Por José Agustín Solís /Foto: Khanazra_gaming
En un mercado saturado de franquicias millonarias y secuelas anuales, pocos recuerdan aquellas joyas escondidas que marcaron una generación gamer sin necesidad de vender cifras estratosféricas. Una de esas franquicias que permanece en el corazón de muchos jugadores, pero que rara vez se menciona en las listas de los grandes clásicos, es Infamous. Específicamente, sus dos primeras entregas protagonizadas por Cole MacGrath, un antihéroe electrificado que conquistó PlayStation 3 con una narrativa ambiciosa, libertad moral y un gameplay que aún se siente fresco hoy día.
Lanzado en 2009 por Sucker Punch Productions, Infamous irrumpió como una propuesta valiente: un juego de acción en mundo abierto donde las decisiones del jugador alteraban drásticamente el desarrollo de la historia y las habilidades del protagonista. Cole MacGrath, un mensajero común y corriente, se convierte en el epicentro de una catástrofe cuando el paquete que entrega explota y destruye gran parte de Empire City y desata una ola de caos y mutaciones. En vez de morir, Cole despierta con habilidades eléctricas que lo convierten en un «conductor»: un humano capaz de canalizar y manipular energía.
La narrativa comienza con Cole atrapado en una ciudad en cuarentena, sin memoria clara de lo ocurrido, mientras es acusado de ser el terrorista responsable de la devastación. Su viaje no solo consiste en sobrevivir y descubrir la verdad, sino también en elegir qué tipo de persona quiere ser: ¿un salvador o un tirano? Esta dicotomía se refleja en el sistema de karma, que permite al jugador inclinarse hacia acciones heroicas o egoístas, afectando las relaciones con otros personajes y desbloqueando poderes distintos.
Lo que hacía especial a Infamous no era solo el hecho de lanzar rayos por las manos, sino la forma en que la historia se moldeaba según las decisiones. Desde salvar civiles a costa de poder, hasta sacrificar inocentes por obtener más energía, cada acción dejaba una marca visible en el aspecto y reputación de Cole. La narrativa alcanzó un punto álgido cuando Cole se enfrenta a Kessler, el líder de una organización criminal, solo para descubrir que se trata de una versión futura de él mismo, que viajó en el tiempo para preparar a su yo del pasado ante una amenaza global: La Bestia.
El giro de guion no solo sorprendía, sino que añadía una capa de profundidad que pocos juegos del momento se atrevían a explorar. Kessler, como villano, no era un antagonista cualquiera: era un Cole que había fallado, que perdió a su familia por no estar preparado, y que decide forzar a su versión pasada a convertirse en algo mejor, a costa de su felicidad. Con un final poderoso, la historia de Infamous se despide con Cole aceptando su destino: «Cuando llegue el momento, estaré listo«.
Y el momento llegó en Infamous 2 (2011). La secuela llevó todo a otro nivel, tanto técnica como narrativamente. Ambientada en New Marais, una ciudad inspirada en Nueva Orleans, el juego retoma los eventos tras la caída de Empire City. Cole debe prepararse para enfrentar a La Bestia, que finalmente ha llegado y destruye todo a su paso. Herido y debilitado, huye a New Marais en busca del Dr. Sebastian Wolfe, creador de la Esfera del Rayo, el artefacto responsable de sus poderes. Allí, Cole se ve envuelto en una lucha contra una milicia fanática liderada por Joseph Bertrand, enemigos mutantes llamados los Corruptos, y sus propios demonios internos.
A diferencia del primer juego, Infamous 2 introduce nuevos personajes que enriquecen la narrativa, como Lucy Kuo, una agente de la NSA con poderes de hielo, y Nix, una conductora de fuego salvaje y anarquista. Ambas representan extremos del karma: Kuo simboliza el orden y el sacrificio, mientras que Nix es el caos y la venganza. Las decisiones que tome Cole respecto a ellas definen el desenlace de la historia, incluyendo dos finales drásticamente distintos que cierran su arco de forma inolvidable.
El sistema de combate fue perfeccionado. Cole ya no solo usaba electricidad, sino que podía desbloquear habilidades iónicas y ataques especiales como el Vórtice Iónico o la Tormenta Eléctrica. Además, se añadió el Amplificador, un arma cuerpo a cuerpo diseñada por su inseparable amigo Zeke. Esta herramienta le permitía realizar combos devastadores y añadió una dimensión más visceral a los enfrentamientos. El parkour urbano seguía siendo parte esencial del gameplay, con Cole escalando edificios y deslizándose por cables de alta tensión con una fluidez envidiable.
En términos de diseño, New Marais era una ciudad vibrante, llena de secretos, misiones secundarias y eventos aleatorios que hacían que cada sesión de juego fuera distinta. La atención al detalle, el arte inspirado en los cómics y la música envolvente contribuían a una experiencia que se sentía tan cinemática como interactiva.
Pero lo que realmente consolidó a Infamous 2 como una joya fue su final. Dependiendo del camino elegido, Cole se sacrifica para salvar a la humanidad o se convierte en el líder de una nueva era de conductores. Ambos finales son emocionales, poderosos y, sobre todo, coherentes con las decisiones previas del jugador. En el final heroico, Zeke, el eterno bromista, narra los últimos momentos de su mejor amigo con una melancolía que dejó huella en quienes jugaron.
A pesar de sus virtudes, Infamous y Infamous 2 no tuvieron la continuidad que muchos esperaban. Aunque Infamous: Second Son y First Light exploraron nuevas historias con otros personajes, el arco de Cole MacGrath quedó cerrado, casi enterrado bajo la avalancha de nuevas IPs y franquicias que dominaron la siguiente generación.
Hoy, más de una década después, vale la pena revisitar estas entregas como parte de una iniciativa que rescate esos juegos que, sin alcanzar el estatus de culto de otras franquicias, ofrecieron propuestas valientes, emocionalmente cargadas y con una jugabilidad pulida. La historia de Cole MacGrath no solo fue un relato de superpoderes, sino una reflexión sobre la responsabilidad, el sacrificio y el precio de tener poder en un mundo que se desmorona.
En una industria donde las remasterizaciones están a la orden del día, muchos fans sueñan con ver regresar a Cole. Hasta que eso suceda, Infamous y Infamous 2 seguirán siendo joyas escondidas en la memoria colectiva del gamer que busca algo más que solo disparos y explosiones: una historia con peso, elecciones que importan, y un héroe trágico cuya voz aún resuena entre truenos digitales.
1 comentario en “Joyitas escondidas (Vol. 1): Infamous, cuando ser héroe o villano era tu elección”
Excelente narrativa, mientras leía me sentí dentro del juego, y su historia envolvente. ¡¡Excelente trabajo!!