sábado, abril 20, 2024

«Jesús por MARIÑAS» Memorias desde el corazón

Redacción/ Fotos cedidas

Unas memorias desde el corazón trazadas con su afilada lengua, con historias y anécdotas inéditas, en las que Jesús demuestra que Mariñas sigue estando en plena forma

Jesús Mariñas ha sido testigo de excepción de la historia social de España de los últimos cincuenta años. Por primera vez, con la ayuda del periodista Pedro Narváez, nos ofrece un recorrido de los personajes a los que ha conocido y tratado en su larga de carrera profesional, desde Julio Iglesias a Rocío Jurado o su admirada Montserrat Caballé. Así, nos revela que el rey Juan Carlos le llamaba para interesarse por lo que decían de él o que la duquesa de Alba le despertaba a las seis de la mañana para estar al cabo de la calle. Porque Mariñas ha conocido de cerca a todos los famosos «de verdad» que reinan en las revistas del corazón y sus crónicas han marcado las conversaciones hasta en los cenáculos del poder. Si Mariñas no fuera de verdad, no nos interesaría. Para qué perder el tiempo con otro impostor. Ya forzamos demasiadas sonrisas. Pero este sinvergüenza tiene asuntos que vomitar aunque sea a trocitos, como comprobarán. La historia de un país puede contarse de muchas formas. Hay tantos relatos como eminencias dispuestas a darles forma. Por eso también interesa qué tal ejerce Mariñas el papel de historiador sin el manual de lo políticamente correcto a mano. Sus crónicas son una manera de destripar una sociedad. Mariñas está en su mejor momento, el del recuerdo de lo que fue y de lo que vio. Si un periodista merece que alguien le ponga una alcachofa en los morros ese es él, quién si no.

«No pienso nunca que ya no me queda tiempo para hacer muchas cosas. Me tengo que morir como todo el mundo. Noto cómo pasan los años sin depresión ni angustia. Duermo con la conciencia tranquila porque no he puteado a nadie… que no se lo mereciese. Puedo demostrarlo. Si he hablado mal de alguien se lo habría ganado a pulso. No acarreo una lista de odios ni un petate de resentimientos. Es una pérdida de tiempo. No me va a reportar nada, solo incomodidad. Que digan, que hagan, me da lo mismo. No detesto a nadie. Si alguien me produce rechazo, desaparece de mi vida. Es mi autodefensa. Empecé como un merodeador de teatros. Un acosador de fama al que no le hizo falta abrirse la gabardina. Casi un adolescente, entraba a los camerinos, convencía a los artistas para hacerles de guía local, les hablaba con un desparpajo y una admiración que no esperaban. Un terrícola extraño entre los divinos. Lo sigo haciendo cuando puedo. Es mi gran vicio. Me acerco tanto a la noticia que llego a dormir con ella. Echo de menos algunas etapas en televisión, los veinte años con María Teresa Campos, otros tantos en la radio con Luis del Olmo en Protagonistas; nunca me he compenetrado tanto en el trabajo. Y los ocho de Tómbola, por lo que supuso ese nuevo estilo de tratar el corazón. Nos ponían a parir. ¿Malo? No creo haberlo sido. He estado muy comprometido con mi profesión, he sido muy exigente y, sobre todo, me ha gustado contar las tres patas de la mesa y no las cuatro, que es lo que se espera, lo habitual. Encontrarte con una mesa con tres patas, eso tiene su intríngulis. Necesita un equilibrio. Y eso es lo que me ha llamado la atención, ofrecer las tres patas de la noticia, no lo evidente. Esa manera de actuar provocó que mucha gente me asaltara: —¿Cómo publicas esto? —Pues porque es mi trabajo. No sé si di grandes exclusivas. Debió haberlas, pero imagínense, han sido tantísimos años con una crónica diaria, escrita o radiofónica, que me resulta imposible rescatarlas. No he llevado una agenda ni he hecho anotaciones. Me parecía absurdo. Pensaba que lo que había que recordar lo recordaría y lo que no, mejor olvidarse de ello. Creo que me he caracterizado siempre por la precisión de mis informaciones. Nunca he recurrido al «según se dice». Yo afirmaba. Si no tenía esa seguridad, no lo contaba, no lo comentaba o no lo decía. Y eso me causaba muchos problemas. —¿Y cómo sabes eso? ¿Y quién te lo ha soplado? —me preguntaban. —A ti te lo voy a decir —murmuraba yo. Nadie me ha regalado nada ni lo he pedido. Y no me ha ido mal, gracias a Dios. Bueno, también podía haberme ido mejor«.

Pedro Narváez

Pedro Narváez (San Fernando, Cádiz, 1964) es periodista por convicción desde el día que abandonó los estudios de Derecho y descubrió que no había nada comparable a contar historias cada día. Licenciado por la Universidad Complutense, empezó su carrera profesional en ABC y en la revista Blanco y Negro. Ha sido corresponsal de moda y uno de los comisarios de la exposición «Tras el espejo» del Museo Reina Sofía. Actualmente ejerce de subdirector del área de Cultura y de la sección Gente de La Razón, periódico en el que colabora Jesús Mariñas desde su fundación en 1998. Ha seguido de cerca la trayectoria del protagonista de este libro. Sus destinos se cruzaron cuando en el primer número del periódico tuvo que sustituirle porque, en la vorágine del lanzamiento, el artículo de Mariñas no llegó a tiempo. Desde entonces pensó que la vida del cronista rosa merecía ser relatada.

Editorial: La Esfera de los Libros

Fecha de publicación: 2021-06-23

Páginas: 304 + 16 ilustraciones 

Colección: Biografías y Memorias

Precio: 19,90€

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