Texto: Sandra Cuenca/ Fotos cedidas por Charo Reina
Con Charo Reina no hacen falta muchas presentaciones. Es actriz y cantante, sevillana de cuna y una mujer increíble. La hemos visto en el teatro, cantando siempre sobre un escenario, trabajando en televisión y en el cine. Acaba de cumplir 61 años y nunca ha dejado de trabajar, ni se le pasa por la cabeza dejar de hacerlo. Después de ponernos al día, hacía mucho que no hablábamos, lo primero que le pregunto es ¿Cómo estás? “Razonablemente bien dentro de lo que nos está tocando vivir, gracias a Dios no me he contagiado”, me contesta sintiéndose una privilegiada por ello. Insiste en decirme cuánto cuidado hay que seguir teniendo y que, sobre todo, hay que ser parte de la solución, no del problema.
─¿Charo Reina siempre tuvo claro a qué se quería dedicar?
─Sí, desde pequeñita mi sueño era estar encima de un escenario y si podía ser como actriz mucho mejor. Tenía claro que lo que quería ser: era actriz de teatro. Yo no jugaba con muñecas, a no ser que mi madre me obligara a hacerlo con mi hermana. De hecho, sólo tuve una muñeca, se llamaba Dulcita. Lo que me gustaba en verdad era revolver los baúles de mi tía Juana, que teníamos en la azotea de la casa donde nacimos, en el barrio de La Macarena. Allí es donde era totalmente feliz. Te digo más, jamás me pedí una muñeca por Reyes o por mi cumpleaños, pedía otras cosas, sobre todo libros, y si eran de animales mucho mejor, me gustaban mucho. Hay una anécdota que recuerdo con terror, una mañana de Reyes, me levanté corriendo para ver los regalos que me habían dejado y me encontré una muñeca, ¡una muñeca casi tan alta como yo!, con una melena rubia y hecha de un plástico durísimo que me pareció horrible. En cuanto la vi empecé a pensar de qué manera podía deshacerme de ella (risas). No me preguntes ni cómo ni cuándo, pero lo hice, un día nunca más se supo de ella. Nunca llegué a jugar con ella, es que se convirtió en toda una obsesión perderla de vista.
─Entonces, lo tuviste muy claro, querías ser artista sí o sí.
─Sí, por eso con catorce años me matriculé en La Escuela de Arte Dramático. Ahí es donde me subo a un escenario por primera vez y donde empiezo a hacer teatro. Donde me doy cuenta que esa es mi auténtica vocación.
─¿Qué recuerdos tienes de aquellos comienzos?
─Uff, los más bonitos del mundo. Mi sueño se estaba haciendo realidad, me subí por fin a un escenario a interpretar y recitar, que es lo que siempre había querido. Yo no quería ser otra cosa, sólo quería ser artista. Cuando terminé mis estudios, con matrícula de honor, empecé a interpretar a Los Quintero y muchos otros. Estuve en La Compañía Andaluza de la Comedia como primera actriz, después formé mi propia compañía de teatro. En realidad, no empecé a cantar hasta los 28 años. Lo hice porque sabía que mi tía Juanita era feliz viéndome cantar.
─Has cantado copla, boleros e incluso te has atrevido con el pop… En el día del Orgullo arrasaste con la canción “Yo soy La Reina”. ¿Hay algún estilo que te falte o con el que no te atrevas?
─A mí en la música me gusta todo, escucho desde Mozart hasta Iron Maiden o Metallica. He hecho zarzuela, me gusta la canción melódica y el pop, Camilo Sesto o grupos como DeCarneyHueso. Es decir, me gusta la música en general. Mira, lo que no sé si me atrevería a cantar es un heavy. Además, tengo 61 años, digamos que, aun habiendo cantado distintos géneros, estoy un tanto encasillada. Mis discos siempre han sido de coplas, boleros, baladas… En directo he hecho desde zarzuela hasta comedia musical de Broadway, pero el heavy…
─¿Te ofende que te encasillen como una folclórica?
─Para nada. Hay personas que creen que llamándome folclórica me ofenden, se equivocan. Todo lo contrario, estoy muy orgullosa de esa palabra, no hay nada despectivo en ella. El escenario para mí es mi vida. Hasta mis hijos me lo dicen: mamá, sólo eres feliz al cien por cien cuando te subes al escenario.
─Te hace feliz subirte a cantar a un escenario, pero entre el cine, la televisión o el teatro, ¿qué prefieres?
─Teatro, sin lugar a dudas. También he disfrutado mucho en televisión haciendo series y trabajando con algunos de los más grandes como Carlos Larrañaga o Lina Morgan, por ejemplo. Me ofrecieron un papel en “EL Príncipe” y estuve encantada, por fin alguien me dio un personaje dramático. Pero reconozco que donde estoy más a gusto es en el teatro, es donde me siento más yo.
─¿Es verdad que no te gusta verte en la televisión ni escuchar tus discos en casa?
─Cierto, no me gusta nada, me da mucha vergüenza. Por eso hay veces que me enseñan cosas mías de hace años y ni me acuerdo que las he hecho. Son más de cuarenta años encima de un escenario, haciendo giras, no he parado, tendría que ver demasiado tiempo para verme a mí misma. Cuando empezó la pandemia podría haber organizado mi peculiar baúl de los recuerdos, haber visto trabajos que he hecho, pero no. En el confinamiento me dije: ¡Mira que bien, por fin me voy a poder quedar en mí casa dos o tres meses seguidos! Me lo tomé como un descanso necesario, que la verdad, me hacía falta. He podido conectar con mi casa, con mis hijos y con mi familia, pero esa conexión ya ha durado demasiado, creo que empieza a hacer, como yo digo, un cortocircuito.
─¿Qué uso le das a las redes sociales?
─Siempre me han gustado las relaciones humanas, me gusta hablar con la gente, tú me conoces. Pero no sólo relacionarme con los de mi profesión, sino con todo el mundo. Me gusta ir al mercado, por ejemplo, y pararme a hablar con las personas que me voy encontrando. Las redes sociales te permiten conectar con gente e incluso llegas a hacer amigos, eso es maravilloso. Ahora, por ejemplo, lo que más uso en Instagram, el tema de Facebook lo tengo un poquito apartado. La razón es que me pongo muy nerviosa, veo mucho insulto y malos rollos, parece que estamos perdiendo un poco el norte. Nos estamos convirtiendo en “planarias cabeza de martillo”, esa es la parte mala de las redes.
─Charo, perdona, ¿qué son las “planarias cabeza de martillo”?
─Las planarias son una especie de gusanos, con la peculiaridad de que sólo tienen un orificio, el mismo para comer y expulsar mierda.
Me dice eso y se queda tan ancha. Nos echamos a reír. Conozco el sentido del humor de Charo Reina, pero le tengo que ser sincera y le pregunto a qué se refiere con eso de las “planarias” y qué tiene eso que ver con las redes sociales.
─Lo digo, porque ahora cuando hablamos, solemos utilizar malas palabras e insultos, de ahí que piense que estamos mutando a planarias. Hoy en día está todo demasiado revuelto, la gente se enfrenta e insulta de forma gratuita. Eso me pone muy nerviosa. Hace tiempo que yo esa lucha la tengo olvidada, creo que lo más importante entre personas es tener tolerancia y respeto, darnos las manos y ayudarnos unos a otros. Así que paso más tiempo en Instagram, no es tan hiriente.
─Eres una mujer que nunca para quieta, ¿tienes algún proyecto a la vista?
─Durante la pandemia rodé dos cortos que están por estrenar. He participado en una película, también por estrenar. Ha sido todo un lujo y un placer, todas las protagonistas somos mujeres, entre ellas están Norma Ruiz y Rosario Pardo, incluso la directora es mujer. Ni estando confinados he parado, he colaborado mucho en televisión. En un par de meses haré otro corto. La música es lo que de momento voy a aparcar. Ah, y estoy escribiendo, siempre me ha gustado escribir. Todos los monólogos que hice en el programa de José Luis Moreno estaban escritos por mí. La adaptación de mi monologo “Una mala noche la tiene cualquiera”, lo hice con Rafael Mendizábal. Ahora estoy escribiendo una comedia que me han pedido, donde hay dos personajes, uno lo haría yo y el otro un actor muy conocido del que aún no puedo decir su nombre. Creo que la gente necesita mucho humor y la comedia me está quedando muy divertida. Trata del empoderamiento de la mujer, pero de una mujer de toda la vida con una edad cercana a la mía. Al mismo tiempo, es lo que tiene esto de no parar quieta, estoy readaptando el monólogo del que te hablaba antes, pero situándolo en la actualidad. En su día tuvo mucho éxito, tanto que después de veinte años la gente me lo está pidiendo. Creo que es el momento perfecto para volver con él, está lleno de humor y de crítica social. Interpreto a un transformista y me da la oportunidad de cantar algo durante el monólogo, puesto que él imita a Charo Reina. Se llamará “¡Que mala noche, por Dios!”. Estoy segura que el humor va a ser el motor que nos ayude a seguir adelante.