viernes, diciembre 13, 2024

Los cinco mejores planes en el País del Quijote. Muy cerca del agua

Redacción

Que Don Quijote libró la mayor batalla jamás contada contra molinos de viento aquí, es algo de sobra conocido. Que más allá de molinos y pueblos bonitos, el País del Quijote esconde paisajes verdes, lagunas, y ríos para perderse, airearse y activarse, para muchos es un secreto. Si creías que ancha y seca era Castilla, sigue leyendo y descubre cinco planes con el agua por compañía en los escenarios del Quijote

Cuando dijo aquello de “el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”, sabía bien de lo que hablaba el ingenioso hidalgo. Nada como salir, caminar y viajar, para descubrir, ver y aprender. Si eres de los que pensaba que La Mancha es a llanura y secano, nada como esta hoja de ruta para descubrir que también lo es a vergeles y espacios verdes geniales para perderse, descubrir singularidades y vivir experiencias en contacto con la naturaleza. A continuación, cinco planes con el agua como protagonista en el País del Quijote.

1. Descubre el mar muerto manchego (y sigue las huellas de OVNIs)
Se dice que parece un circuito de carreras, en el que en vez de asfalto dibujando piruetas tenemos agua haciendo curvas y creando pequeñas isletas. Una imagen muy poderosa, que explicaría el aspecto de la Reserva Natural Laguna de Salicor, en Campo de Criptana, un pequeño paraíso para perderse y sorprenderse.

Grullas, avutardas, aguiluchos carniceros, sisones y gangas, dominadas por el halcón peregrino, que utiliza el lugar para cazar durante todo el año, han hecho de ésta su casa, convirtiéndola en el lugar ideal para los amantes del turismo ornitológico. Y no sólo ellos.
Junto a su peculiar fisonomía, otra curiosidad del lugar es su similitud con el Mar Muerto: se dice que el contenido en sal de estas aguas es diez veces superior al Mediterráneo y muy similar al Mar Muerto. Además, la riqueza en vegetación singular, como la salicornia, les confiere un color peculiar, para descubrir, admirar y fotografiar una y otra vez.

A la Laguna se puede acceder en coche, pero una forma muy recomendable de hacerlo es a pie o en bici, por una ruta de 10 kilómetros desde Campo de Criptana que se puede hacer en bicicleta o andando. Otra ruta muy interesante que lleva a la laguna es la Senda de los Cantareros, entre campos de viñedos, en la que además se pueden encontrar algunas losas con marcas esgrafiadas, consideradas petroglifos prehistóricos. Hay quien dice que más bien son restos de OVNIs…
 
2. Pasea entre flamencos en las Lagunas de Alcázar de San Juan
Cómo resistirse a esa postal de los flamencos, tan característica de las Lagunas de San Juan. Una sugerente invitación a adentrarse en un exuberante paraíso de 700 hectáreas de naturaleza desbordante, con la compañía de los flamencos como apetecible recompensa.

Perderse en este paraíso puede hacerse de mil maneras, pero hay dos obligadas: para amantes del birdwatching, la Ruta de la Laguna de la Veguilla, en la que se pueden avistar especies tan singulares como el escribano palustre, un pequeño pájaro del que sólo quedan 400 parejas en España, o el pato malvasía cabeciblanca, también en peligro de extinción, entre otras rarezas. Es una ruta no muy larga (3,5 kilómetros) pero intensa en observación. La senda lleva hasta un Centro de Interpretación donde se puede descubrir en profundidad la dinámica del humedal.

La otra ruta, de 12 kilómetros, se puede hacer tanto a pie como en bicicleta, y nos lleva directamente a los flamencos bordeando las otras dos lagunas: la de Camino de Villafranca y la de la Yeguas. Un recorrido para olvidarse de todo y empaparse de vegetación con la estampa de los flamantes flamencos dominando el escenario como seña de identidad de esta aventura.

3. Sigue el curso del Guadiana y descubre los otros molinos de La Mancha: los de agua
La historia de Argamasilla de Alba está estrechamente vinculada a su río, el Guadiana. Una gratísima compañía que, además de permitir muchas zonas verdes, ofrece agradables paseos para hacer a pie, en bicicleta o a caballo y descubrir unicidades patrimoniales de gran belleza, que hablan de la historia de La Mancha.

Siguiendo el curso del Guadiana hallaremos, por ejemplo, los molinos de San Juan o de La Parra, dos testigos de la importancia que tuvieron en el siglo XIII los molinos hidráulicos para la producción harinera, y que hicieron de ésta una tierra de molinos de agua (además de los de viento). O descubriremos las motillas, el más antiguo sistema de captación de agua subterránea en la Península Ibérica, y que consistía en asentamientos fortificados construidos en la Edad del Bronce en La Mancha en zonas llanas y fácilmente inundables de la cuenca del Guadiana. Con dos ejemplos para descubrir en Argamasilla: la motilla del Retamar y la motilla de Santa María.

Y alcanzaremos el Castillo de Peñarroya, con su imponente figura irguiéndose sobre el embalse. Se trata de una fortaleza cristiana construida en el siglo XIII por la Orden de San Juan para el control de esta parte del territorio, tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Constituye una de las entradas del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.

Para los amantes del caminar, del castillo parten varias rutas de senderismo muy bonitas, con diferentes niveles de dificultad. La senda ecológica o interpretativa, de 6 kilómetros de longitud ida y vuelta, discurre por el margen derecho del embalse, con varias paradas temáticas. Nos llevará a descubrir, por ejemplo, ese tesoro herbáceo de esta zona llamado esparto, protagonista indiscutible de la vida doméstica y agrícola entre los siglos XVIII y XX y hoy muy de moda en piezas handmade como bolsos, capazos, zapatos y pieza deco.

Una segunda ruta, de la misma longitud, conduce al otro lado de la presa hasta alcanzar unas antiguas edificaciones relacionadas con su construcción. El recorrido más largo, de 9 kilómetros y medio, sigue la señalización del Camino Natural del Guadiana hasta la Mesa de la Parra, y de ahí, hasta la Cañá Morena.

Éstas y otras rutas están disponibles en el Centro de Información e Interpretación ubicado junto a Peñarroya, donde se ofrece toda la información necesaria para disfrutar al máximo del entorno natural, además de una curiosa exposición de objetos encontrados en los yacimientos descubiertos en los aledaños del castillo.

Argamasilla de Alba. Castillo de Peñarroya.



4. Haz cicloturismo por los Ríos Záncara y Gigüela
Para los amantes de la bici, escaparse por la Ruta al espacio natural Junta de los Ríos Záncara y Gigüela es de lo más placentera. Partiendo de Alcázar de San Juan, un baño de acción y naturaleza en uno de los humedales más importantes de La Mancha, formado por el desbordamiento de los ríos que actualmente llega a ocupar 150 hectáreas (y que en los años sesenta llegó a extenderse en 3.500). Un tesoro para cuidar, conservar y disfrutar responsablemente.

Hacerlo en bici es una experiencia muy gratificante, en un entorno tan valioso y singular que permite la supervivencia y desarrollo de una vegetación “halófila” de gran interés botánico, gracias a las peculiares características de estos suelos. Constituye además un hábitat esencial para una gran diversidad de aves.

5. Descubre la Ruta de los Pozos de agua de El Toboso
Si hablamos de planes con el agua como protagonista en el País del Quijote, obligado es que hacerlo de una ruta muy singular y muy única de este lugar: la Ruta de los Pozos de El Toboso. Toda una rareza.

Se trata de un recorrido de 8,78 kilómetros por estas típicas construcciones, muchas del siglo XVI, que se crearon precisamente por la necesidad de almacenar agua en tierras manchegas. Unas construcciones que hablan de esa vital relación del hombre con el agua y que, si bien no conduce a humedales, sí lo hace a unos elementos tradicionales únicos, declarados Bien de Interés Patrimonial.

La ruta consta de ocho paradas, tres en el núcleo urbano y cinco que nos alejan de él para adentrarnos en caminos y parcelas que hablan de las tradiciones y antepasados de la patria de Dulcinea: el Pozo de la Virgen se encuentra frente al Convento de los Agustinos, en una parcela dedicada al cultivo del olivar; el Pozo de la Cadena, en el paraje del mismo nombre, se halla a 1 kilómetro al noroeste de la localidad; el Pozo Primero o Dulce, está junto a la margen derecha del Camino del Quero, y su uso habría sido principalmente ganadero; y el Pozo de la Hilandera, ya muy cerca del centro, se ubica al lado de lo que habría sido una taller de hilanderas, que se habría surtido de las aguas de este pozo.

El Toboso. Ruta Pozos de Agua.



Finalmente, el Pozo de Arriba se localiza en la zona más alta del cerro, en donde por cierto se ubicarían antiguamente dos de los molinos de viento de El Toboso.


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