Redacción
El principal motivo para hacerlo es el mal sabor del agua del grifo, que varía mucho según la región del encuestado. De hecho, mientras que en la Comunidad Valenciana y Cataluña beben agua envasada más de un 65% de los residentes, en Madrid y el País Vasco lo hacen menos del 11%.
El agua del grifo está suficientemente controlada y es perfectamente segura. Otra cosa es su sabor, que puede ser desagradable cuando se trata de agua dura, rica en sales de cal y magnesio, o agua procedente de una desaladora. Lamentablemente, el mal sabor del agua del grifo es más común de lo que podría pensarse: el 41% de los españoles bebe habitualmente agua mineral envasada en su domicilio, según una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en la que han participado 1.100 personas, una muestra representativa de la población española de entre 25 y 80 años.
El consumo de agua mineral varía significativamente entre regiones en función del sabor del agua del grifo. Quienes más la beben son los residentes en la Comunidad Valenciana, donde un 70% de los encuestados la consume de forma habitual. Le sigue de cerca Cataluña (66%). Y otras regiones con un elevado consumo de agua envasada en el domicilio son Galicia (49%), Castilla-La Mancha (44%) y Castilla y León (39%). Por el contrario, en Madrid solo un 7% bebe habitualmente agua mineral envasada en su domicilio; mientras que en el País Vasco apenas lo hace un 10% de sus residentes.
La encuesta también revela que el precio es el principal factor de compra de agua envasada, al menos para el 67% de los encuestados (para el resto lo es el manantial o la marca). Un precio que alcanza diferencias espectaculares según la marca elegida, pero también según la población en la que resida el consumidor, advierte OCU tras analizar la presencia de 69 marcas de agua mineral natural sin gas y 22 con gas en cinco conocidos supermercados de 9 grandes ciudades.
Entre las marcas de agua mineral sin gas seleccionadas, el precio varía entre los 0,13 €/litro de Fontecabras (manantial La Majuela, Zaragoza) y a los 6,67 €/l de Cazorla Flor (manantial Sierra de Cazorla, Jaén). Esta última se vende en una peculiar botella de cristal; porque en botella de plástico cuesta 0,78 €/l, un precio ligeramente inferior a la media, que se sitúa en 0,87 €/l. Buena parte las marcas más baratas son de distribución, la llamada marca blanca, que resultan un 52% más económicas, especialmente las de Dia (0,38 €/l), Mercadona (0,40 €/l) y Carrefour (0,41 €/l). Aunque si se puede adquirir el agua mineral en garrafas de 5 u 8 litros el precio puede rebajarse bastante más.
Y entre las ciudades más baratas, dos localidades andaluzas: Sevilla y Málaga, donde el precio medio del agua sin gas ronda los 0,98 €/l. Bastante menos que otras grandes localidades como Valencia (1,18 €/l), la ciudad más cara, junto con Madrid (1,16 €/l). Y eso que en la Comunidad Valenciana existen hasta 16 manantiales de agua mineral natural. El problema es que no resulta difícil encontrar aguas del resto de comunidades, por lo general un poco más caras.
OCU advierte que una familia de cuatro miembros donde se consuman 2 litros de agua mineral por persona al día a un coste de 0,17 €/litro (el precio que tendría adquiriéndola en garrafas de 5 litros) gasta 496 €/año, frente a los 5,25 €/año que gastaría bebiendo agua del grifo. Es decir, casi 100 veces más.
OCU insiste en priorizar el agua del grifo, salvo que el sabor sea desagradable, en cuyo caso aconseja comprar aguas minerales de manantiales situados en la misma región del consumidor: tanto por el menor impacto medioambiental que genera su transporte, como porque suelen ser más baratas. Y si es posible, en garrafa de cinco u ocho litros, aún más económica. Luego, en casa, el agua mineral debe conservarse en un ambiente fresco y seco, protegido de la luz solar. Y una vez abierta debe beberse en dos o tres días.
Esta información ha sido elaborada por un equipo de estadísticos profesionales de la alimentación y la salud, abogados, economistas, ingenieros, editores y diseñadores de OCU que, en colaboración con laboratorios independientes, analizan desde 1975 los principales productos y servicios de consumo. Su trabajo se sustenta en los principios de la evidencia científica, la calidad, la eficiencia y la sostenibilidad, pero sobre todo en la independencia que le proporcionan sus más de 190.000 socios activos.