Por José Agustín Solís
En una industria musical saturada por fórmulas recicladas y lanzamientos fugaces, hay artistas que, cada vez que publican un álbum, logran detener el tiempo y obligarnos a escuchar con atención. Abel Tesfaye, mundialmente conocido como The Weeknd, es uno de ellos. Desde que irrumpió en la escena a inicios de la década pasada con una propuesta oscura, melancólica y profundamente emocional, el canadiense no ha dejado de evolucionar. Su más reciente obra, Hurry Up Tomorrow, representa un punto de inflexión en su carrera y confirma algo que ya muchos intuíamos: estamos ante uno de los artistas más influyentes de su generación.
La historia de The Weeknd comienza en Toronto, entre mixtapes subidos a internet y una estética casi anónima. En 2011, con la trilogía formada por House of Balloons, Thursday y Echoes of Silence, se posicionó como la voz de una nueva generación que hablaba sin filtros sobre el amor, el sexo, la adicción y la soledad. Aquellas primeras canciones, influenciadas por el R&B alternativo y la electrónica ambiental, eran confesiones en clave nocturna.
Con el paso del tiempo, el sonido de The Weeknd se fue expandiendo. Kiss Land (2013) mantuvo su carácter experimental, pero ya Beauty Behind the Madness (2015) y Starboy (2016) lo empujaron al terreno del pop global. Fue entonces cuando colaboró con artistas como Daft Punk, Lana del Rey y Kendrick Lamar, y se consolidó como un hitmaker sin perder su aura oscura. Sin embargo, siempre hubo una tensión interna en su música: entre la fama y el vacío, entre el deseo y la culpa.
Luego llegó After Hours (2020), con ese personaje herido, vestido de rojo y rostro ensangrentado, que representaba un descenso al caos emocional. Canciones como Blinding Lights o Save Your Tears lo catapultaron a cifras récord. Dawn FM (2022), su siguiente proyecto, fue más introspectivo: una especie de purgatorio auditivo narrado como si fuera una emisora radial del más allá. Allí, The Weeknd nos hablaba desde un limbo existencial, entre beats ochenteros y voces en off. Y así llegamos a Hurry Up Tomorrow.
El nuevo álbum, lanzado el 31 de enero de 2025, se presenta como la culminación de un ciclo. No solo musicalmente, sino también en lo conceptual. The Weeknd ha sido claro: esta etapa de su carrera llega a su fin. La trilogía formada por After Hours, Dawn FM y este nuevo trabajo funciona como una narración en tres actos. Si el primero era el infierno, y el segundo el purgatorio, Hurry Up Tomorrow representa la ascensión, el despertar… o tal vez el adiós.
El título ya marca una urgencia existencial. “Apresúrate, mañana” sugiere un deseo de pasar página, de evolucionar, de encontrar luz tras tanto tiempo en la oscuridad. El disco combina texturas electrónicas, synth-pop y momentos de soul minimalista. Hay menos necesidad de impacto y más espacio para el detalle emocional. Las canciones se sienten más sinceras, menos filtradas por personajes o máscaras.
Uno de los aspectos más comentados del álbum es la colaboración con figuras inesperadas. La presencia de Rosalía, por ejemplo, en uno de los temas centrales del álbum, añade una capa de vulnerabilidad y misticismo. También sorprende la inclusión de Andre 3000 en una pista profundamente introspectiva, donde ambos artistas intercambian versos sobre el paso del tiempo, el arrepentimiento y la aceptación.
Líricamente, Hurry Up Tomorrow es un álbum sobre despedidas. Despedida del ego, de la fama, del amor tóxico y de una versión de sí mismo que ya no encaja. En “Better Than This”, uno de los cortes más potentes del álbum, Abel canta sobre las ilusiones rotas del éxito: “Me vendieron el cielo en HD, pero seguí soñando en blanco y negro”. En “Static”, aborda la desconexión digital y emocional en tiempos de sobreexposición: “Hay más amor en mis mensajes eliminados que en mis relaciones reales”.
El sonido, como es habitual en The Weeknd, mezcla nostalgia y modernidad. Hay guiños al synthwave de los 80, pasajes que recuerdan a Massive Attack y beats que no desentonarían en un disco de Burial. Pero también hay piano, silencios, arreglos de cuerdas, y una producción que busca la emoción antes que el hit inmediato. The Weeknd ya no tiene que demostrar nada; ahora quiere contar algo.
La acogida del disco ha sido mayoritariamente positiva. Medios como Rolling Stone y Billboard han destacado la madurez lírica del álbum y su capacidad para cerrar una trilogía conceptual sin caer en la grandilocuencia. En redes, muchos fans han interpretado el álbum como una carta de despedida, no de la música, sino del personaje que The Weeknd ha interpretado por más de una década.
La crítica también ha elogiado el equilibrio entre lo íntimo y lo universal. En tiempos donde muchos artistas apuestan por lo viral, Hurry Up Tomorrow se atreve a ser un álbum que pide ser escuchado en orden, sin prisas. Hay una narrativa que se despliega pista a pista, y eso es cada vez más raro en la industria actual.
Aunque aún es pronto para medir el impacto total del álbum, ya se puede intuir que será una obra que marcará época. En un momento donde la salud mental, el vacío existencial y la necesidad de redención son temas recurrentes en el arte, este disco ofrece una mirada madura, poética y sonora de esos dilemas.
Además, el anuncio de que este podría ser el último disco bajo el nombre The Weeknd (para dar paso a Abel Tesfaye como tal) convierte a Hurry Up Tomorrow en un testamento artístico. Un cierre simbólico de una era que transformó el pop y el R&B.
Abel ha insinuado que este no es el final de su carrera, sino el comienzo de algo nuevo. La idea de “matar al personaje” para volver a empezar es algo que ya han hecho otros grandes artistas antes que él (véase David Bowie, Prince o Kanye West en distintas etapas). Pero lo interesante aquí es que The Weeknd lo hace después de alcanzar la cima, en lugar de aferrarse a una fórmula ganadora.
Por ahora, el futuro es incierto. Se rumorea que podría incursionar más en el cine o en la producción de otros artistas. Pero lo que sí es seguro es que Hurry Up Tomorrow quedará como un álbum bisagra. No solo en su discografía, sino en la música contemporánea.
The Weeknd ha construido una carrera marcada por la dualidad: luz y sombra, amor y vacío, éxito y soledad. Con Hurry Up Tomorrow, esa dualidad se transforma en madurez. Es un disco menos obsesionado con impactar y más interesado en sanar. En tiempos donde el algoritmo domina la creación, The Weeknd nos recuerda que aún hay espacio para el arte con intención, para los álbumes que no solo se escuchan, sino que se sienten.
Este trabajo no es solo una colección de canciones, es un ritual de cierre, una carta de liberación, un manifiesto artístico. Y si realmente es la última entrega bajo ese nombre, entonces qué forma tan poderosa de despedirse. Porque cuando la música es así de honesta, no hace falta más ruido para que deje huella.