Por La Amiga Imperfecta
Estimada Amiga Imperfecta: Llevo un tiempo saliendo con alguien y todo parece ir bien en la superficie. Sin embargo, a veces me pregunto si realmente estoy enamorada o si simplemente me he acostumbrado a tener a alguien y me da miedo la soledad. Mis amigos dicen que me veo feliz, pero por dentro tengo dudas. ¿Cómo puedo discernir si es amor de verdad o solo comodidad?
¿Amor de novela o miedo al vacío en el sofá?
¡Ah, mi querida amiga de dudas existenciales! Tu pregunta es la que atormenta a más de uno/a mientras mira Netflix con el/la susodicho/a al lado: «¿Es amor verdadero o solo que el gato no responde mis monólogos y necesito compañía?» Es el dilema del siglo, la eterna cuestión que nos hace cuestionar si estamos en una relación por elección o por el terror paralizante de los domingos por la tarde en solitario.
Mira, la «zona de confort» en una relación es como un pijama viejo y suave: es cómoda, conocida y te da pereza cambiarla. Y no tiene nada de malo, ¡el confort es genial! El problema surge cuando ese pijama se convierte en tu único vestuario y empiezas a sospechar que te lo pones no porque te encante, sino porque te da pereza buscar otra cosa en el armario.
¿Cómo discernir si es amor de verdad o solo que le tienes pavor a la soledad?
Aquí te dejo unos «test de fuego» Amiga Imperfecta (con un toque de humor, claro):
El Test del «Apocalipsis Zombie» (o el de «Se Corta el WiFi»): Si llegara el apocalipsis zombie (o, más real, se fuera el WiFi por una semana), ¿querrías enfrentarte a las hordas de no-muertos (o al aburrimiento mortal) con esta persona a tu lado, o te preguntarías si tu ex, que era tan bueno haciendo planes, podría haber sobrevivido? Si tu primera reacción es buscar a esta persona para fortificar la casa y racionar las provisiones, ¡punto para el amor!
El Test del «Pizza y Chill»: ¿Realmente disfrutas del «pizza y chill» con tu pareja, o en el fondo estás deseando que se duerma para poder poner la serie que realmente quieres ver sin sentirte culpable? Si su presencia eleva la experiencia de la pizza (y del chill), vamos por buen camino. Si es solo un bulto cálido en el sofá, quizás no tanto.
El Test del «Regalo Sorpresa Innecesario»: Cuando le compras algo que realmente no necesita, pero que sabes que le va a hacer una ilusión tonta (ej. unas calcetines con aguacates, una taza con un meme interno), ¿sientes genuina alegría al ver su reacción, o es más un «cumplo y miento» porque toca?
El Test de la «Conversación Aburrida pero Necesaria»: ¿Puedes hablar con él sobre temas tediosos (como la factura de la luz, el seguro del coche, o por qué no se lleva bien con tu tía) sin querer arrancarte las orejas? Si incluso en el tedio hay un hilo de conexión, eso es amor maduro, no solo comodidad.
El Test del «Ex-Aparecido»: Si tu ex, ese que te hacía sentir mariposas en el estómago (y luego te rompía el corazón), reapareciera de repente con un Rolls Royce y una propuesta de viaje a las Maldivas, ¿tu primer pensamiento sería «uh, qué tentador» o «qué pena que no lo conocí antes de mi actual pareja»? (Ok, esta es un poco cruel, pero reveladora).
El Test del «Silencio Cómodo»: ¿Podéis estar en silencio, haciendo cada uno lo suyo, sin sentir la necesidad de llenar el vacío con ruido o conversación forzada? El silencio cómodo es el nirvana de las relaciones duraderas.
Tus amigos te ven feliz porque, por fuera, quizás cumples con los «requisitos» de una relación. Pero por dentro, esa duda es como un mosquito en el dormitorio: no te deja dormir tranquila.
En resumen, mi consejo de Amiga Imperfecta (sin ánimo de hacerte ir a terapia): La comodidad es el dulce néctar de las relaciones largas, pero no debe ser el único ingrediente. El amor verdadero suele tener una base de comodidad y confianza, sí, pero también ese «algo» que te hace querer compartir las buenas noticias, pedir su opinión sincera y, sí, incluso enfrentar juntos el apocalipsis zombie. Si la idea de la soledad te aterra más que la idea de pasar la vida sin esa persona específicamente, quizás es momento de explorar qué es lo que realmente anhelas.
¡Ahora, a reflexionar y a discernir si estás en un amor de cine o en un cómodo telefilme de sobremesa!
