sábado, abril 20, 2024

RAPA NUI, LA ENIGMÁTICA ISLA DE LOS COLOSOS DE PIEDRA

Redacción

Es apenas un pequeño punto en el mapa. Se encuentra en medio del inmenso Océano Pacífico. Y, sin embargo, es una de las islas más conocidas de la Polinesia. Su imagen más exportada al mundo es la de unas curiosas esculturas gigantes, inmensos moais de piedra con rostro humano. Ellos son el símbolo de Rapa Nui, más conocida como la Isla de Pascua

Son estatuas de entre cinco y diez metros de altura, algunas con más de 85 toneladas de peso. Inmensas moles de piedra que, según la tradición moai, “caminaban”. Y, de alguna forma, lo hicieron puesto que iniciaron “su camino” en la ladera de un volcán. Se han registrado novecientos monolitos esparcidos por toda la isla, la mayoría de ellos, lógicamente, tallados en roca volcánica. Tienen nombre y apellido. En idioma local su nombre completo es Moai Aringa Ora o “rostro vivo de los ancestros”.

Los protectores de la Isla de Pascua.

Las inmensas esculturas son la representación de gobernantes y antepasados importantes. Según la tradición, una vez muertos tenían la capacidad de propagar su poder espiritual sobre la tribu y protegerla. Los moais suelen dan la espalda al océano y, aunque ya han perdido sus ojos de obsidiana y coral blanco, continúan mirando hacia el interior de la isla.

Ahu Tongariki

Una larga hilera de quince gigantes de piedra se alza sobre la plataforma ceremonial más grande de la isla de Pascua, Ahu Tongariki. Este conjunto de colosos pétreos es lo más fotografiado de la isla pero su cantera, el volcán que dio vida a los gigantes, también tiene leyenda. La ladera de Rano Raraku está salpicada por grandes estatuas que no finalizaron su camino. Te Tokanga, “el gigante”, es uno de ellos. Es el más grande jamás esculpido, mide casi 22 metros y pesa cerca de 200 toneladas. Precisamente, sus proporciones hicieron imposible su transporte (su camino) y permanece acostado sobre la ladera de Rano Raraku.

El nombre del volcán resulta muy descriptivo. “Rano” designa a aquellos volcanes que poseen una laguna interior y “Raraku” tiene dos acepciones diferentes. Una se refiere a los grandes surcos que presenta la cara sur de la montaña y la otra al nombre de un antiguo personaje que asesinó a todos los espíritus malignos con un moko. Lejos del significado que pueda sugerir a los modernos y avezados castellanoparlantes, moko era una lagarto de madera.

El volcán Rano Raraku fue conocido antiguamente como Maunga Eo, o “cerro perfumado”,  puesto que, siglos atrás, crecía una planta muy aromática que perfumaba el aire en toda la zona.

El arte de los petroglifos.

Tongariki posee también un impresionante conjunto de petroglifos. Los dibujos, realizados en piedra, representan símbolos de la cultura Rapa Nui. Las tortugas marinas, típicas de esta isla chilena, aparecen inmortalizadas en una roca situada a ras de suelo. Pero, la mayoría de esas figuras mágicas se encuentran en la zona más septentrional.

La costa norte de Rapa Nui es un buen muestrario de arte rupestre y en Papa Vaka se evidencia la gran preocupación de los habitantes de la Isla de Pascua por dominar el mar. De hecho, en Ahu Akivi se encuentran los únicos moais que miran al mar.

Pero, además, el norte posee maravillosas playas. Las palmeras de Anakena y su arena blanca son un ejemplo perfecto de la Polinesia más turística y Playa Pea disfruta de magníficas olas para la práctica del surf y una gran variedad de deportes acuáticos. Playa Pea es además un pequeño balneario y posee una increíble biodiversidad marina, su mayor ventaja es que se encuentra en el centro de la única ciudad de Rapa Nui.

Hanga Roa es la ciudad, el núcleo vital y la capital. Es el lugar en el que residen casi todos los habitantes de la isla de Pascua. Tampoco son muchos, la cifra no alcanza los ocho mil. Hanga Roa es el centro de todas las actividades sociales, económicas y culturales. Posee un activo paseo marítimo y una cárcel, en la que no suele haber más de diez presos. La prisión es visitable, aunque no el interior de las instalaciones, y su tienda de souvenirs suele estar bastante concurrida.

El Volcán Rano Kau

Es uno de los tres conos volcánicos más grandes de la Isla de Pascua, formada hace dos millones y medio de años por los flujos de lava. El cráter, casi circular, posee uno de los tres lagos de agua dulce de la isla y tiene su punto de altura máxima a 324 metros.  El lugar concede al visitante toda la calma del sonido lejano de las olas y la apariencia de soledad absoluta. En el interior del cráter se esconde un paraíso secreto. Protegido del viento y el exceso de humedad surge un microclima ideal para el cultivo de vegetales.

Desde luego, el volcán Rano Kau resulta muy aprovechable, pero además posee lugares mágicos.

En su extremo noroeste se ubica la aldea ceremonial de Orongo, concasas especiales para invitados “de lujo”. Durante la primavera, los antiguos jefes tribales y personajes principales esperaban en el poblado y realizaban ritos sagrados para conseguir el gran triunfo. Los participantes en la ceremonia de elección del Tangana Manu también se trasladaban a la aldea y vivían en casas exclusivas hasta el día de la prueba de los Hombres Pájaro.

De la competición ritual saldría un vencedor cuyo clan gobernaría sobre los demás. La prueba, mortal para muchos, consistía en descender por un acantilado, alcanzar la orilla del mar, nadar (entre tiburones y demás especies marinas poco amigables) hasta alcanzar el islote en el que habita el pájaro, sobrevivir durante semanas, en lucha constante contra los rivales, y conseguir el huevo sagrado del pájaro manutara. Para rematar la proeza, el triunfador debía regresar con el huevo intacto.

Evidentemente, no todos los años había vencedor por lo que el gobierno se mantenía en el tiempo. El antiguo ritual aún inspira el Festival Tapai Rapa Nui aunque sin pruebas mortales, claro. Las hazañas de los hombres pájaro quedaron inmortalizadas en la aldea. Orongo está rodeada por más de 1.700 rocas cubiertas de petroglifos, la mayor concentración de arte rupestre de la isla.

Llegar hasta esta isla chilena, en medio del Pacífico, supone una larga travesía. Por aire, casi cinco horas de vuelo desde Santiago de Chile facilitan el acceso a este enigmático centro turístico.

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