Nostradamus: ¿predicciones o profecías?

Por Antonio de Lorenzo

Entre la historia y la incertidumbre

Michel de Nôtre-Dame, más conocido como Nostradamus, publicó en 1555 sus célebres Centurias, una colección de cuartetas enigmáticas que, desde entonces, han alimentado interpretaciones, temores y debates. Cinco siglos después, su figura sigue ocupando un lugar peculiar en la cultura popular: ni totalmente desacreditada ni completamente aceptada. En un mundo donde la información se mueve a velocidad inédita y la inquietud global crece, las supuestas predicciones del astrólogo francés resurgen cada cierto tiempo. El presente artículo propone un repaso estructurado: primero, los aciertos más citados; segundo, algunas interpretaciones recientes vinculadas a fenómenos contemporáneos; y finalmente, aquello que se proyecta como “por venir” según sus seguidores.

Los aciertos más conocidos

Los defensores de Nostradamus suelen señalar una serie de acontecimientos históricamente contrastados cuya similitud con determinadas cuartetas parece, para ellos, más que una coincidencia. El primer ejemplo recurrente es el ascenso de Napoleón Bonaparte. En la Centuria I, cuarteta 35, se habla de “un emperador nacido cerca de Italia”, y “la ocupación de tierras”. Para muchos intérpretes, estas alusiones encajarían con la trayectoria del corso. La cuarteta es ambigua, pero la posterior fama de Napoleón hizo que el vínculo prosperara.

Otro caso citado con frecuencia es el de Adolf Hitler. La Centuria II, cuarteta 24, menciona el surgimiento de “un niño pobre de Europa” cuyo nombre, según algunas versiones, se aproximaría a “Hister”, término latino que designa el bajo Danubio. Los intérpretes sostienen que la cercanía fonética entre “Hister” e “Hitler” justificaría la asociación, pese a que la referencia geográfica dista del lugar donde nació el dictador alemán. Con todo, la lectura ha calado en el imaginario colectivo gracias a documentales, novelas y programas televisivos.

La gran destrucción de Londres causada por un incendio en 1666 constituye otro de los ejemplos favoritos. En la Centuria II, cuarteta 51, se menciona a “la gran ciudad quemada por el fuego”. La coincidencia con el Gran Incendio alimentó la idea de una profecía cumplida, aunque la vaguedad del texto permitiría aplicarlo a otros muchos episodios. Sin embargo, el impacto histórico del desastre convirtió la cuarteta en un clásico de estas compilaciones.

Por último, también se suele incluir la Revolución Francesa. La Centuria I, cuarteta 14, hace referencia a “esclavos y cautivos” que “cantan, gritan, exigen sin leyes”. De nuevo, el contexto revolucionario del siglo XVIII ofreció una lectura compatible. Lo cierto es que, más allá de interpretaciones, la versatilidad del lenguaje de Nostradamus —simbólico, poético y deliberadamente críptico— permite asociaciones amplias que han favorecido su perdurabilidad.

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Predicciones cumplidas en los últimos tiempos

El siglo XXI ha ofrecido un terreno fértil para quienes buscan correspondencias contemporáneas en las Centurias. La globalización, las tensiones geopolíticas, el cambio climático y las crisis sanitarias son material propicio para reinterpretar textos escritos hace quinientos años.

En 2001, tras los atentados contra las Torres Gemelas, circularon rápidamente en internet supuestas cuartetas de Nostradamus que describían el ataque con precisión. Sin embargo, muchas de ellas resultaron ser falsificaciones modernas. Aun así, algunos intérpretes han encontrado elementos en cuartetas auténticas que, según su criterio, podrían vincularse al acontecimiento. La vaguedad continúa siendo un factor decisivo: términos como “gran fuego”, “torres” o “ciudad del norte” aparecen en su obra, pero asociados a múltiples lecturas posibles.

La crisis financiera global de 2008 también generó revuelo. Varias cuartetas mencionan “caídas repentinas”, “miseria en los mercados” o “poderosos derribados”. En este caso, la interpretación depende, nuevamente, del lector: las analogías económicas, científicas o sociales pueden adaptarse a épocas diferentes.

La pandemia de COVID-19 ha sido, quizá, el episodio reciente donde más se han buscado nostradámicas correspondencias. Algunas cuartetas mencionan “plagas” y “ciudades desiertas”, lo que para ciertos seguidores encaja con los confinamientos y el impacto sanitario global. No obstante, las pandemias han recorrido la historia humana con frecuencia, por lo que asociar una epidemia moderna a un texto del siglo XVI no resulta particularmente complejo. La fascinación, más que la exactitud, explica la persistencia de estas lecturas.

También en los últimos años se ha citado una supuesta predicción relativa al auge tecnológico. Pasajes que hablan de “máquinas infernales” o “mensajes a través de los aires” han sido reinterpretados como anticipaciones del internet, los satélites y la inteligencia artificial. Aunque la imaginación es amplia y la tecnología actual resulta difícil de encajar literalmente en un marco renacentista, estas lecturas continúan alimentando la idea de un Nostradamus “visionario”.

Predicciones a futuro inmediato

Los expertos en Nostradamus —entendidos como quienes estudian sus textos desde una perspectiva histórica o literaria— coinciden en que las cuartetas no permiten proyecciones cronológicas ni hechos verificables con precisión. Sin embargo, en el ámbito divulgativo y popular sí han circulado interpretaciones orientadas al futuro inmediato.

Una de las más comentadas se refiere a nuevas tensiones geopolíticas. Algunas cuartetas mencionan conflictos en Asia y Oriente Medio, interpretados como advertencias de enfrentamientos internacionales contemporáneos. La mención de “reyes”, “poderes del Este” y “mares encendidos” se adapta a un contexto global donde conviven rivalidades estratégicas y disputas territoriales.

Otra línea interpretativa se centra en el clima. La referencia a “sol abrasador” o “inundaciones sin fin” ha sido vinculada a fenómenos extremos del cambio climático. Aunque estas imágenes son comunes en la literatura profética, en la actualidad adquieren una resonancia especial por la evidencia científica de las transformaciones ambientales en curso.

También se mencionan hipotéticos avances o crisis tecnológicas. Algunas interpretaciones sugieren que las cuartetas aluden a una aceleración de la inteligencia artificial o a problemas derivados de la automatización. Nuevamente, el lenguaje simbólico permite amplias posibilidades sin garantizar exactitud.

Ante este panorama, lo cierto es que la obra de Nostradamus sigue funcionando como un espejo donde cada época proyecta sus temores y esperanzas. La ambigüedad del texto hace posible casi cualquier lectura, lo que garantiza su persistencia.

Creer o no creer, esa es la cuestión

Cuando se trata de Nostradamus, el dilema permanece: creer o no creer. Después de cinco siglos, sus cuartetas continúan inspirando debates, documentales, tertulias y artículos como este. Quizá la verdadera profecía no esté en los versos, sino en la capacidad del autor para asegurarse, con apenas unas frases crípticas, que seguiríamos hablando de él medio milenio después. En ese sentido, fue un visionario sin disputa.

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