Texto: Sandra Cuenca/ Fotos: L. B.
La obra teatral «Con la muerte en las punteras» está basada en testimonios reales y nos ofrece a través del teatro danza, el lado más oscuro del deporte de élite.
Compañía Enredadera nos acerca a la historia de Ángela, estudiante y deportista de alto nivel que padece anorexia nerviosa. Una enfermedad que sufren más de la mitad de las gimnastas en España. Tema duro y del que casi nadie es capaz de hablar, pero Laura Balo, la actriz y directora de «Con la muerte en las punteras«, ha querido hacerlo a través de un monólogo y del teatro danza. Estarán en el teatro El Umbral de Primavera (calle de primavera 11, Madrid) los sábados de octubre a las 19h.
Para crear esta obra, Laura Balo y su equipo de Compañía Enredadera han creado el personaje de Ángela, que pone rostro a muchas grandes promesas de la gimnasia rítmica a nivel mundial. Una historia construida a través de testimonios reales del mundo del deporte del más alto nivel.
Laura Balo es actriz, bailarina y directora, ella nos cuenta que «se puede hacer todo pero por partes«. Empezó como bailarina y después empezó a estudiar interpretación, ahí fue cuando le picó el gusanillo. «Hacer un montaje y actuar al mismo tiempo es muy complicado, pero con tiempo se puede, siempre tiene que haber un equipo detrás que te ayude«. La pregunto si se decanta por alguna de estas facetas, confesándome que le gusta mucho dirigir y que es lo que más ganas tiene de hacer, además es lo que ha hecho más recientemente. Siempre tuvo muy claro que quería dedicarse a esto, nunca tuvo dudas, «cuando bailaba sentía la sensación de subirme a un escenario y que mi familia viniera a verme» recuerda Laura. Aquello le hacía feliz y supo que lo tenía que intentar.
¿Qué es lo más importante que te ha enseñado esta profesión?
A tener muchísima paciencia y a comprender la frustración cuando aparece. He aprendido que si vienen meses malos tenemos que seguir adelante, cueste lo que cueste.
¿Cómo surge la idea de crear Compañía Enredadera?
Surge cuando estoy terminando la carrera con mi socia, Eva Gallego. Hicimos un montaje juntas y estábamos en plena pandemia trabajando en la dramaturgia de la obra. Vimos que juntas trabajábamos muy bien y que no era muy difícil si le echábamos tiempo y ganas. Hasta aquel momento, la verdad, es que hacer algo así me parecía imposible. Después de muchas charlas le dije que si teníamos los mismos motivos, por que no intentábamos hacer algo juntas que tuviera un futuro, y ahí creamos Compañía Enredadera en 2020. A partir de ese momento empezaron a unirse personas a la compañía, nos empezaron a llegar propuestas y gente con muchas ganas de colaborar. De repente, se creo un núcleo que se convirtió en el equipo principal de Compañía Enredadera a día de hoy y fue todo muy sencillo, salió todo como muy organizado.
«Con la muerte en las punteras», inspirada en hechos reales y un tema bastante duro: el deporte y la anorexia…
Un tema muy duro, sí. Yo llevo haciendo gimnasia desde pequeña y era algo de lo que me apetecía hablar. Hay un montón de gimnastas que están haciendo un cambio y levantando la voz con muchas denuncias, por lo que pensé que era un buen momento.
¿Qué se van a encontrar los espectadores?
Se van a encontrar la historia de una chica de 18 años con una cara bonita, pero con la cara fea de lo que hay detrás del deporte. Todo lo que hay detrás de maquillajes, moños altos, sonrisas y maillots.
¿Crees que temas como el de este monólogo son necesarios a día de hoy?
Es algo que siempre hemos pensado en la Compañía, que hay que darle voz a todos estos temas que no lo tienen y yo pensé que si con 12 años me hubiera encontrado una obra como esta, me hubiera gustado mucho verla y hubiera sabido que no solo era yo, que a mucha gente le está pasando esto. Además, siempre he querido hablar de este tema y poderlo hacer ya es algo bueno. Me gustaría poder llevarlo a institutos, por ejemplo, y enseñarlo a adolescentes de entre 13 y 18 años.
¿Hay una edad mínima para ver la obra?
Yo creo que con 12 años esta obra se puede ver sin problema, igual con 10 años no. No se dice nada que no se tuviera que decir, pero si que es verdad que a los 10 años no te estás planteando aún tu cuerpo, porque estás jugando con muñecas. Hablo desde mi experiencia porque a los 12 años fue cuando me entraron todos los complejos, pero yo creo que con 11 o 12 años se puede ver.
Cuando la gente sale de ver el monólogo ¿Qué te dicen? ¿con que sensación te gustaría que salieran?
Sobre todo oyes a algunas personas decir que a ellas también les pasó algo así cuando eran adolescentes, lo pasaron mal con el peso, por ejemplo. Me encanta que me digan que les ha gustado verlo y sobre todo saber que con este monólogo compartimos un trocito de nuestras vidas.
¿Algún proyecto nuevo que nos puedas contar?
El siguiente que vamos a sacar es «Las Malas«, que es un recorrido a través de la literatura, desde antes de Cristo hasta la actualidad y sobre el papel de la mujer en la literatura, centrado en «la mala» de la historia y como en realidad nunca lo han sido. Empezamos con Troya y hablando de Helena, Ifigenia y Clitemnestra, y como ellas nunca fueron las malas, simplemente por un supuesto secreto a Helena se la señaló como la causante de la Guerra de Troya. Vamos a contar cómo y porqué nunca fue la mala de la historia.
También queremos sacar este año un clásico, de Calderón de la Barca y estamos trabajando en la dramaturgia que saldrá como a finales de este año.
¿Piensas que si no somos nosotras, las mujeres, las que reivindicamos temas como el que se trata en el monologo nadie lo va a hacer?
Totalmente. Por ejemplo, hubo gente que con el tema de la prostitución en «Dolores y Esperanza» nos decían que cómo nos íbamos a meter en ese embolado, ¿si no lo hacemos nosotras? ¿Quién lo va a hacer? Hablamos con muchas prostitutas y recogimos muchos testimonios, tratamos el tema con un gran respeto y siempre desde sus voces, no desde las nuestras. Ellas mismas nos decían que todo el mundo hablaba de ellas pero nadie les preguntaba. Uno de los objetivos de la compañía es servir de altavoz para esas personas a las que no escuchamos.