Texto: Sandra Cuenca / Fotos: M.E.M.
Mercedes Espinosa es maestra y tiene 44 años, nacida en Miguelturra, localidad de Ciudad Real. Su hobby es practicar deporte en general, pero, sobre todo, el running y bailar. Lo que más le gusta es el flamenco, aunque reconoce que depende del momento y la época. Está también con Tik Tok y se están moviendo en esa aplicación con Funky, bachata, bailes de salón… “Todo eso lo controlo y lo bailo también”. Empezó con 7 años cuando su madre la apuntó a una escuela de danza, tipo extraescolar, y la verdad es que se enganchó y le encantó. Continuo bailando, “incluso embarazada, mi hijo ya tiene 11 años. Seguí dando clases, hice alguna interpretación y después me incorporé rápido”, nos cuenta Mercedes.
Seguro que a tu hijo le gusta también el baile, ¿no?
Si, y además se le da muy bien, le gusta salir de espontaneo a bailar, por ejemplo, pero aún no es nada serio. Al final en mi casa me escucha todos los días y se sabe todas las canciones.
Si te tuvieses que quedar con un estilo de baile, ¿con cuál sería?
A ver, me quedo con el flamenco, pero porque lo llevo bailando toda mi vida. Ya de más mayor, cuando ya tenía a mi hijo, me animé e hice la prueba de acceso para el Conservatorio de Danza de Puertollano. Yo ya había hecho Clásico, pero me tiraba más el baile español. Esos primeros seis años me metieron en un nivel medio, hice 5º y 6º, porque el nivel superior se hace en otras ciudades como Madrid o Córdoba. En cuanto me saqué el título comencé a dar clases de flamenco y, me gustó más. El flamenco es más “sentío” al bailarlo, aunque soy de las que piensa que todo se puede bailar, incluso haciendo ruido con tu propio cuerpo.
¿Bailando se puede alguien mantener en forma?
Si, a ver, el baile aporta mucho. Lo primero que te aporta es estar en forma, tienes pocas posibilidades de lesionarte, es súper divertido y compartes ese tiempo con diferentes personas. La música y el movimiento aportan la posibilidad de conocer tu cuerpo y desconectar. La danza y el baile aportan muchísimo en todos los aspectos.
A ti, a nivel personal, ¿qué te aporta?
Yo me quedo, sobre todo, con todas las amistades que he hecho desde mi primera profesora y mis primeros compañeros. Porque normalmente, lo que pasa es que la gente del principio lo deja, lo abandona. Yo la verdad es que nunca lo he dejado, desde el principio tengo muchos amigos de todo tipo, gente mayor y con muchas tablas, gente muy joven a la que les doy clase y que también me aporta mucho.
Mercedes es profesora de Educación Física, pero además es maestra de Danza Española. Nos cuenta que cada vez hay más niños aprendiendo danza, “pero no son suficientes para equiparar a las niñas. Cada vez tendemos más a la igualdad, pero esa igualdad real todavía no existe. Muchas veces educamos mal, aunque no nos demos cuenta, porque hacemos lo que vemos o lo que ellos ven que hacen los chicos o las chicas” y continúa, “pero yo creo que el tópico de que si eres chico y bailas, pareces gay, ya no es tan fuerte. Cada vez bailan más chicos y, sobre todo, cuando lo prueban, aun siendo bailes de salón o incluso en algún gimnasio, estando relacionado con el ritmo que lleva música, se lo pasan mejor”. En sus clases de Educación física mete mucho baile y música, incluso para hacer juegos y eso a los chavales les encanta. “No es lo mismo hacer un calentamiento corriendo o con sentadillas, que uno poniendo música y ritmo, además así desarrollamos la coordinación, el oído o el ritmo”, añade. Tiene claro que sigue habiendo más chicas que chicos, incluso en un grupo que tienen, del que ella es la presidenta, se llama “Tacón arte” en Miguelturra, hay más chicas que chicos.
¿Qué les dirías a esas niñas y niños que empiezan a bailar y se quieren dedicar a ello?
Pues cuando son muy pequeños, al final, el objetivo es que se muevan, que se rían y se lo pasen bien. Es muy importante el maestro o maestra, hay gente que deja la danza por los profesores, la falta de paciencia, por ejemplo. Al final esto es una disciplina, que crea el compromiso de asistir a clase y conocer muy bien tu cuerpo. Por ejemplo, una clase de baile clásico, bien dada, requiere no hablar en clase, mucha atención, repetir ejercicios o colocar el cuerpo de cierta forma, pero claro, también tienes que buscar lo que tú quieres, porque la danza tiene muchas salidas. Puedes hacer danza de una manera más formal si te quieres dedicar a ello o simplemente utilizarla como una manera de desconexión en el día a día. Yo siempre les digo que vamos a pasarlo bien, ese es el objetivo principal y luego, cuando vayan creciendo, ellos irán descubriendo lo que quieren. Suelo observarles mucho y dependiendo, les doy un consejo u otro, como por ejemplo: “haz la prueba para el conservatorio de danza o sigue con las clases en algún estudio”. También es muy importante subirse a un escenario y hacer espectáculos, eso, al final, te aporta ganas y confianza, olvidar la vergüenza y aprender a expresarse mejor, así como dominar tu cuerpo y los nervios.
¿Cualquier persona, dando igual la edad que se tenga, puede bailar?
Sí, cualquier persona. Antes del Covid íbamos a alguna residencia de ancianos, les he hecho alguna clase y todo el mundo ha bailado. Había gente que, por ejemplo, estaba en una silla de ruedas y no se podía levantar, pero hemos intentado bailar con las manos y la cabeza haciendo ritmos. Al fin y al cabo, es una sonrisa en la cara. Hay gente que dice que es arrítmica, y da igual, tú bailas pasándotelo muy bien, tampoco hay que hacerlo perfecto, si lo único que se busca es disfrutar y no vivir de ello. Hay que saber para qué queremos la danza, y ya no solo la danza, sino cualquier aspecto de nuestra vida. Yo soy muy exigente y me gusta hacer las cosas bien, ensayamos muchísimo y pido mucho, pero al final, quien ensaya, lo consigue.