ARTHURSEN. RE-THINKING PLASTICS

Texto: Lorenzo Marazuela-Socio Arthursen

La producción e incineración de los plásticos produce gran cantidad de CO2, contribuyendo sensiblemente al cambio climático.

Adicionalmente, sus residuos impactan peligrosamente en los ecosistemas y la salud de las personas, bastan algunas cifras para ilustrarlo:

-Los plásticos producidos en el mundo desde 1950 totalizan 9.500 millones de toneladas.

-Este ritmo de producción se multiplicará por 5 en los próximos años.

-De los residuos que se producirán, el 80% acabarán en los ecosistemas naturales.

-Del 20% restante, el que se recoge, un 27,3% terminará en vertederos.

En España, los datos disponibles indican que la producción anual de plásticos supera las 3,5 millones de toneladas, de las que un 40% de sus residuos no se gestionan. De los residuos plásticos gestionados, el 39% acaba en vertedero, el 20% es incinerado y un 41% reciclado. Estas cifras indican, claramente, que el modelo lineal aplicado actualmente a la producción y consumo de los plásticos no puede mantenerse en el tiempo. Por un lado, debido a la necesidad creciente de materias primas limitadas (petróleo) para fabricarlos y, por otro, a la dificultad cada vez mayor para encontrar terrenos donde verterlos de manera controlada, razón por la que (junto con la mala educación de los consumidores) muchos residuos terminan en los entornos naturales.

Ante esta situación no cabe mirar para otro lado como si no nos concerniera. Por el contrario, tiene gran interés acometer un proyecto que impulse la economía circular del plástico como vía para conseguir una reducción sustancial, continua y medible de su impacto en el cambio climático, en los ecosistemas y en la salud humana.

No se trata de eliminar los plásticos, como se propone desde algunas instituciones, sino de impulsar el I+D+i en el campo de la fabricación y diseño de los productos plásticos y en el de las tecnologías que permitan valorizar o, mejor aún, reciclar sus residuos, de manera que se cree valor en un ciclo extendido en el tiempo y se evite que estos residuos terminen en vertederos o, peor aún, en el medio natural.

En palabras del Parlamento Europeo, “La economía circular es un modelo de producción y consumo en el que se comparten, alquilan, reutilizan, reparan, renuevan y reciclan los materiales y productos existentes todas las veces que sea posible. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende para crear un valor añadido.”

Ya existen tecnologías que permiten valorizar el plástico sin impacto en el cambio climático, por ejemplo para generar biogás, metano o hidrógeno, y falta muy poco para que se pueda reciclar el plástico generando materias primas secundarias que sirvan para fabricar de nuevo este material. Sin embargo, aunque se conocen los impactos que produce el plástico en el clima, en los ecosistemas y en la salud de las personas, y la tecnología está avanzando para reducirlos drásticamente, no existe ninguna forma de saber quiénes son los responsables de tales impactos ni de calcularlos individualmente de manera sencilla, objetiva y comparable (huella del plástico). Este conocimiento permitiría involucrar a las empresas que fabrican plástico, o lo utilizan para fabricar o embalar sus productos, en un modelo circular que aporte soluciones a los problemas actuales para la medición de impactos comparables, permita darlos a conocer a consumidores y AAPP y ayude a las empresas a optimizarlos.

El resultado del modelo económico lineal actual está dejando una ingente cantidad de residuos, muchos de ellos basura incontrolada que amenaza con acabar contaminando ríos y mares de todo el planeta. Desde el tipo de polímero que se utiliza en el plástico, pasando por el diseño de un producto a partir de él, la fabricación de ese producto, su embalaje y transporte hacia el distribuidor y el consumidor, todo deja huella.

Así pues, la actual guerra contra el plástico es una necesidad, pero no se puede ganar desde el desconocimiento del estado del arte y la falta de un modelo de economía circular, pendiente de diseñar e implantar, que se retroalimente. La solución no pasa por demonizar al plástico, un material que sigue siendo necesario, sino por repensarlo.

www.arthursen.com Imarazuela@arthursen.com 637 245 100

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