Disponibilidad de energía, salud menstrual y salud ósea en atletas femeninas

Redacción

El rendimiento atlético no solo se trata de entrenamiento y talento; para las deportistas, existe una trinidad interconectada y crucial para su salud a largo plazo: la disponibilidad de energía, la salud menstrual y la salud ósea. Si una de estas áreas se ve comprometida, las otras dos se ven afectadas, creando un ciclo que puede poner en riesgo tanto la carrera de la atleta como su bienestar general.

El rol central de la disponibilidad de energía

La disponibilidad de energía es el pilar de esta trinidad. Se refiere a la ingesta de calorías menos el gasto de calorías del ejercicio, lo que resulta en la energía disponible para las funciones corporales vitales, como la respiración, la digestión, la reproducción y el mantenimiento de la salud ósea.

Para muchas atletas, el deseo de maximizar el rendimiento o cumplir con un peso específico puede llevar a una ingesta calórica insuficiente para su nivel de actividad. Esta baja disponibilidad de energía no solo afecta el rendimiento, sino que también obliga al cuerpo a entrar en un estado de conservación. En este escenario, el cuerpo prioriza la supervivencia, desviando la energía de funciones no esenciales, como el sistema reproductivo.

La conexión con la salud menstrual

Una baja disponibilidad de energía a largo plazo puede alterar el ciclo menstrual normal. El hipotálamo, una parte del cerebro que regula las hormonas, percibe la falta de energía como un estrés metabólico. En respuesta, reduce la producción de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH), lo que a su vez disminuye los niveles de la hormona luteinizante (LH) y la hormona folículo-estimulante (FSH).

Esta cascada hormonal conduce a una menor producción de estrógeno por los ovarios. Como resultado, el ciclo menstrual se interrumpe, lo que se conoce como amenorrea hipotalámica. La falta de menstruación no es un signo de buena forma física, sino una señal de que el cuerpo está en un estado de estrés energético grave.

El impacto en la salud ósea

La conexión más crítica es el impacto en la salud ósea. El estrógeno juega un papel vital en el mantenimiento de la densidad mineral ósea (DMO). Cuando los niveles de estrógeno caen debido a la amenorrea, los huesos no pueden absorber suficiente calcio y la resorción ósea supera la formación de hueso nuevo.

Esto conduce a una osteoporosis temprana o a la reducción de la densidad ósea, lo que aumenta significativamente el riesgo de fracturas por estrés. Estas fracturas no solo son dolorosas y limitantes para la atleta, sino que pueden tener consecuencias a largo plazo, aumentando el riesgo de osteoporosis en etapas posteriores de la vida, incluso después de que la atleta se retire.

La importancia de la prevención

Entender esta relación de la trinidad de la deportista femenina es fundamental para los entrenadores, los padres y las propias atletas. La prevención es la clave. Es vital asegurar una ingesta calórica adecuada para el nivel de entrenamiento y actividad, y no considerar la ausencia de la menstruación como algo normal en el deporte.

Si una atleta experimenta ciclos irregulares o amenorrea, debe buscar una evaluación médica inmediata. Abordar el problema de la baja disponibilidad de energía y restaurar un ciclo menstrual saludable es la única forma de proteger la salud ósea y garantizar una carrera deportiva duradera y un futuro saludable.

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