viernes, marzo 29, 2024

ME HAN DESPEDIDO INESPERADAMENTE..¿Y AHORA QUÉ?

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Claves para afrontar un despido

¿Qué actitud es esencial en estos casos? ¿por qué? ¿Qué otra cosa harías si comenzaras de nuevo y por qué? Las empresas están sujetas a constantes cambios en su entorno, y esto a su vez produce cambios en el entramado empresarial y en sus organizaciones y capital humano. La empresa puede recuperarse más o menos rápido del vacío que deja una persona, sustituyéndola rápidamente por otra, pero… ¿qué sucede con la persona que ha de dejar la organización? ¿Cuál es el proceso al que se ha de enfrentar?

Era un viernes noche, y el fin de semana empezaba. De repente suena el teléfono y al otro lado una directiva; en este caso, mi mejor amiga…la acaban de despedir “modo online”, sin casi explicaciones, y contra todo pronóstico nada más y nada menos que tras 17 años en la misma empresa.

La noticia parecía inverosímil y a partir de ahí… ¿Qué sucede?

Desgraciadamente, este escenario forma parte de la vida profesional, y más hoy en día, ya que las empresas también están sujetas a cambios y movimientos. Hay muchos tipos de despidos y de salidas de una organización y ninguno será igual y no existe un rito de cambio único, sino que cada caso, individuo y situación será diferente. En cualquier caso, no es un proceso fácil.

Sin embargo, desde un punto de vista práctico, las empresas pronto suelen llenar el vacío que el empleado haya dejado, y aunque este empleado deje más o menos su huella en la historia de dicha empresa; lo cierto es que la propia fuerza de las necesidades del negocio, van a hacer que el duelo del despido en el caso de la compañía, sea rápido.

Lamentablemente, en la mayoría de las ocasiones, no sucede lo mismo para el trabajador despedido, quien ha de empezar un duelo, y encajar el golpe. 

En algunos casos la organización puede ser clara y avisar con mucho tiempo de modo que la persona afectada pueda ir reorganizándose o incluso darle tiempo a buscar otra cosa.

En otras ocasiones, y aunque no den ese tiempo y margen antes de que el despido suceda, puede haber indicios, señales o indicadores que pueden hacer pensar y darnos la sospecha de que algo puede llegar a suceder, y esto junto con una dosis de intuición, puede ir ayudando a dar un tiempo y espacio para ir haciéndose a la idea y preparar un plan alternativo.

Pero queda un escenario ¿qué sucede cuando esto ocurre por sorpresa y de modo absolutamente inesperado? ¿Cómo actuar cuando uno se queda atrapado en la telaraña del shock ante un despido inesperado? Un cóctel de sensaciones bizarras y desagradables pueden llegar a inundar a la persona afectada cuando esto sucede. Una especie de desconcierto unido a una consternación como si esto pareciera imposible e inimaginable incluso en la peor de las pesadillas.

Lo primero es entrar en un mínimo estado de shock, en caso de no esperarse nada (aunque lo normal es que siempre haya algún indicio o sospecha previa, cuando menos una mínima pista…). El chasco puede ser inmenso, llegando a producir una gran confusión y conmoción inicial dejando a la persona estupefacta.

El mencionado estado de shock puede tener una intensidad muy diferente de unos a otros, dependiendo de múltiples variables: antigüedad, cargo, situación personal, como cada persona interpreta y asume el mismo, posibilidades futuras… Lo cierto es que a veces este estado de shock trae como consecuencia, que se tarde en asumir la noticia llevando más tiempo de lo deseable. Puede invadir una sensación de extrañeza al no ser algo a lo que una persona se enfrenta diariamente.

La salida de la compañía puede vivirse como algo trágico y desgarrador. Surgen rápido posibles sentimientos de culpa: “y si yo…” “podría haber…” y por supuesto sentimientos de un profundo fracaso e inutilidad: “no valgo…” “no estoy preparado…” todo ello conllevando y acarreando un gran de sufrimiento y sentimiento de pérdida además de incesantes pensamientos de tormento. En definitiva, uno esta abrumado.

Se puede autopercibir como una persona rechazada del sistema de la organización, encontrándose desamparado y con el impacto del rechazo, lo que le puede llevar a un estado de profunda desesperación.

Este momento de shock, es directamente proporcional a la intensidad del compromiso que existiese en relación a la empresa y los compañeros, y muy determinado por la cantidad de tiempo que se haya permanecido en esta empresa y el grado de compromiso.

¿pero qué hacer ante una situación tal?

No existe un remedio instantáneo para esta experiencia humana. Sentir sufrimiento cuando uno es despedido de una organización, no es fácil en la mayoría de los casos. Es importante atravesar el duelo en este proceso para así poder encontrar “el coraje de empezar de nuevo” y antes hay que entender bien, como es este proceso y como nos afecta.

Cuando uno ha permanecido tanto tiempo en la misma empresa y es tan parte integra de la misma; uno cree que el futuro fuera de los muros de ésta ya no existe (lo cual es rotundamente incierto). Así que sumado a lo anterior puede invadir un gran sentimiento de incertidumbre y mucho miedo, una especie de susto, unido a la inseguridad… al fin y al cabo han tocado la autoestima: “no sabré estar en otro sitio…” “no sé hacer otra cosa…” y por mucha experiencia que se tenga, el miedo puede aparecer y apoderarse en cualquier momento. Además, puede aparecer una situación de “soledad” ya que el resto queda dentro, pero yo ya no estoy allí…

En primer lugar, es interesante hacer frente a la experiencia sucedida, observando que es lo que ha fallado en el proceso, ya que esto nos puede preparar para futuras experiencias profesionales, aportar ideas y enriquecernos para el futuro.

Así mismo, estar en contacto con las emociones que surgen y aceptarlas es muy adecuado, pues por mucho que hablemos del mundo profesional, este se compone de seres humanos y por tanto en mayor o menor medida, de emociones.

La trampa de ser trabajadores sin sentimientos es peligrosa, pues, aunque nos la hayan hecho creer, esto no es posible; somos humanos, e incuestionablemente tenemos emociones, dentro y fuera del mundo laboral. Y las organizaciones están formadas y constituidas por seres humanos. Ese carrusel emocional puede ser muy variado y pueden llegar a aparecer síntomas de: estrés, angustia, ansiedad, insomnio… llegando a necesitar porque no; algún tipo de ayuda.

Es comprensible entrar en una fase donde se busca la adjudicación de la culpa. Se necesita encontrar un sentido a lo que nos ha sucedido, ver que ha salido mal y por culpa dequé o de quién e incluso culparse a uno mismo y flagelarse.

Es interesante analizar en qué medida uno se siente responsable de lo sucedido, pero es esencial no vivirlo como un fracaso, eso solo hace hundir y mermar la seguridad y autoconfianza. Simplemente las empresas cambian y pueden tener otro tipo de necesidades y no por esto se es un fracasado o un inútil. Es normal entonces vivenciar la ira provocada por la frustración de no poder hacer ahora ya nada para solucionarlo. Con una gran rabia hacia la otra parte. Ha sido una decisión unilateral, y se genera una especie de Indefensión ante este proceso acaecido. Aceptarlo para poder poner las miras en el futuro es la mejor actitud para avanzar.

Poco a poco, esta ira lógica se ira eclipsando para dar paso a la Resignación ante lo sucedido. Ha pasado y forma parte del juego, lo mejor es asumirlo y aceptarlo cuanto antes y de la mejor manera posible, saber decir adiós a una vivencia para poder dar paso a otras nuevas.

Es decisivo de decir adiós a algo que fue, que tuvo su momento, su entrega y dedicación, pero que ya no puede ser y ya no será. Solo aceptando y asumiendo lo sucedido se puede avanzar y liberarse para poder poner las miras en otro proyecto. Hay que dar un paso firme y proponerse dejar atrás una experiencia laboral para poder centrarse en buscar otra nueva.

Todo esto cuesta porque en el fondo una persona que ha trabajado y se ha entregado a una organización, puede sentir que no solo pierde el puesto de trabajo, sino que también está perdiendo un periodo de su vida. En ocasiones además esto puede ir asociado colateralmente a perder un estilo y nivel determinado de vida, socialización, eventos, viajes…Pueden aparecer trampas como obsesionarse por lo sucedidos o querer vengarse de la organización.

Hay que asumir lo antes posible, y encajar lo sucedido en lo largo de la línea de la vida profesional y laboral de un individuo, igual que cualquier otro golpe o perdida en la vida. No hay que detenerse más del tiempo necesario, lo justo para analizar, asumir y aprender.

Solo así se puede empezar a ver con claridad y tener perspectivas nuevas. Hay que avanzar y seguir caminando pues al final hay más proyectos y más empresas que están esperando y en las que hay nuevas posibilidades. Se trata de integrar en la vida profesional de una persona lo que ha sucedido.

Por otro lado, la vida no es sólo trabajo, lo laboral es una parte importante de nuestras vidas, pero no la única ni la exclusiva, y más en determinados momentos. Es por eso enriquecedor, poder llenar nuestra existencia de otras muchas cosas, para llegado el caso no sentirse miserable ni vacío.

La resiliencia y la inteligencia emocional, ayudan sin duda a poner las cosas en su sitio, a quitar dramatismo a la situación y desde luego a cambiar la visión de víctima y persona rechazada por la idea de empezar una nueva experiencia encajando de modo creativo y sabio el golpe. Tener autodominio frente a la situación en la que se puede ver indefenso, ayuda a poder empezar a tomar el control y mirar hacia nuevas posibilidades y proyectos.

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