Redacción
Situada a pocos kilómetros de Toledo y Ciudad Real, la villa manchega de Consuegra es una excelente opción para disfrutar de un fin de semana alejado del bullicio de una gran ciudad.
Consuegra es tierra de hidalgos, gigantes y castillos y resulta casi imposible no pensar en ella como Ese lugar de la mancha de cuyo nombre…, gracias a la obra estrella de Cervantes, Don Quijote. Sus 12 molinos de viento son la imagen que la define, pero los secretos de esta localidad van más allá y conseguirán cautivar la atención de todo turista.
El castillo de la Muela y el primer gastromolino son otros de sus principales atractivos del cerro Calderico de Consuegra, pero su casco antiguo tampoco deja de sorprender. Cabe recordar que esta localidad tiene un duro y trágico pasado, ya que en 1891 sufrió las consecuencias de un gran aguacero que arrasó con casas de adobe y todo lo que encontró a su paso. A pesar de este episodio, Consuegra sigue conservando su esencia y la amabilidad de sus vecinos en la recepción de turistas.
La plaza de España es el lugar perfecto para iniciar una ruta por el casco histórico. En ella se encuentra el edificio del Ayuntamiento, el Arco y la Torre del Reloj, construidos bajo estilo renacentista. También resalta el Colegio de San Gumersindo, de estilo mudéjar, así como la sede del Museo Municipal en el edificio de ‘Los Corredores’, un claro ejemplo de la arquitectura manchega.
La fachada con elementos barrocos y neoclásicos de la Iglesia del Santísimo Cristo de Veracruz no dejarán a nadie indiferente, al igual que la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor, que es visible desde muchos puntos de la localidad. Otros templos religiosos destacados de Consuegra son el convento de la Inmaculada Concepción, del siglo XVII de estilos gótico y mudéjar, y la Iglesia de San Juan, que data del siglo XVI y sobrevivió sin problemas al dramático episodio de las inundaciones.
Una de las imágenes más típicas de Consuegra, aparte de sus molinos, es la del castillo, con más de ochocientos años de antigüedad. Se trata de una fortaleza de gran singularidad y atractivo, no solo por su posición geográfica sino también por su rica historia y arquitectura vinculada a la Orden de San Juan de Jerusalén. Sus orígenes se remontan a una fortaleza musulmana del siglo X, pero el aspecto que se contempla hoy es el de la estructura de la obra de arquitectura militar de los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén que pusieron pie ahí después de la cesión por Alfonso VIII. Desde aquí se ofrecen unas vistas maravillosas de La Mancha y sus molinos.
Pero el símbolo por excelencia de Consuegra y de La Mancha en general son sus molinos de viento. Coronan el cerro Calderico dibujando una estampa única y convertida en universal gracias al Quijote. Es casi imposible admirarlos sin imaginarse las andaduras del hidalgo y de Sancho Panza, así como visualizar a un Cervantes inspirado que escogió este escenario para plasmar su obra.
Se trata de uno de los conjuntos molineros más grandes y mejor conservados de España. Algunos están levantados desde el siglo XVI y han sido un elemento principal para el desarrollo de la comarca debido a la ausencia de corrientes constantes de agua. Originalmente había trece molinos, pero en la actualidad se ha conseguido conservar doce. Sin duda, un lugar único que merece toda visita en Castilla-La Mancha.
Otro lugar imprescindible para ver la pura tradición popular manchega es el Alfar, que fue utilizado como taller de alfarería hasta mediados de la década de los años 70. A través de su arquitectura permite aprender sobre las formas de vida de tiempos pasados. En el gran patio se pueden ver los dos hornos alfareros de tipologías romana y árabe, además de otros elementos de decoración como columnas, basas o estelas con inscripciones.
No hay que olvidar tampoco la esencia romana en su historia y ello se puede corroborar a través de la presa romana, el mejor ejemplo de la entidad que tuvo la localidad en la época de los romanos. La escasez de agua es uno de los factores que ha marcado a esta localidad, de ahí la existencia de este tipo de construcciones, para las que se tuvo que invertir enormes cantidades de recursos. Su buen estado de conservación y la información que nos brinda no son sus únicos atractivos, ya que desde ella se ofrece otro de los paisajes más característicos de Consuegra.