donde se crio, pero lleva 23 años viviendo en Almonacid de Zorita. Participa en todas las actividades del pueblo, ya sea bailando con el traje típico de las águedas de las que fue alcaldesa hace unos años, con el uniforme de protección Civil o en los puestos de las asociaciones en las ferias.

Mayte es viuda desde hace trece años. Inmediatamente se nota que echa de menos a su marido. Jubilada, después de batallar en mil trabajos, fundamentalmente en hostelería, ahora, dedica su energía, que es mucha, a su familia -tiene seis nietos- y a las manualidades. “Paso mucho tiempo sola. Lo empleo en hacer cosas que me gustan, como las manualidades, que me distraen y me relajan. Reciclo todo lo que puedo”, cuenta.

Es tradición inmemorial que, en Almonacid de Zorita, los cabezudos salgan el día 7 de septiembre, día de la víspera de la fiesta patronal en honor a la Virgen de la Luz, a las 17 horas.

Un poco antes del pregón, suena el cohete, y aparecen los cabezudos, con sus escobas, persiguiendo a los niños, que corren delante de ellos entusiasmados y asustados a la vez, porque tan pronto sueltan un escobazo, como les dan un puñado de caramelos.

En noviembre pasado, recogiendo después de la fiesta de Los Santos, en las bóvedas de la Casa Consistorial, Mayte percibió que el tiempo no había pasado en balde por los cabezudos. Adquiridas por el Ayuntamiento hace más de medio siglo, hay cinco figuras, que Mayte ha ido bautizando, al tiempo que se encariñaba de ellas, como el capitán, el diablillo, el payasete, Popeye y doña Rogelia.

La humedad, el uso, y fundamentalmente, los años, habían hecho que se optase por reemplazarlos en breve. “Cuando me lo dijeron, me ofrecí voluntaria para restaurar todas las figuras”, señala Mayte. Fabricadas en cartón piedra, a cada una le hacía falta restaurar una cosa. Al capitán su gorro, su nariz y su verruga; a Popeye quizá le hayan ayudado las espinacas, porque apenas tenía desperfectos, salvo a la altura del pecho; a doña Rogelia, Mayte le ha arreglado su nariz y los pómulos, además, del enganche. Al diablillo, el labio “que tenía partido”, la nariz y las cejas, y al payaso la nariz, su gran gorro verde, y las cejas.

El proceso es similar en todos los desperfectos: rellenar con masilla, lijar para igualar, y pintar con pinturas resistentes al paso del tiempo. “Estoy contenta con el resultado. Las personas que lo han visto me han dado la enhorabuena”, resume Mayte que va a decirles a los chavales que disfruten con el resultado, pero también que los cuiden”, termina.

El Ayuntamiento de Almonacid de Zorita agradece su trabajo a Mayte, además de felicitarla por el resultado.

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