Por La Mala Madre
El mito de la maternidad beige
Si pasas cinco minutos en Instagram, el algoritmo te convencerá de que la maternidad es una experiencia serena, monocromática y perfectamente curada. La madre de Instagram (la llamaremos «InstaMom») tiene tres hijos que usan lino orgánico, todos juegan en silencio con juguetes de madera sin tratar y, por supuesto, su casa es una paleta de colores beige, blanco roto y verde menta.
Su desayuno es una obra de arte: un smoothie bowl con semillas de chía que deletrean «Amor», y unos pancakes hechos con moldes de estrella, perfectamente apilados y coronados con arándanos frescos. La luz entra por la ventana de su cocina minimalista y ella sonríe con dientes perfectos y una taza de té de hierbas a juego con sus uñas.
Y luego está la vida real.
La Realidad de la Tostada Carbonizada
Nosotras, las Madres de la Vida Real (RVL Moms), vivimos en un universo paralelo. Nuestro desayuno es una carrera contra el reloj donde la victoria se mide en la cantidad de café que logramos ingerir antes de las 8 a.m.
Mientras la InstaMom prepara sus pancakes de estrella, nosotras estamos lidiando con el caos:
La Tostada Quemada: El sonido de la tostadora haciendo clic es seguido, dos segundos después, por un olor acre y familiar: la tostada que se quedó 2 segundos de más y huele a carbón. Intentas raspar la capa negra con un cuchillo, fingiendo que es «pan integral crujiente», pero la alarma de incendios ya ha detectado tu error.
El Uniforme: En lugar de lino orgánico, nuestros hijos lucen el «Pañal a la Vista» combinado con una camiseta manchada de yogur que se puso ayer. Y nosotras, la RVL Mom, llevamos el pijama o el mismo chándal desde el martes.
El Silencio: ¿Jugar en silencio? ¡Ja! En nuestra casa, el silencio solo significa dos cosas: o están durmiendo, o están pintando las paredes con caca de perro.
La Casa de Diseño: Nuestra casa se parece a una tienda de juguetes que explotó. Hay piezas de LEGO en la alfombra, peluches en la lámpara y una pila de ropa sin doblar que ha desarrollado su propio ecosistema.
Cada vez que abres Instagram y ves la mesa de comedor de ensueño de la InstaMom, tu cerebro, automáticamente, te susurra: «Lo estás haciendo fatal. Mira qué ordenada, qué calmada, qué buena alimentadora es. ¿Por qué mis hijos solo comen pasta con mantequilla?»
El filtro no es la realidad
La trampa de las redes sociales es que nos hacen comparar nuestro detrás de cámaras (el caos, la frustración, la tostada quemada) con la escena final editada de otra persona. Es como comparar tu película de terror familiar con el tráiler de una comedia romántica.
La InstaMom es una profesional de la edición. Ella no te enseña:
Los 17 intentos para conseguir esa foto perfecta del desayuno.
La pataleta épica que hubo justo antes de ponerse el vestido de lino.
Al marido escondido limpiando el desastre detrás del ángulo de la cámara.
El olor a carbón que aún impregna su cocina.
Punto de desarme: celebra el desorden
La verdadera prueba de que lo estás haciendo bien es si tu casa parece habitada. Si hay desorden, es porque hay juego. Si hay manchas, es porque hay vida. Si huele a carbón de vez en cuando, es porque estabas ocupada haciendo algo más importante que vigilar un trozo de pan: estabas criando.
La maternidad real es ruidosa, desordenada, está llena de carbohidratos dudosos y, sí, a veces hay que gritar al viento.
Así que, tira la tostada quemada. Abre las ventanas. Deja que la luz entre sin filtros y disfruta del caos. Tú eres la RVL Mom, y lo estás haciendo maravillosamente bien. Y, francamente, las tostadas quemadas son la marca de una madre que tiene prioridades más importantes que la perfección estética.

