Redacción
En el mundo de los móviles cada año aparecen nuevos modelos que llaman la atención con nombres llamativos y prometen ser “lo nunca visto”, y cada lanzamiento despierta la curiosidad de los usuarios porque todos quieren saber qué mejoras traen y qué novedades pueden ofrecer frente a lo que ya tenían. Sin embargo, pocas veces un dispositivo logra generar tanta expectación como el próximo Samsung Galaxy S26. No porque vaya a reinventar la rueda, sino porque cada detalle que se filtra apunta a que será un teléfono pensado para mejorar la vida diaria: más batería, cámaras más potentes, funciones de privacidad únicas y un diseño que mira hacia el futuro sin olvidar la comodidad de siempre. Samsung sigue fiel a su calendario y todo apunta a que el S26 verá la luz entre enero y febrero, como ya ocurrió con modelos anteriores. Lo curioso es que, esta vez, la estrategia de nombres podría variar: el modelo base pasaría a llamarse S26 Pro, acompañado de un Edge y un Ultra, dejando atrás el clásico “Plus”. Un detalle que parece pequeño, pero que refleja la intención de la marca de darle un aire más uniforme a su gama alta.
Uno de los puntos que más ha llamado la atención es la pantalla. El modelo estándar crecerá ligeramente, pasando de las 6,2 a las 6,27 pulgadas. No es un cambio radical, pero sí una mejora que se agradece en tiempos donde la mayoría de usuarios consume contenido en vídeo, redes sociales o juegos desde el móvil. A esto se suma un salto en la batería, que llegará a los 4.300 mAh en el modelo básico, un aumento que muchos reclamaban desde hace años.
El S26 Ultra, como suele ser habitual, concentrará las novedades más potentes. Su panel podría alcanzar las 6,89 pulgadas y su batería, gracias a nuevas tecnologías de silicio y carbono, rondaría los 5.500 mAh, lo que supone una autonomía más que interesante para quienes exprimen el móvil durante todo el día. Todo ello acompañado por un diseño con marcos de titanio, que promete ser más resistente y elegante. Si hay un apartado donde Samsung no quiere quedarse atrás, es en la fotografía. El S26 Ultra podría incorporar una cámara principal de 200 megapíxeles, acompañada por un teleobjetivo de 50 MP con zoom óptico y un gran angular del mismo nivel.Esto se traduce en imágenes más nítidas, con más detalle incluso en condiciones de poca luz, y en la posibilidad de grabar vídeo en 8K, y para quienes usan el móvil como su cámara principal estas cifras no son solo números, sino la garantía de poder capturar cada momento con una calidad casi profesional que antes solo se encontraba en cámaras especializadas.
Más allá de los megapíxeles y las pulgadas, hay una función que puede convertirse en una de las grandes bazas del S26: la pantalla privada con inteligencia artificial. La tecnología, llamada Flex Magic Pixel, ajusta el brillo y oscurece la pantalla cuando detecta que alguien la mira de reojo. Dicho de otra forma, si estás en el metro o en una cafetería, ya no tendrás que preocuparte de miradas indiscretas. Un detalle pensado para un mundo en el que la privacidad digital es cada vez más importante.
Además, se espera que llegue con la tecnología CoE (Color Filter on Encapsulation), que no solo mejora los colores, haciéndolos más vivos, sino que también reduce el consumo de energía y permite diseños más delgados. Es decir, pantallas más brillantes, con menos gasto y móviles más finos.
Samsung seguirá con su estrategia de procesadores dobles: en algunos países, como Estados Unidos o China, se espera que los S26 lleguen con el Snapdragon 8 Elite Gen 2, mientras que en Europa podrían llevar el Exynos 2600, desarrollado por la propia compañía. Aunque en las primeras pruebas el Snapdragon parece ofrecer mayor potencia, la apuesta de Samsung por sus propios chips refleja la intención de no depender siempre de Qualcomm.
En cuanto al software, el Galaxy S26 llegará con Android 16 y la nueva capa One UI 8, que incluye funciones basadas en inteligencia artificial, desde asistentes más personalizados hasta herramientas de edición de fotos y de texto más avanzadas, con la idea de que el móvil aprenda del usuario y se adapte mejor a sus rutinas, porque ya no se trata solo de potencia, sino de lograr que el teléfono sea más “inteligente” y útil en el día a día. Con todos estos detalles sobre la mesa, la gran pregunta es si el Galaxy S26 supone un salto realmente grande o si es una mejora gradual respecto a los modelos anteriores. La respuesta, quizá, está en el punto intermedio. No hay un cambio que lo convierta en irreconocible, pero sí un conjunto de mejoras que hacen que la experiencia diaria sea más completa: más batería, mejor cámara, más privacidad y un diseño cuidado.
Samsung parece haber entendido que, a estas alturas, no se trata de reinventar el móvil cada año, sino de hacerlo más cómodo, más duradero y más útil. Y ahí es donde el S26 tiene todas las papeletas para convencer.