martes, octubre 8, 2024

PLAZAS DEL MUNDO

En cualquier lugar del mundo la vida urbana gira en torno a las plazas. Ellas son las grandes protagonistas de una capital, una población o de todo un país. Ningún viajero debe irse de una ciudad sin conocer su corazón. 

Desde siempre, las plazas reflejan el poder religioso o político, o ambos en el mismo espacio. Es el lugar en el que se alzan palacios y catedrales o templos de cualquier culto. La mayoría de esos “salones urbanos” han vivido celebraciones, manifestaciones, mercados o incluso ejecuciones. Cuánta más edad más memoria de acontecimientos.

La historia de París.

La Plaza de la Concordia acogió la época monárquica y la Revolución Francesa. Situada entre los Campos Elíseos y los Jardines de las Tullerías, fue construida a mediados del siglo XVIII y bautizada como Plaza de Luis XV. Lucía en el centro una estatua ecuestre del mismo rey. Después, la revolución francesa añadió a “madame” guillotina al conjunto, y María Antonieta, Luis XVI y el propio Robespierre, entre muchos otros, perdieron la cabeza en la misma plaza. Antes de finalizar el siglo, la estatua real había sido derribada y fundida. 

El Obelisco de Luxor ocupó su centro casi cincuenta años más tarde. Una espléndida donación del virrey de Egipto, una joya de más de tres mil años de antigüedad, que, desde entonces, se yergue en el corazón de París. La plaza ya había sido rebautizada como Plaza de la Concordia. En uno de sus lados, la plaza se cierra con uno de los palacios más lujosos y antiguos del mundo, el Hotel de Crillon, que se alza de los pies de los Campos Elíseos. El edificio es el gemelo del que se encuentra al otro lado de la Calle Real. 

Rodean el Obelisco dos fuentes de estructura romana, adornadas con esculturas de formas humanas y animales marinos. Desde la plaza, la vista alcanza hasta la Torre Eiffel. El paseo por las Tullerías nos conduce hasta el Museo del Louvre. El museo nacional de Francia está consagrado al arte anterior al impresionismo, las bellas artes, la arqueología y las artes decorativas. 

La plaza es testigo, a veces impertérrito y en ocasiones doliente, de las realidades históricas de cada ciudad o incluso, de todo un país. 

Plaza de San Marcos, Venecia.

Napoleón la bautizó como “el salón más bello de Europa” y, sin duda, es una de las plazas más bonitas del mundo. Su construcción se inició en el siglo IX y desde el siglo XII conserva la misma forma y tamaño, aunque se pavimentó cien años después. Ni las centurias ni las constantes inundaciones del “acqua alta” han logrado  mermar su valor y su belleza.

Es la única Plaza de La Serenissima y acoge los edificios más importantes, los palacios más emblemáticos y hermosos. Su magnífica Basílica de San Marcos, al lado de su Campanile y frente al Museo Correr, enmarca tres cuartos de la plaza. 

El Palacio Ducal está situado en el extremo oriental y fue la antigua residencia del Dux, sede de gobierno, corte de justicia y prisión. La Torre del Reloj, de estilo renacentista, se construyó para mostrar al mundo la riqueza de Venecia y como ayuda para los marineros que partían del Gran Canal. Cada hora, sus dos “moros” de bronce se encargan de tocar la campana. Durante la noche, con buen tiempo, la plaza se llena de vida y las actuaciones musicales de los cafés amenizan el paseo en el exterior.  

Plaza de Registán, Samarcanda

Uzbekinstán, en Asia Central, protege una de las grandes maravillas de la entrada en Asia. Samarcanda es la segunda ciudad más grande del país y fue un gran centro comercial de la Edad Media, la época dorada de la Ruta de la Seda. Registán era el punto común de todos los caminos de la Ruta. 

La Plaza de Registán, o ciudad de arena, se encuentra en el centro antiguo de la ciudad. En ella se llevaban a cabo las ejecuciones y se anunciaban las decisiones al pueblo. 

La plaza está custodiada por tres madrazas o escuelas coránicas. La más antigua se encuentra en el extremo izquierdo y fue construida a principios del siglo XV. La madraza de Ulugh Beg es un admirable edificio revestido de mármoles y una de las mejores Universidades de Oriente. En su fachada se encuentran motivos astrológicos, algo lógico puesto que Ulugh Beg fue astrólogo y matemático. Nieto del conquistador Timur, se decía de él que dedicaba más tiempo a la ciencia que a gobernar. La decoración de la madraza de Sher Dor está compuesta de mosaicos que muestran felinos. Se cuenta que el artista fue condenado a la pena de muerte por infringir la ley islámica que prohíbe la representación de seres vivos. La tercera Madraza Tilla-Kari, o cubierta de oro, hace honor a su nombre. 

Plaza Roja de Moscú.

Cuentan las historias que una vez terminada la construcción de la plaza, hace más de seiscientos años, Ivan el Terrible preguntó a los arquitectos si serían capaces de construir algo más bello. Cuando respondieron que sí los mandó cegar. Leyenda o no, la realidad es que es el símbolo de Moscú y testigo de su historia desde el siglo XV. 

La plaza separa el Kremlin del barrio comercial Kitty-Górod y de ella parten las principales calles de la ciudad. Aunque es cierto que en el siglo XX se convirtió en símbolo de la Revolución Socialista, su nombre no tiene relación con el antiguo régimen comunista ni siquiera con los abundantes colores rojos. Desde finales del siglo XVII, la plaza se llama Krásnaya Plóshchad y, aunque krásnaya es rojo, la palabra deriva de krasnyi, que en ruso antiguo significa hermosa o bonita.

La Plaza Roja está rodeada por los edificios más emblemáticos de Moscú como la Catedral de San Basilio, conocida mundialmente por su original arquitectura y sus coloridas cúpulas. Muy cerca, el Museo Estatal de Historia protege reliquias vinculadas a la historia de Rusia y obras de arte de los Romanov. Dentro de la misma plaza se encuentra el Mausoleo de Lenin, de forma piramidal y construido en granito rojo, gris y negro. Krásnaya Plóshchad es, desde la década de los 90, Patrimonio de la Humanidad.

Plaza de Armas de Lima, Perú.

Es el principal espacio público de la capital. También es conocida como la Plaza Mayor de Lima. En este lugar convergen el Perú colonial y el moderno. Fue el centro fundacional en sus tiempos como colonia y a partir de ella se realizaron los trazados en cuadrícula para crear la ciudad. 

Como tantas otras plazas del mundo funcionó como mercado y también como plaza de ajusticiamiento. Está rodeada por un buen número de hermosos edificios como el Palacio de Gobierno, que fue residencia del conquistador Francisco Pizarro; la Catedral, de estilo renacentista con adornos platerescos, es el símbolo de la supremacía de la iglesia católica. 

El cabildo, actualmente Palacio Municipal, y la Casa del Oidor, donde habitaba el Juez Supremo en tiempos de la colonia, también cuentan su historia. Los hermosos jardines y la fuente, de la época colonial, están custodiados por dos hileras de faroles y dos de palmeras que recorren toda la plaza. En los últimos años se ha convertido en centro turístico tanto para los limeños como para todos los visitantes extranjeros. 

Un turista nunca se resiste a una Plaza bonita.

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