Texto y fotos: Paloma B. García del Vello Moreno
¿Conocéis las playas de Benicàssim? Me refiero a esas preciosas y agradables playas de la costa mediterránea. Dicen que casi todos los nombres de la península que comienzan por “Ben” se los pusieron los musulmanes que vivieron por allí. «Ben» significa “hijo de”. Así, se supone que su significado literal es “los hijos de Casim”, y Casim o Qassim, es el nombre propio árabe que significa repartidor. Benicàssim también conocido como Benicasim está situado en la transición entre la Sierra del Desierto de Las Palmas y la Plana de Castellón.
Benicasim fue musulmán entre los siglos X y XIII como las localidades vecinas. Fue conquistado en dos ocasiones por los cristianos: la primera por el Cid; la segunda y definitiva por el rey Jaime I el Conquistador, a mediados del siglo XIII. Las crónicas y las ruinas recuerdan al castillo de Montornés, levantado en una fecha próxima al año 1000, y que, abandonado, se convirtió en ruinas en el siglo XV. A su alrededor se establecieron los primeros núcleos de asentamiento. Esta ubicación se debía, en un primer momento, a la inseguridad de estas tierras.
A mediados del siglo XVI, en la costa de la actual provincia de Castellón, se construyeron dieciocho torres vigía para proteger la zona de los constantes ataques piratas que sufría. Una de ellas, la torre de vigilancia de Sant Vicent, fue ubicada en Benicasim, y trajo consigo la seguridad del entorno. Violant de Casalduch, baronesa heredera de la zona, concedió a finales del siglo XVI una carta puebla o de asentamiento, cuyo objetivo era favorecer mediante privilegios el asentamiento de nuevos pobladores en sus tierras. Y, en 1769, Francisco Pérez Bayer fundó una iglesia grande y robusta en el lugar, que sirvió para consolidar Benicasim como núcleo urbano de asentamiento, cuya población hasta entonces estaba diseminada por los alrededores. Pero fue a partir de la mitad del siglo XIX cuando Benicasim experimentó su auténtico crecimiento, cuando fue descubierta como centro turístico ideal (uno de los primeros de España en recibir tal consideración) tanto por sus numerosos atractivos como por su clima.
¿Sabéis lo que es la ruta de las Villas? Numerosas familias ricas de Valencia siguieron el ejemplo, y en pocos años un barrio nuevo de villas surgía a orillas del mar. El descubrimiento del espléndido paisaje marítimo del que goza Benicasim, y las bondades de su clima, dan lugar a que en 1879 nazcan sus clásicas villas. Cada una de ellas tiene un nombre propio, está rodeada de un delicioso jardín, y su arquitectura, generalmente de dos o tres plantas, mira directamente al mar y es representativa de lo que se ha venido llamando la Belle Époque, el estilo de vida de la sociedad occidental europea que se desarrolló en las décadas de paz que precedieron a la Primera Guerra Mundial. Y para facilitar la estancia de los turistas adinerados que no tuvieran su propia villa, se construyó un hotel de lujo al final del Paseo Marítimo: el Hotel Voramar.
Algunas de las villas, además, han tenido un destacado papel en la historia reciente de España. Por ejemplo, durante la Guerra Civil de 1936-39, Villa Amparo fue convertida en un hospital para atender a los combatientes republicanos heridos en la contienda (numerosos documentales realizados en la época dan testimonio de ello). Y la Villa Victoria (construida en un exquisito estilo francés), por el contrario, fue dedicada a centro cultural, y dotada con una generosa biblioteca, para solaz de los militares instalados en la zona.
Pues bien, todas las villas de la época están alineadas a lo largo del Paseo Marítimo. Y hacer el recorrido contemplando su belleza es una interesante y placentera actividad a la que no suele renunciar ningún visitante de Benicasim. Además, el Ayuntamiento organiza valiosas exposiciones y conciertos en la Villa Elisa, la más espaciosa de todas ellas.
