Redacción
Ubicado en el complejo Marina Beach Club de Valencia, este restaurante entra en una nueva etapa bajo la dirección del cocinero Quique Barella; el chef valenciano lidera una propuesta gastronómica de calidad y para todos los públicos, con el arroz y la cocina tradicional mediterránea como protagonistas
La cercanía al mar define la esencia del establecimiento –que también ofrece una carta de comida japonesa–, con terraza y un enorme salón circular acristalado para disfrutar de las mejores vistas de la playa de Las Arenas
Marina Restaurante cuenta con una bodega compuesta por más de 165 referencias nacionales e internacionales, con una importante presencia de vinos de las distintas denominaciones de origen de la Comunidad Valenciana
Las bondades de Valencia van del mar a la montaña, del norte al sur y del mercado a la mesa. Un territorio con raíces, con una arraigada tradición culinaria, pero al mismo tiempo abierto al mundo, y que tiene en Marina Restaurante (Valencia) el mejor escaparate. Ubicado dentro del complejo Marina Beach Club, en la zona de la Marina de Valencia, este establecimiento vive una nueva etapa bajo la dirección de uno de los chefs más conocidos de la terreta, Quique Barella, quien cuenta con una amplia trayectoria en el circuito nacional —El Celler de Can Roca, Ca Sento, Café de Oriente, etc.—. Desde hace cinco meses, el valenciano está volcado en este proyecto, para el que ha ideado una propuesta mediterránea de calidad, con el arroz y la cocina de siempre como marca de la casa.
Marina Restaurante es el buque insignia de Marina Beach Club. Abierto desde 2016, el complejo es único en Valencia y en España —su propietario, el empresario hostelero Antonio Calero, se aventura a decir «único en el mundo»—. Con más de 5.000 m², el recinto ofrece una oportunidad sin igual de ocio y gastronomía, con dos restaurantes (Marina Restaurante y El Portet), terraza y zona de hamacas (también con servicio de restauración) y un club con espectáculos musicales. Una experiencia 360 que permite al cliente tomar el sol en la zona de hamacas al mediodía, comer en sus restaurantes, relajarse en la terraza por la tarde y finalizar la noche en el club de la mano de los DJ del momento.
PAISAJE, SABOR Y CALIDAD
Con la llegada de Quique Barella, embajador de la cultura culinaria mediterránea, la gastronomía toma el protagonismo que se merece en Marina Restaurante: una oferta de nivel acorde a la ubicación excepcional, a los pies de la playa de Las Arenas y con un aforo de casi 500 personas, entre salón y terraza. Marina Restaurante encierra la esencia de la restauración consciente y sencilla. La carta, basada en el producto de temporada y procedente de proveedores locales, introduce progresivamente nuevas propuestas, en línea con la filosofía de proyecto vivo y cambiante. El resultado en la mesa son recetas reconocibles, pero con un toque de modernidad de la mano de una presentación llamativa y cargada de color. La cercanía al mar y al marinero barrio del Cabanyal marcan la esencia mediterránea de la oferta gastronómica del local, que también dispone de una carta de cocina japonesa.
Los comensales pueden comenzar el recorrido en Marina Restaurante con entrantes como la ensaladilla (con langostinos, zanahoria, encurtidos y mayonesa de txangurro), el aguachile de gamba y lubina (con jugo de lima y manzana verde), las croquetas caseras (de jamón ibérico, bogavante, espinacas con queso ricotta y chipirón), los huevos fritos acompañados de gamba cristal, patatas paja y emulsión de marisco, la tortilla de bacalao con cebolla caramelizada y el pulpo braseado sobre una espuma de salsa verde y polvo de avellanas y café. Entre las ensaladas, la de tomate valenciano con anchoas y ventresca de atún con tres cebollas encurtidas y granizado de gazpacho.
El apartado de pescados y carnes cuenta con una variada oferta: bacalao a la vizcaína, dorada entera y a la brasa, lubina de lonja con ligero pilpil y cremoso de coliflor, albóndigas al Jerez, steak tartar de solomillo, txuleta New York Steak, una jugosa hamburguesa bañada en salsa de queso cheddar o el jarrete meloso de cordero lechal (cocinado a baja temperatura, con parmentier de patatas y jugo de cordero) son algunas de las propuestas, que pueden ir acompañadas de patatas fritas, pimientos del piquillo o verduras al Josper como guarniciones.
Pero, sin duda, el plato estrella de Marina Restaurante son los arroces. El equipo cuenta con el asesoramiento del reputado maestro arrocero Juan Carlos Galvis para ofrecer al cliente la mejor versión de este plato, ya sea en sus formas más clásicas o en sus vertientes más innovadoras. Entre los arroces secos, la carta incluye la clásica paella valenciana y de verduras, que se suman al arroz negro, del senyoret, de pato con setas, de bogavante o de txuleta madurada; los arroces melosos incluyen especialidades de verduras, pollo campero o marisco. La fideuá también tiene su hueco con dos opciones: de boletus y foie y de pescado y marisco de Gandía. Entre los postres, el arroz con leche, el flan casero de yema de huevo con chantilly al Armagnac envejecido o la tarta de queso (una mezcla de crema, mascarpone y azul). Además, para los comensales que deseen una oferta cerrada, con platos de la carta, el restaurante ofrece de martes a jueves al mediodía un menú compuesto por entrante, principal y postre o café por 19,90 euros.
Aquellos que quieren darle un toque internacional a su experiencia gastronómica en Marina Restaurante tienen a su disposición una carta de comida japonesa. De esta propuesta destacan las gyozas, el sashimi de atún o de salmón, la ensalada de wakame o diferentes tatakis, además de diferentes nigiris —de atún, gambas o salmón—, baos y urakamis, ramen o noodles. En el apartado de postres, no falta uno de los grandes clásicos nipones, los mochis.
BODEGA Y DECORACIÓN CON SELLO VALENCIANO
La bodega del restaurante, visible para los clientes y con una sorprendente cava vertical acristalada, está compuesta por más de 165 referencias nacionales e internacionales, con una importante presencia de vinos de las distintas denominaciones de origen de la Comunidad Valenciana. Hay propuestas de vinos tintos, blancos, rosados, generosos, dulces, espumosos y champagnes.
El carácter valenciano se percibe no solo en la carta gastronómica y vinícola, sino también en la decoración, a cargo de empresas de la zona como Andreu World, Gandía Blasco, Point, Skyline, Vondom e Iluminación Flos, que firman el mobiliario o la iluminación. Sin embargo, son dos los elementos decorativos que destacan en este restaurante: un olivo y una lámpara de madera de vareta firmada por el artista fallero Manolo García. Con forma de medusa, está realizada con este material flexible, que habitualmente se emplea en las fallas y cuya maleabilidad permite crear formas originales. Esto se une a las líneas depuradas y a los tonos naturales que priman en el salón.
QUIQUE BARELLA: PASIÓN POR LA TIERRA
El idilio de Quique Barella (Grao, Valencia) con la cocina comenzó siendo él muy joven; sus padres tenían un bar de barrio, por lo que con 14 años ya sabía de primera mano lo que era trabajar en la hostelería. Barella cursó los estudios de Dirección de Cocina en la Escuela de Hostelería Costa de Azahar de Castellón. Tras finalizar su formación, pasó por grandes restaurantes como El Celler de Can Roca (Girona), Café de Oriente (Madrid) o Ca Sento (Valencia). En 2003 y hasta 2006 fue jefe de cocina del restaurante El Alto de Colón, donde consiguió un Sol Repsol; a partir de ahí, desempeñó las funciones de chef ejecutivo del Grupo El Alto durante 12 años. Además, en 2008 fue nominado a Cocinero Revelación de España en Madrid Fusión. Con el corazón siempre palpitando por su tierra natal, en 2012 abrió su propio restaurante en Valencia, Q de Barella, junto a su mujer, Elsa Fuillerat; cerró sus puertas en 2016 y durante ese tiempo obtuvo diferentes reconocimientos, como la distinción Bib Gourmand de la Guía Michelin. Además, Quique ha ejercido como docente y formador de cocina, y tuvo un programa televisivo en la cadena Canal Cocina. Cuando se incorporó al equipo de Marina Restaurante, en mayo de este año, asumió este proyecto como un reto y una oportunidad para ser profeta en su tierra y difundir esa tradición culinaria de raíz valenciana a la que tan unido se siente.