lunes, febrero 10, 2025

28 de diciembre: Fiesta de los Santos Inocentes

Por Antonio de Lorenzo

Esta festividad recuerda a los niños que el rey Herodes mandó degollar para evitar el ascenso del futuro “rey de los judíos”, anunciado por los Reyes Magos. La Iglesia comenzó a conmemorar este día desde el siglo V, y en la Edad Media adquirió mayor relevancia dentro del ciclo litúrgico. En España, esta celebración adoptó un carácter lúdico, con bromas y juegos que trascendieron su origen religioso.

En otras culturas, también existían tradiciones similares. Los egipcios, por ejemplo, gastaban bromas, aunque en el mundo clásico éstas no debían generar sentimientos de humillación. En algunos lugares, se enviaba a personas menos favorecidas a realizar encargos absurdos, provocando la risa de los habitantes, a veces de manera inocente y otras con tintes más crueles.

La tradición medieval: del “obispillo” al auge de las bromas

En la Europa medieval, las bromas y los festejos estaban asociados al día de San Nicolás de Bari (6 de diciembre), especialmente en localidades con universidades o sedes episcopales, pues era la fiesta predilecta de los estudiantes. En el norte de Europa, según el Vocabulario de refranes del maestro Correas (siglo XVII), los muchachos aprovechaban las vacaciones para organizar fiestas y burlas.

En Cataluña, esta tradición se prolongó durante siglos y se propagó a pueblos del Pirineo. Allí, los jóvenes se engalanaban con mitras doradas o plateadas, y elegían al más avispado como “obispillo”. Sin embargo, estos festejos, que frecuentemente caían en excesos e irreverencias, fueron prohibidos por la Iglesia al finalizar el siglo XV. Sevilla hizo lo propio bajo el reinado de Felipe II, y en Lugo las restricciones llegaron a mediados del siglo XVII. En esta última ciudad, se decretó:
«Ninguna persona puede usar en la fiesta del obispillo vestidura sagrada, como mitra, roquete, alba… ni usar de bendiciones».

Aunque la tradición decayó en el siglo XVI, en algunos lugares como Montserrat y Cornellá de Llobregat, se mantenía la costumbre de vestir a un niño como obispillo para pedir aguinaldos. En Navarra, estas celebraciones resistieron la prohibición, y en localidades como Urtáriz y Salvatierra de Álava, continuaron hasta finales del siglo XIX.

Una fiesta reflejada en la literatura

La popularidad de estas celebraciones quedó plasmada en la literatura de los Siglos de Oro. En Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, se describe la alegría estudiantil:
«¡Oh dulce vida de los estudiantes! ¡Aquel hacer de obispillos, aquel dar trato a los novatos, meterlos en rueda, sacarlos nevados…!»

Reminiscencias de la tradición

Aunque muchas celebraciones desaparecieron, algunas perviven con variantes locales:

Els Enfarinats (Ibi, Alicante): En esta localidad, el 28 de diciembre, los participantes se enharinan y organizan una “batalla” de bromas y bailes tradicionales.

Venida de la Virgen (Elche, Alicante): Cada dos años, el 28 de diciembre, se conmemora la llegada de la Virgen de la Asunción desde el mar, con una procesión que culmina el día 29.

Verdiales (Málaga): Grupos de músicos y bailarines, conocidos como “los tontos”, se reúnen en la venta San Cayetano, con sombreros adornados y letras que celebran el amor y la tierra.

Almedina (Ciudad Real): El animero mayor, vestido con colores llamativos, recorre las casas pidiendo limosna para las almas del purgatorio, acompañado de un estandarte negro con una calavera.

Juan Pelotero (Calasparra, Murcia): Con la cara tiznada y un palo con una pelota, el Pelotero lidera una comitiva que pide aguinaldos, a menudo con divertidas persecuciones.

Estas tradiciones, aunque transformadas, mantienen viva la esencia lúdica y comunitaria que caracteriza la Fiesta de los Santos Inocentes.

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