Redacción
Nadie le tiene mucha simpatía a 2020, pero para el pintor Alberto Castaño fue un año para olvidar. Después de haber alcanzado una merecida jubilación, como enfermero en el Hospital Doce de Octubre, a él no solo le golpeó la pandemia, también sufrió dos ictus, un infarto y un ataque de epilepsia.
Después de aquel Annus horribilis, el madrileño, casado con la almorcileña Mercedes Burgueño ha ido recuperándose poco a poco. En su rostro, de buena persona, se ve, nada más conocerlo, que la ilusión por el arte, por pintar, por construir puzles de muchas, muchas piezas, lo motivan cada día. Eso, y el amor que siente por su esposa, Mercedes Burgueño, y por sus hijos.
La afición por la pintura y el dibujo, le viene de niño. Por eso, exhibe orgulloso sus viejos dibujos hechos a lápiz cuando aún era un adolescente, y no conocía a Mercedes. También muestra sus dibujos técnicos perfectos, y las diferentes perspectivas, hechos con tinta china, cuando aún no habían llegado a España los famosos Rotring. Entonces, veraneaba en Entrepeñas, porque su padre trabajaba para la Confederación Hidrográfica del Tajo, a pocos kilómetros del pueblo natal de la que iba a ser su mujer. Pero ninguno de los dos lo sabía entonces.
La afición por pintar le llegó desde las manualidades, desde los rompecabezas. Así fue como, cuando la vida le dio más tiempo, se apuntó a clases de pintura, que inicialmente fueron solo de óleo. Después, su afición por el arte lo llevaría hasta la acuarela, técnica en la que es autodidacta. Su primer cuadro, un magnífico bodegón, se exhibe en el Espacio Cultural El Molino. Pero hay muchos más, hasta 31, de diferente tamaño y técnicas. Sobre todo, son acuarelas, pero también hay óleos, y cuadros pintados sobre fotos, con capas superpuestas de pintura.
Su paciencia y habilidad, también se pueden ver en los 12 puzles que exhibe en la muestra, algunos de ellos con imágenes de obras de arte de Van Gogh o de Gauguin, entre otros.
Su otra pasión es la lectura. Cada mes, Alberto lee 5 o 6 novelas. En estos días de sol y calor en las horas centrales del día, en el patio de su casa en Almonacid, pinta o lee. Los miércoles, acude puntual a su cita con las clases de pintura. En cada una de ellas suele terminar una acuarela, guiado por su profesor, Javier González, otro de los que ha expuesto en El Molino.
Sin duda merece la pena admirar los cuadros y puzles de Alberto, y adivinar en ellos la ilusión, no exenta de calidad pictórica, que derrocha mientras trabaja sobre cada cuadro. La muestra se puede ver en el Espacio Cultural El Molino de Almonacid los viernes, de 16 a 20 horas, el sábado, de 10 a 14 horas y de 16 a 20 horas, y el domingo, de 10 a 14 horas.