En la confluencia de dos ríos emerge Bayona. Una ciudad pequeña y coqueta dividida por aguas benéficas que le concedieron riqueza y prosperidad.
Su propio nombre en euskera, Baiona, proviene de “Ibai ona” o “buen río”. El río Adur conecta la ciudad con el Golfo de Vizcaya convirtiéndola en un punto comercial estratégico. La caza de ballenas y la pesca del bacalao le otorgaron una gran importancia ya durante la Edad Media. Una sociedad pujante protegida por unas murallas de las que apenas quedan restos. Bayona es una de las urbes más importantes de Nueva Aquitania. Está situada en el País Vasco-francés, a apenas media hora de la frontera con España. Una ciudad francesa con gran regusto vasco.
Nive y Adur.
El río Nive se une al caudaloso Adur entre el Ayuntamiento y el hermoso Pont-Saint-Esprit. El puente, de siete arcos y doscientos metros de longitud, fue construido en el siglo XIX en sustitución del medieval. Desde el mismo puente resulta posible avistar la Plaza de la Libertad con su Ayuntamiento, un edificio neoclásico que además es teatro municipal. Las seis esculturas que bordean el techo del consistorio reflejan ambas funciones, unas representan las artes y las otras las actividades económicas de la ciudad. También, las altas agujas de la Catedral son visibles desde el puente.
La Catedral gótica de Santa María, iniciada a principios del siglo XIII, se sitúa sobre una loma desde la que se dominan los dos cauces. El templo encierra un magnífico claustro construido en estilo gótico flamígero, uno de los más grandes de Francia. El interior de la iglesia se ilumina a través de numerosas y coloridas vidrieras estilo Chartres. La Catedral de Bayona se encuentra en el Camino de Peregrinación hacia Santiago y está declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Grand Bayonne.
Es el barrio comercial y centro histórico. Además del Ayuntamiento y la Catedral, en Grand Bayonne se encuentran el Mercado y el Jardín Botánico. El Castillo Viejo, Château Vieux, merece una exploración por sus alrededores ya que, actualmente, pertenece al Ejército y no es posible acceder al interior.
No es la única construcción defensiva de la antigua ciudad amurallada. La Porte d´Espagne es una de las entradas a Grand Bayonne y un buen lugar para apreciar los restos de las tres murallas construidas a lo largo de los siglos, desde la época romana, para proteger la ciudad.
El río Nive separa Gran Bayonne (Bayona grande) de Petit Bayonne (Bayona pequeña). Un agradable paseo por la orilla permite disfrutar de la visión más típica de la ciudad, las preciosas casas con contraventanas de madera pintadas en colores, al más puro estilo vasco-francés. En las dos orillas se concentran gran cantidad de bares y restaurantes ideales para tomar un aperitivo y disfrutar de las mejores vistas de Bayona.
Petit Bayonne.
Un barrio con un gran encanto y uno de los favoritos de los universitarios, especialmente los jueves. Entre sus estrechas calles, y las coloridas casas, se distribuyen bares, restaurantes, plazas y muelles.
Desde el muelle de los Cosarios se contempla una bella estampa reflejada en las aguas del Nive. Es la Maison Dagourette, un palacio del siglo XVI, que alberga el Museo de Artes y Tradiciones del País Vasco e Historia de Bayona. Desde principios del siglo pasado exhibe una importante colección sobre la historia de la región con artesanía vasca, lápidas y ritos funerarios, vida doméstica, vestimenta y actividades marítimas y fluviales. La amplia exposición recoge también la historia del puerto y su gran protagonismo a lo largo del siglo XIX. Veinte salas dedicadas a la historia y la etnografía de Bayona.
Desde Petit Bayonne se puede cruzar el río Adur por el Puente Saint-Esprit hasta el barrio del mismo nombre.
Saint Esprit
Es un barrio de aspecto diferente, muy conocido por su ciudadela y la estación de tren. Muchos de los judíos que escaparon de la Inquisición española, en el siglo XVIII, contribuyeron al crecimiento de la ciudad y pusieron de moda el chocolate.
Bayona disfruta de un Taller del Chocolate en el que se desvela cada etapa de la elaboración. El descubrimiento del cacao, la llegada a Europa o cómo los judíos, grandes maestros en el arte del chocolate, consiguieron que Bayona se convirtiera en la primera ciudad chocolatera de Francia. Varias de sus calles presumen de establecimientos dedicados al exquisito dulce. El mejor final para un buen paseo por el centro de la ciudad. Un magnífico casco antiguo distribuido en tres barrios que definen la historia de Bayona.