Por Javier Cuenca
Tiende uno a experimentar una mezcla de interés y expectación ante las óperas primas, sentimientos estos que no van exentos de cierta comprensión hacia el, o la, debutante, excusando a priori al neófito posibles carencias o errores propios de su bisoñez. Aunque excepciones las hay, y abundantes, de cineastas que han deslumbrado a público y crítica con su primera obra, y baste mencionar el Ciudadano Kane de Orson Welles para dejar constancia de ello.
“Jane Austen arruinó mi vida”
Dirección: Laura Piani
Intérpretes: Camille Rutherford, Pablo Pauly, Charlie Anson, Annabelle Lengronne, Alan Fairbairn.
Género: Comedia.
Duración: 94 minutos.
Con estas premisas me enfrento al debut en pantalla grande de la guionista y directora francesa Laura Piani, una suerte de comedia romántica de título contundente, aunque no exento de ironía, protagonizado por una chica aficionada a la literatura de Jane Austen, que trabaja en una librería de París y cuyo sueño es convertirse en escritora y vivir un amor romántico como los de las novelas de su autora favorita.
Agathe, que así se llama nuestra heroína, vive con su hermana y su pequeño sobrino, y es incapaz de subirse a un automóvil debido a las secuelas psicológicas de un accidente sufrido en el pasado y en el que perdieron la vida sus padres, siendo ella la única superviviente.
Gracias a la intercesión de un íntimo amigo con el que parece a punto de entablar una relación más profunda, es admitida en la Residencia de Escritores Jane Austen, para lo cual tendrá que vencer sus miedos y viajar a Inglaterra. Y ahí lo dejamos.
La película está bien contada, manteniendo siempre un tono ligero que la hace muy accesible, a pesar de no ocultar un matiz agridulce. La realizadora no cruza en ningún momento la frontera de la trascendencia, ni parece pretenderlo, y el filme, sin ser memorable, se deja ver con agrado. Piani maneja bien las claves de la comedia, y a veces ´pudiera dar la impresión de que estuviéramos ante una de esas screwball comedy, género que alumbró allá por los años 30 y 40 del pasado siglo algunas obras notables.
Pero también deriva en ocasiones hacia terrenos más melancólicos o cercanos al melodrama (ay, ese Andantino de Schubert que la protagonista interpreta al piano y que ya hemos escuchado en otras películas, acuérdense del pobre Baltasar de la obra bressoniana), dejando traslucir cierto desencanto en algunos momentos. Aun así, la realizadora logra sostener las riendas y la película se mantiene fiel a su estilo de comedia un tanto agridulce, sin sobresaltos, a pesar de que se le escurre un poco en el último tercio. Interesante.