viernes, marzo 29, 2024

JOSÉ ARAQUE: “EN ESTA PROFESIÓN TIENES QUE SER UN TODO TERRENO, NUNCA SABES EN QUÉ VAS A TRABAJAR AL DÍA SIGUIENTE”

Texto: Mar Olmedilla / Fotos: J.A.

Pertenece a una generación de periodistas que se han criado más con el mando a distancia de la tele que con los clásicos airgam boys.  Además, era el típico niño que no paraba de preguntar y preguntar, quería saberlo todo. Tal vez por eso y porque a él realmente lo que le gusta de siempre es contar historias, José Araque se ha convertido en uno de los reporteros más populares de la televisión. No hay día que no aparezca desde hace tres años en “Ya es mediodía” (Telecinco) buscando un testimonio que ofrecer a los telespectadores. Tiene 36 años y presume de haber nacido en un lugar de la Mancha del que sí quiere acordarse, La Roda (Albacete). Asegura con mucho orgullo que “soy gato de vivencias, pero manchego de corazón”.

Antes de convertirse en reportero, trabajó de teleoperador. “¡Hola! Buenos días. Soy José Araque, ¿en qué puedo ayudarle?”. Esta era la cantina que repetía más de un centenar de veces al día para ganarse la vida. Así estuvo durante dos años. Un buen día por fin consiguió una oportunidad como periodista, la profesión para la que había estudiado. Tenía 21 años y unas ganas locas de vivir por fin su sueño, trabajar en la tele. Empezó como auxiliar de redacción para Emilio Pineda en el programa “El Buscador”. “Recuerdo que mi primer reportaje fue con Jorge González, un concursante de “Operación Triunfo”. Estaba muy emocionado, pero sobre todo nervioso, era mi primer directo. En ese momento no era tan consciente de lo que estaba haciendo, mi mente se centraba más en pensar ¡ay!, que no lo haga mal. Por favor, que no me echen la bronca los jefes”. También estuvo mucho tiempo poniendo voz a los vídeos que se emitían y enseguida se dio cuenta que tenía que mejorar sí o sí. “Soy muy perfeccionista –reconoce- y me di cuenta de que pronunciaba mal la R, como mi madre. Me apunté inmediatamente a un curso de Educación de la Voz para corregir esto. Era un horror. Al día de hoy sigo examinándome para ver en qué puedo mejorar, hay que estar alerta”.

Han pasado los años, como dice la canción, y ahora cada vez que encendemos la tele por las mañanas nos lo encontramos ahí. Perdido en la nieve, soportando la lluvia frente a la puerta de un hospital, cubriendo la desaparición de un niño o llamando a la puerta de un piso donde hacen fiestas ilegales pese a que alguien quiera agredirle. Allí donde ocurre algo importante que pueda ser noticia, siempre está José Araque. Como periodista ha tenido que hacer un poco de todo en el medio. “En esta profesión tienes que ser un todo terreno porque nunca sabes dónde vas a poder trabajar al día siguiente. Vamos construyéndonos a nosotros mismos como profesionales poco a poco. Pasamos por distintas etapas y de todas se aprende algo, al menos yo lo veo así”, cuenta a gran velocidad. Habla rápido y sin perder el sentido de lo que dice, claro, que también fue monologuista y tiene experiencia en contar mucho en poco tiempo.

La mitad de su tiempo se la pasa viajando para informar.

Están las Chicas Hermida y están los Chicos Campos, y tú has sido uno de ellos, ¿no?

─Sí (ríe). Ella me dio una oportunidad en ¡Qué tiempo tan feliz! Allí aprendí mucho. Fueron mis primeros directos. La primera vez fue en la Puerta del Sol. Había fallecido Adolfo Suárez. Recuerdo que hacía mucho calor y yo iba vestido con un traje negro que me daba mucho calor. No sé si serían los nervios o el calor, el caso que ese día sudé la gota gorda.  

¿Cómo era trabajar con María Teresa Campos?

María Teresa Campos es una de las grandes, nadie puede ponerlo en duda. Conmigo fue tremendamente generosa. Mira, otra de mis primeras salidas fue a Cantora. Tuve que desplazarme allí porque era el cumpleaños de Isabel Pantoja y tuve que estar plantado en la puerta de la finca horas y horas. Cuando llegó el momento en que Teresa conectó conmigo, apenas tenía nada que contar porque no había pasado nada de nada. Ella veía que yo estaba muy nervioso, sabía que era un novato. Me echó un capote que siempre se lo agradeceré. ¿Y de qué marca son los coches que pasan a Cantora?, me preguntó entre risas. De ese modo me ayudó a relajarme y salir del apuro, ya que no había nada interesante que contar nos pusimos a bromear sobre los coches. Eso no lo hace cualquiera y menos de la categoría de La Campos.

Ahora estás a las órdenes también de otra mujer, Sonsoles Ónega, dicen que eres su preferido. ¿Es cierto?

─¡Qué va! Decir eso sería mentir, eso lo dijo un periodista que me entrevistó, no yo. Lo que sí es, además de mi jefa,  una buena compañera. Lo tiene todo, es simpática, posee una gran cultura y un coco privilegiado…Yo la admiro mucho, no es peloteo, eh, sino fuera no verdad pasaría palabra. En serio, me parece increíble cómo es capaz de manejar el programa, que no deja de ser un informativo comprimido, donde vamos saltando de temas continuamente y con una premura de tiempo muy complicada. Es muy difícil no perder los nervios en un directo de este tipo y Sonsoles lo consigue hacer muy bien y, sobre todo, con mucha naturalidad.  

─Ejem, ¿y dices que no es peloteo?

─ Vamos a ver, si tu jefa estuviera pendiente de ti cuando estás en la calle como lo hace ella, que es capaz de coger el teléfono para avisarte de algo que es importante y que sólo ella sabe y te cede el privilegio de que seas tú quien lo pregunte, apartándose por completo de todo protagonismo, como ocurrió con Pedro Sánchez y su interés por el caso de Rociíto. O, por ejemplo, se te acerca para decirte en voz baja, mira Araque creo que te pasa lo que me pasaba a mí cuando trabajaba con Iñaqui Gabilondo, quieres contar mucho en poco tiempo, en un directo debes aprender a resumir y comprimir la información. No te estoy regañando, te lo digo porque a mí me pasaba lo mismo. Un jefe no tiene porqué en hacer eso, otros ni se molestan. Ella lo hace y para mí eso es ser una gran profesional y mejor compañera. ¿No dirías tú lo mismo?

Araque lleva más de tres años en «Ya es mediodía»

Escuchándole hablar nada queda de aquel niño que jugaba en La Roda cuando el sol permitía salir a la calle y no sentía amenaza alguna. Ya nadie se acuerda de aquel chaval un tanto gordinflón y bajito al que pegaban en el patio del colegio, “sufrí bullying de pequeño, por eso no pude disfrutar durante mi infancia del pueblo como me hubiera gustado. A los once años mi familia se vino para Madrid y para mí, entonces, aquello fue una liberación. Con los años me he reconciliado con mi pueblo y siempre que puedo me escapo a La Roda, donde siguen viviendo mi abuela, primos y muchos amigos”.

“Volverte a ver”, “Está pasando”, “Tu casa es la mejor” o  “Con voz y voto” son algunos de los programas en los que ha trabajado como periodista, pero el que más le ha marcado profesional y personalmente es “Desaparecidos”, dirigido por Paco LobatónJosé Araque tiene muy claro que ese fue el salto profesional que necesitaba para formarse como el periodista que hoy es. “No es que en los otros programas no me haya formado, claro que sí –aclara porque no quiere que haya malentendido alguno-, lo que pasa es que con Paco fue un antes y un después. Lobatón tenía un lema ‘no sumar más dolor al dolor’, nos enseñó a que había que asumir la responsabilidad que conlleva nuestro oficio, a intentar no confundir a la gente que nos escucha. Yo venía de hacer crónica social, donde todo es más divertimento, entretenimiento. En “Desaparecidos” era algo completamente nuevo y distinto, se trataba de hacer un servicio público muy necesario y de la forma más respetuosa posible”.

“Ahora –añade Araque- cuando abordo un tema me obligo, al menos lo intento, a informarme lo máximo posible, saber qué es lo que puedo contar y si puedo ayudar a alguien con ello. Tenemos que ser conscientes que nosotros somos el altavoz de aquella gente que no tiene voz y debemos ayudar a que se les escuche”. En el programa “Desaparecidos” tuvo la oportunidad de informar en primera línea de uno de los casos que nos mantuvo a todos pegados a la pantalla del televisor, el caso del Niño Gabriel, cuya desaparición lleno de tristeza y de pececitos los hogares de casi todos los españoles. “Ese día iba, junto con el resto de mis compañeros, en un autobús camino del plató porque el programa se emitía en directo, serían las cinco de la tarde. Estaba a punto de bajarme cuando me llamó la coordinadora del programa y me dijo te vas ya mismo para Almería, ha desaparecido un niño. Me fui con lo puesto, sin pasar por casa y fue un viaje a toda mecha porque tenía que hacer un directo esa misma noche a las diez y media o así. Esa noche, te juro, pensé que el niño iba a aparecer pronto. No fue así, me equivoqué. El caso de Gabriel me marcó profundamente, nos marco a todos”.

Durante un tiempo compaginó el periodismo con los monólogos.

José Araque asegura que fue en ese momento cuando comprendió todos los consejos que le había dado Paco Lobatón, había que ser muy responsable. “Fue la primera vez que sentía que lo que dijera y cómo lo dijera podía ayudar o perjudicar a esos padres que estaban sufriendo. Fue todo un reto. Quiero que digas, y si no me enfadaré, que fue gracias a una compañera, Mar, que pude salir airoso de ese directo. Una hora antes de salir en antena, se metió conmigo en mi habitación y me obligo a ensayar, a cuidar mis gestos y mis palabras, para que todo saliera bien. Estuve muy arropado y creo que ha sido uno de los mejores directos que he hecho. ‘Desaparecidos’ fue toda una escuela que me ha abierto muchas puertas”.

Pero ha sido este último año con la pandemia, cuando el reportero ha sabido lo que es estar al pie del cañón sin desfallecer y con lo que ha conseguido colarse en la casa de todos, logrando que los telespectadores le reconozcan por la calle, incluso llevando mascarilla, simplemente por la voz. “No quedaba otra. Muchos compañeros se habían contagiado y teníamos que dar el do de pecho los que seguíamos en pie. Claro que nos ha visto mucha gente, estaban todos confinados sin salir de casa, qué remedio les quedaba que aguantarme”, bromea para restar importancia a su creciente popularidad.    Así es José Araque un reportero inquieto, responsable y comprometido con su profesión, de la que espera seguir aprendiendo día a día.

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