jueves, abril 25, 2024

Lugares para avistamiento de aves

Redacción

La atractiva naturaleza de las Hoces del Duratón no estaría completa sin el vuelo de las aves rapaces. Las avutardas añaden aún más atractivo a las Lagunas de Villafáfila y los flamencos rosas colorean el paisaje de las marismas del Guadalquivir

Las marismas del Guadalquivir

Andalucía mantiene su propio edén. El Parque Nacional de Doñana es Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Huelva, Sevilla y Cádiz comparten una joya natural en Doñana. El Parque es uno de los Humedales más importantes del Viejo Continente. Es zona de paso, pero también de cría y estancia temporal de más de trescientas especies diferentes de aves. Cada año, durante el invierno, diversas especies de patos y gansos llegan desde el norte de Europa. Y cuando se acerca la primavera, las elegantes garzas y las cigüeñas, blancas y negras, viajan desde África. Las curiosos espátulas, reconocibles por su pico largo y aplanado, chapotean y anidan en estas marismas en las que encuentran su mejor dieta de algas, peces y crustáceos.

Los tonos rosados de los flamencos, de largas patas, resultan fácilmente visibles a lo lejos. Los cuerpecillos de los abejarucos y su alegre plumaje de rojos, amarillos, verdes y azules llenan de color los bosques, y las tímidas abubillas presumen de su penacho de plumas y su cuerpo rojizo con franjas blancas y negras. Belleza y sonidos de la naturaleza en estado puro.

Doñana fue uno de los lugares de caza preferidos por la realeza. Su nombre hace alusión a una ilustre moradora, Doña Ana de Mendoza. La hija de la princesa de Éboli, casada con el séptimo duque de Medina Sidonia, se retiró a vivir a estas fincas en el siglo XVI.

Pero, el Parque debe su existencia al científico español José Antonio Valverde, empeñado en la gran importancia de preservar los terrenos. El camino que bordea el Parque Natural tiene otro atractivo añadido, El Rocío, la curiosa aldea almonteña (Huelva) conocida en todo el mundo por su Romería. La ermita de la Virgen del Rocío congrega, cada año, a cientos de miles de peregrinos que llegan hasta los alrededores del Parque Natural para rendir culto a La Blanca Paloma. 

Las Lagunas de Villafáfila.

El espacio protegido situado en Zamora está declarado zona de especial Protección para las Aves. El conjunto de humedales y pastizales húmedos es el más importantes de la zona norte de la península. La avutarda es una de las aves más emblemáticas de estas lagunas. Pesada y de plumaje pardo, suele desplazarse caminando puesto que con su peso resulta difícil volar. El macho puede pesar hasta 18 kilos. En la zona habitan cerca de dos mil ejemplares, la mayor población mundial. Durante los meses de marzo y abril se puede contemplar su espectacular cortejo.

Las tres lagunas de Villafáfila, y los pequeños humedales, se sitúan en Tierra de Campos. Un lugar ideal para practicar el “birdwatching”, o avistamiento de pájaros, por la multitudinaria presencia de aves acuáticas. Anualmente miles de gansos, ánades reales, patos cuchara y centenares de grullas ocupan este paisaje llano. La Reserva de Villafáfila posee también unas hermosas construcciones que resultaron muy provechosas para la comarca, los palomares.

Las Hoces del Duratón.

El afluente del Duero, a su paso por la localidad segoviana de Sepúlveda, queda encerrado entre altísimas paredes de roca que alcanzan los cien metros. Un hermoso y sinuoso recorrido desde la localidad y a lo largo de más de 27 kilómetros. El Duratón fluye, abajo, en el interior de la gran garganta pétrea, mientras en lo alto de los acantilados anidan más de doscientas parejas de buitres leonados, una de las colonias más grande de Europa. Alimoche, águila real, halcón peregrino, cernícalo y búho real comparten los acantilados con otras rapaces como el águila cazadora, el azor, el milano negro y distintas especies de aviones, lavanderas, ruiseñores y aves más pequeñas que anidan en los altos parajes. Un impresionante espacio para la observación de aves esteparias, migratorias y acuáticas.

El Parque Natural de las Hoces del Duratón posee otras riquezas. Galerías subterráneas, grutas y cuevas, entre las que aparecen algunas con grabados de la Edad de Bronce, conforman un imponente paisaje.

En un espectacular espolón rocoso, rodeado de precipicios, se alza una magnífica construcción románica. La ermita de San Frutos, del siglo XII, ofrece las mejores vistas del entorno. Muy cerca, en su cementerio, se conservan varias tumbas antropomorfas, y una escalera tallada en la roca desciende hasta un pequeño río. 

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