viernes, abril 19, 2024

ALFONSO CRUZ VIVANCO, EL MANCHEGO QUE SE HA CONVERTIDO EN EL MAESTRO DEL CACHOPO DE VALDEMORO

Texto: Mar Olmedilla/ Fotos: L.C.D.V.

Muy pocos no sucumben ante un buen Cachopo, ese librillo de filetes de ternera relleno de jamón serrano y queso. En Asturias, de donde es original dicho manjar, está considerado uno de los platos estrellas de su gastronomía. El Cachopo gusta a los que tienen buen comer, ya que sus dimensiones sacian hasta el más glotón, pero también gusta a los enamorados. Sí, tal cual lo digo. Este es el caso de Alfonso Cruz Vivanco, un manchego de Campo de Criptana que descubrió el Cachopo gracias al amor hace más de treinta años. En la actualidad regenta “La Cachopería de Valdemoro”, el restaurante preferido tanto por las familias como por los jóvenes de la localidad. Alfonso Cruz Vivanco nació hace 55 años en Campo de Criptana (Ciudad Real) y se considera “un manchego de pura cepa, aunque ha aprendido a compartir mi corazón entre La Mancha y Asturias”. Su juego preferido de pequeño era escaparse con la cuadrilla a los montes del pueblo y luchar contra los molinos de viento con espadas imaginarias. Estaba todo el día en la calle, “sí, soy de esa generación de chavales que no conocían el móvil, ni las tablets, ni la Nintendo, nuestro juguete preferido era la calle”, reconoce con la sonrisa de quien añora la infancia vivida en un pueblo. Pero por mucho que le gustase “andorrear de arriba abajo”, nunca ponía mala cara cuando su madre, Gregoria, le llamaba para comer obligándole a dejar sus juegos: “Mi madre la verdad es que cocinaba muy bien, la casa siempre estaba envuelta en aromas muy manchegos, era un ama de casa, como tantas otras, que sabía extraer los mejores sabores con condimentos muy humildes y siempre te chupabas los dedos. Fue ella la que en realidad me enseñó a comer y me educó la cultura del paladar”.

CACHOPO

Hace ocho años, Alfonso por fin puso en marcha una idea que tenía metida entre ceja y ceja desde que visitara por primera vez Asturias y probase el Cachopo hace treinta y tres años. Por entonces estudiaba Magisterio en la universidad y allí conoció a Rosario. En seguida surgió el amor entre ellos y fue por amor que visitó la tierra natal de la que tiempo después se convertiría en su mujer. Conoció Mieres y Luanco, de donde es su familia política, y fue allí donde se sentó por primera vez ante un Cachopo, tras dejar el plato limpio sólo se le ocurrió decir: “Estoy seguro que esto triunfaría en Madrid. Me llevaron unos amigos y me dijeron tienes que probar el Cachopo, por entonces no era tan conocido fuera de Asturias ni se había puesto de moda como ahora, pero supe sin duda alguna que era un plato que gustaría a todo el mundo”. La vida continuó y sus visitas a Asturias fueron cada vez más seguidas, en cada una de ellas fue descubriendo su gastronomía, las fabes, sus carnes, mariscos, pescados, el arroz con leche… Sin embargo, en su mente se fue materializando lentamente la idea de abrir un restaurante donde el plato estrella fuera el Cachopo.

SALÓN. LA CACHOPERIA DE VALDEMORO

En 2016 debido a una regulación de plantilla que hicieron en la empresa en la que trabajaba de automóviles, lo tuve claro –explica Alfonso Cruz-. Me dije que era el momento de poner en marcha esa idea que nunca se me había quitado de la cabeza. Dicho y hecho, nos tiramos a la piscina de cabeza y abrimos ‘La Cachopería de Valdemoro’, hablo en plural porque mi mujer también me ha acompañado en esta aventura”.

Este amante de las migas y las gachas, “no se te olvide el pisto”, me indica, no se cansa de repetir a todo el que llega a su restaurante y le pregunta de qué parte de Asturias es, que él es manchego, “nada más ni nada menos que de Campo de Criptana, el pueblo de los molinos de viento y de Sara Montiel”. Tal vez por eso en la carta nunca faltan el pisto manchego ni las patatas bravas, pero “ojo, con un sabor muy manchego. Las hago siguiendo la receta de mi madre, que siempre le ponía en la salsa un poco de comino. Están riquísimas”. Alfonso no cocina, él se preocupa de recibir a los clientes, de comprobar que todo esté en orden y que nada falte. Rosario, sin embargo, la asturiana de pura cepa, es la que cuida los detalles de la cocina. Prueba y comprueba que los cocineros ponen todo su esmero y pasión en las recetas y que cocinan con sabor cada uno de los platos que salen al comedor. Entrar en “La Cachopería de Valdemoro” es como hacerlo en un pequeño rincón de Asturias, además uno se siente como en casa y en familia. A parte de las diferentes variedades del Cachopo, es una delicia probar el arroz con bogavante, la parrillada de marisco o el arroz con leche. Y cómo no, todo ello regado con una de las mejores sidras asturianas, Trabanco

Tanto para ir a comer un menú diario, como ir a cenar o a picar algo, “La Cachopería de Valdemoro” es uno de los destinos preferidos por los vecinos de la localidad. No es de extrañar. Trabajadores, amigos, familias o gente de paso, todos son bien recibidos. Es un restaurante sencillo y familiar, de esos que antes algunos llamaban casas de comida, pero que por la tarde-noche se transforma en el punto de encuentro de la gente joven del pueblo donde acuden no sólo a cenar sino también a tomar una copa. “Aquí viene gente de todo tipo, pero sabemos que los jóvenes no disponen de mucho dinero, por eso tenemos la oferta que por 26 euros pueden pedir Cachopo, media ración de lo que quieran y una botella de sidra (o dos bebidas). Nuestros menús rondan los 11 euros”, dice este manchego con el corazón en Asturias. Lo mejor de todo es que si no te quieres mover de casa, también sirven a domicilio. http://www.lacachoperiadevaldemoro.es/

Artículos relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

logo-diario-mas-noticias
Recibe las  últimas noticias

Suscríbete a nuestra newsletter semanal