Carreras de coches… y poco más

Por Javier Cuenca

El verano es lo que tiene. Hace calor, y las salas de cine representan una buena alternativa, con el aire acondicionado a toda pastilla y un buen cargamento de películas pensadas para esta época del año, cuya espectacularidad proporcione un buen rato de entretenimiento y diversión a quienes opten por tan refrescante fórmula. Ah, y mira, estrenan una de coches con Brad pitt, dirigida por el responsable de la secuela de “Top Gun”. Pues venga.

F1: La película

Dirección: Joseph Kosinski

Intérpretes: Brad Pitt, Damson Idris, Javier Bardem, Kerry Condon, Tobias Menzies.

Género: Acción.

Duración: 155 minutos

Hay películas que parecen construidas en torno a un pretexto, a una idea concreta, a un hilo del que tirar, de tal manera que sólo basta con exprimir al máximo ese filón y tejer a su alrededor un mínimo argumento que sustente de algún modo dicha premisa. Escrito así parece complejo, pero los responsables de “F1: La película” (título pomposo, admitámoslo, pero muy definitorio de lo que se traen entre manos) lo han tenido muy claro a la hora de componer su artefacto.

Y es que el argumento es tan simple como evidente: brillante corredor de Fórmula 1 que, tras fracasar en una importantísima competición que podría haberle dado fama y fortuna, se hunde en el fango de la adicción al juego, acumulando fracasos y algún que otro divorcio. Hasta que unos cuantos años más tarde, un amigo cuya escudería automovilística no pasa por su mejor momento (Javier Bardem) le pide el favor de que regrese a las carreras de coches para echarle una mano y de paso enseñar su pericia a una joven promesa de la Fórmula 1, un chaval de actitud chulesca y algo prepotente que cuenta con el respaldo de la prensa especializada.

A partir de aquí, como bien se puede imaginar, hay conflicto entre el veterano y el novato, amoríos entre el guaperas de Brad Pitt y una de las directivas de la escudería y mucha adrenalina en forma de carreras automovilísticas, actividad en la que los artífices de la cosa ponen toda la carne en el asador. Y sí, vale, las competiciones de Fórmula 1 son espectaculares, están muy bien filmadas, con una estupenda combinación de la imagen y el sonido, logrando sin duda captar la atención de todo aficionado a ese deporte, e incluso la de quien suscribe.

El problema es que lo demás no funciona como debiera: el guion es previsible, tirando a plano, una especie de pegote insertado en lo que realmente importa, que no es otra cosa que las carreras. No hay profundidad en los personajes, ni matices psicológicos, ni nada medianamente sólido que pueda justificar dos horas y media de un metraje que, a mí particularmente, se me hacen monótonas con tanta Fórmula 1 y tan poca enjundia argumental.

Creo que las cosas se podrían haber hecho mejor, y prueba de ello son dos películas recientes que han abordado la Fórmula 1 desde ópticas distintas. Si no las han visto, asómense a las apreciables “Rush” (2013) y “Le Mans ‘66” (2019), y si lo han hecho revisen y comparen. Nada que ver. En serio.

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