viernes, abril 26, 2024

La tendencia de «That girl»: la nueva obsesión entre las mujeres jóvenes

Texto: Diana Feo

Al amparo de la estética millennial de mujeres empoderadas, la tendencia de bienestar «That girl» se apodera de TikTok.

Si eres una persona que no está tanto en redes y especialmente en TikTok, probablemente no has escuchado de este nuevo término que al traducirlo al español hace referencia a «esa chica«. Cuando hablamos del contenido y las imágenes que acompañan a esta tendencia podemos ver fotos y videos aesthetic. Chicas que lucen cabello, piel, cuerpo perfecto, que parecen estar saludables, ser espirituales y físicamente activas. Al ver los videos de estas chicas mostrando los pasos para convertirse en «That girl«, podemos ver varios patrones que se repiten una y otra vez. Son mujeres que se levantan temprano, posiblemente antes de que salga el sol, escriben en su diario, leen, toman zumos verdes, salen a correr por la mañana y en general tienen una vida minimalista que en realidad de minimalista no tiene nada, ya que sus videos siempre se ven acompañados de recomendaciones de productos de belleza, fitness o bienestar los cuales la mayoría de las veces no son nada económicos.

A simple vista esta tendencia no parece tener nada malo ni dañino para las mujeres jóvenes que la siguen. A nadie le podría llegar a perjudicar el adoptar nuevos hábitos que puedan aportar cosas buenas a sus vidas, como lo es leer, comer saludable y hacer ejercicio, el problema de cómo es retratado este estilo de vida es que se pinta como una solución inmediata a los problemas que las personas puedan tener en ese momento. Estamos obsesionados con ver transformaciones impresionantes de mujeres que han mejorado sus vidas al adoptar estos cambios en su rutina, pero en realidad, solo vemos una pequeña parte de lo que ese cambio ha podido haber causado. No sabemos cómo está el mundo interno de esa persona, sus emociones, sus pensamientos y sus patrones de conducta. Para que estos cambios realmente puedan funcionar debe haber un cambio de adentro hacia afuera, un cambio en la manera en que pensamos y en los mecanismos que usamos para resolver nuestros problemas.

No tenemos por qué convertimos en «esa chica» de la que tanto se habla. Cada mujer es esa chica a su propia manera y estas rutinas o gustos son muy particulares, no tienen en cuenta la personalidad, el estatus económico o los gustos de la persona.  Hay un énfasis únicamente en lo que el ojo a simple vista puede percibir, en los cambios físicos.  Lo vemos en películas, series y en la cultura que nos rodea. Amamos ver personajes que cambian radicalmente su apariencia y con eso logran cualquier cosa que se propongan como por arte de magia. Esta tendencia viene acompañada por la obsesión de muchas  mujeres de derrochar dinero, cuando nos movemos de la pantalla a nuestros teléfonos, de personajes ficticios a celebridades e influencers a personas de nuestro alrededor, la idea de gastar suficiente dinero para convertirse en esa chica no parece desaparecer. Nadie sabe con certeza cuando esto se convirtió en una norma, pero las redes sociales están poniendo un precio en estas transformaciones extremas. Lo vemos reflejado en chicas que gastan miles de euros en transformaciones en el salón de belleza, en compras de productos de marcas renombradas o en tratamientos de belleza.

Estamos obsesionados con lo que únicamente los ojos pueden percibir. La moda de «esa chica» refuerza la idea errónea de que el peso y la talla son un reflejo de la salud y la felicidad de alguien. Si una mujer persigue un determinado aspecto, también conocido como «el aspecto de esa chica», nunca sentirá que es lo suficientemente buena, ya que siempre habrá alguien más guapa, más delgada o más atractiva que ella y la belleza dominante que persigue siempre estará cambiando y nunca será lo suficientemente buena con respecto a los estándares. Si la aceptación de las mujeres se basa únicamente en los cambios de las apariencias externas en lugar de su mentalidad, este amor condicional por sí mismas es sólo una continuación de su inseguridad.  Lo mejor que podemos hacer es redefinir qué es ser esa chica. Más allá de lo que solo los ojos pueden percibir, convertirse en esa chica tiene que ser un proceso interno para ser sostenible. Las inseguridades no desaparecen con una extensión de pestañas, con unos nuevos zapatos de moda o una sesión de uñas de tres horas, se debilitan cuando restableces tu mentalidad sobre ti misma, cuando sabes que eres lo suficientemente buena incluso sin estos cambios físicos y empiezas a brillar desde dentro. La confianza y el amor a uno mismo son ingredientes clave para un verdadero cambio porque estás brillando bajo tus propios términos, no bajo la aprobación y las opiniones de otros.

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