martes, abril 30, 2024

VINO Y TURISMO. Villarrobledo: una villa de Interés Cultural

Texto: Javier Pérez

Visitamos una de esas grandes villas manchegas, repleta de monumentos y lugares con encanto. A 86 km de Albacete, es una de las grandes poblaciones de la Mancha. Entrar en sus calles es adentrarnos en un impresionante patrimonio arquitectónico, declarado Conjunto Histórico Artístico.

Fue el siglo XVI el de su esplendor económico y social, como demuestran varias de las construcciones que se hicieron durante esta centuria como la actual iglesia de San Blas, varios conventos e incluso la casa del Ayuntamiento.  Todas ellas son visitas de interés. Pero además, ofrece un conjunto urbano de calles amplias y muros encalados al estilo de otras poblaciones manchegas.

Podemos hacer la primera parada de nuestro paso por Villarrobledo en su Plaza Mayor (plaza Ramón y Cajal). Quizás sea el mayor punto de interés de Villarrobledo ya que allí se encuentran dos de los edificios más emblemáticos. Uno civil y otro religioso. El primero es el Ayuntamiento (s. XVI), joya renacentista declarada Bien de Interés Cultural. Por dentro destaca su claustro, recientemente reformado. En el exterior merece la pena reseñar la arcada de su fachada con doble arquería. También es de obligada admiración los distintos escudos esculpidos, como el de los Austrias.

Justo delante, el gran templo del municipio. La iglesia de San Blas (s. XVI) sorprende al turismo por su aspecto catedralicio. La iglesia de San Blas se levantó sobre los restos de la antigua, que se había quedado pequeña, a lo largo del siglo XVI. Su construcción tuvo varias fases y por tanto observaremos en ella diferentes estilos arquitectónicos, desde el gótico al barroco pasando por el renacimiento. Fue declarada Monumento Nacional en 1977. En la capilla mayor encontraremos la joya de la iglesia, un colosal retablo barroco de estilo churrigueresco, obra de Marcos de Evangelio en el siglo XVIII.

Nos adentramos en su núcleo urbano y, tomando la calle Dos de Mayo, llegaremos a la iglesia de San Sebastián, ubicada en la plaza del mismo nombre. Es muy vistoso el porche de su portada principal, así como su esbelta torre.

Muy cerca, caminado por la calle Alfarerías Bajas, nos encontramos con la plaza de la Constitución. Allí descansa uno de los edificios más representativos del patrimonio civil de la villa. Hablamos del Mercado Municipal de Abastos. De inspiración neoclásica, fue construido en 1930 y declarado Bien de Interés Cultural.

A escasos metros nos esperaba el Gran Teatro. Fue levantado en 1916 por el Barón de Quito. Merece la pena reseñar su hermosa fachada modernista. Actualmente es el principal foco del ocio en la localidad, pues alberga distintos espectáculos relacionados con el teatro, la música y la cultura.

El Círculo Mercantil es otro bello edificio de principios del siglo XX de corte neoclásico. Y a pocos metros podremos visitar el monasterio de la Purísima Concepción y San Bernardo (s. XVI). Fue edificado sobre los restos del antiguo Hospital de la Caridad, siendo el primer convento fundado en la villa. De estilo renacentista, posee una iglesia de nave única, en cuyo interior se guarda la imagen del Cristo de Medinaceli.

Conventos, iglesias y arquitectura civil

Como hemos mencionado, también durante el siglo XVI se fundaron en Villarrobledo tres conventos de clausura: el de San Bernardo, el de Carmelitas y el de las Clarisas. Estancias sobrias, salas de gruesos muros encalados y baldosas rojizas, y un claustro cuadrado. Entre los bienes muebles más destacados que conserva el convento destaca un lienzo llamado El taller de San José, obra de Maella de finales del XVIII. Y para terminar con la edificios religiosos no podemos dejar de mencionar la Ermita de la Caridad, que guarda a la patrona de la Villa. Fíjese en la peana de plata que sostiene la imagen d la Virgen, una maqueta del cerro rico de Potosí, igual que el arco que la acompaña y la corona de oro; todo comparte la procedencia de Indias. 

Abriendo el apartado de la arquitectura civil encontramos en la población varios ejemplos de Casas Nobles decoradas con blasones y construidas entre los siglos XVI y XVIII. Por ejemplo en la Plaza Mayor la casa de los López Muñoz, cuyo escudo se cobija bajo un clásico frontón triangular; la casa de los Pacheco con una bella portada decorada con un frontón partido, escudo y flameros; y en la calle Pedregal la casa de los Romero Alarcón, que conserva un bello blasón labrado por Martínez de Mendizábal en 1627. Y volviendo de nuevo al punto de partida de la visita, la Plaza Mayor, destacar el edifico del Ayuntamiento con su sobria fachada de corte renacentista y doble arquería de seis vanos y órdenes superpuestos enmarcada entre machones, uno con el escudo de la ciudad y el otro con el reloj municipal.

Vino y Barro

En La Mancha hablar de vino es hacerlo pensando en las Tinajas. Vino y Tinajas han sido un todo. Uno de los mayores productores de tinajas es Villarrobledo, donde algunas de éstas podían llegar a alcanzar cuatro metros de altura y que han servido durante siglos para conservar la naturalidad y la autenticidad del vino.

El barro es un elemento fundamental en la conservación de vino. Permite una microoxigenación y lo mantiene a una temperatura constante respetando su esencia más pura.

Villarrobledo acoge el “Centro de Interpretación de la Alfarería Tinajera”. Un museo que da a conocer el oficio tinajero y potenciando tanto su importancia en la economía de la manchega Villarrobledo como su parte más artística.

Este oficio fue muy importante durante cuatro siglos en la villa. La industria tinajera fue evolucionando a través de los siglos, de ser actividad artesanal desarrollada por una minoría que elaboraba piezas de pequeño tamaño para almacenar todo tipo de productos, pasó a ser una importante actividad como lo prueba los 72 hornos que existieron en Villarrobledo hasta la primera mitad del siglo XX.

Rutas alrededor de “El Quijote”.

En Villarrobledo podemos recorrer la «Ruta del Quijote» (en su vertientes urbana y natural). Hemos elegido la ruta natural, donde se puede admirar un paisaje con colores vivos y luminosos en verano; y pardos, rojizos y verdes intensos del monte típico mediterráneo en otoño e invierno. Una interminable llanura que se funde con el horizonte en la lejanía.
A su paso por Villarrobledo la ruta discurre por vías históricas, como la cañada real de Murcia y veredas como la de Carrión y San Isidro. El paisaje está dominado por grandes extensiones de viñedos que se alternan con cultivos de cereal de secano y zonas de pinares y monte bajo.

Para chuparse los dedos

La cocina tradicional de Villarrobledo, podría definirse como “cocina de subsistencia”. De origen humilde, asociado a las labores de pastoreo y agrícolas, a la vez que contundente es rica en sabores y texturas.
Ingredientes sencillos, propios de una tierra que no premia con variados frutos, pero que, elaborados con sabiduría, deleitan el paladar más exquisito.

Platos típicos:

  • Los gazpachos manchegos de tortas cenceñas, con carne de caza o con pollo. Un plato de mucho alimento.
  • Las gachas, harina de almortas o guijas que sustituyó a la de trigo en tiempos de escasez. Una delicia que se toma acompañada de «tajás» de tocino.
  • La perdiz roja en escabeche o con judías.
  • Los pistos y asadillos de tomate y pimiento.
  • No dejéis de probar la suculenta caldereta de cordero.
  • El atascaburras: patata cocida deshecha en el mortero con aceite de oliva y ajo, migas de bacalao y huevo cocido.
  • La gachamiga: harina de trigo, precioso cereal, a manera de tortilla, dorada y crujiente.
  • Migas ruleras, el aprovechamiento del pan duro elevado al grado de manjar. Se toman acompañadas de uva o chocolate.
  • Y los postres: natillas, arrope (realizado con mosto de uva), leche frita, hojuelas, arroz «de duz» o con leche…

Qué ver por los alrededores?

  • Molino de agua La Pasadilla. Dentro del término de Villarrobledo, en el paraje de La Pasadilla se conserva un conjunto hidráulico tradicional del siglo XVIII. Pensado para abastecer la antigua finca de las Carmelitas Descalzas, tanto de harina como de agua, mantiene todas sus partes confiriéndole un singular valor estructural.
  • Bodega López Panach. Situada en la finca “El Calaverón”, en el término municipal de Villarrobledo, se extiende a lo largo de 35 hectáreas de viñedos y otras 15 de viveros. Es una bodega joven e innovadora que vio la luz en el año 2002 con la denominación Tierra de Castilla.
  • Bodega Torres Filoso. Bodega familiar desde 1921 situada en un paraje precioso absolutamente manchego y con la Sierra de Alcaraz al sur. Tintos con cuerpo, mucho color vivo, aromas de uva, ligados con vainillas de roble y golosos.

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