sábado, septiembre 27, 2025

Qué necesita un bebé recién nacido sin comprar de más

Por Duaa Naciri Chraih

Una guía honesta para padres primerizos: lo que de verdad hace falta cuando llega un bebé… y lo que casi siempre sobra.

Cuando un bebé está a punto de llegar, la lista de cosas “imprescindibles” parece interminable. Padres primerizos, abuelos y amigos se lanzan a comprar de todo: ropa diminuta, aparatos eléctricos, muebles, peluches y una montaña de cosas que muchas veces terminan criando polvo en un armario. Es lógico: la ilusión y el miedo a no estar preparados se mezclan. Pero la realidad es que un recién nacido necesita mucho menos de lo que solemos creer. Y si algo se agradece en esos primeros días es tener la casa despejada de trastos que ocupan espacio y no se usan nunca.

Lo esencial cabe en pocas líneas, aunque cueste creerlo cuando se ve la lista que recomiendan algunas tiendas: algo de ropa cómoda, pañales, un lugar seguro para dormir, un cochecito o portabebés, y lo justo para alimentarlo y mantenerlo limpio. Nada más. No hace falta armar un vestidor digno de catálogo. Lo que más se usa, sin ninguna duda, son los bodis de algodón, los pijamas prácticos y, según la época, algún gorrito o manta para los días fríos. Casi todos los padres coinciden en lo mismo: más de la mitad de la ropa de talla mini se queda nueva, con la etiqueta puesta, porque el bebé crece tan rápido que ni siquiera llega a estrenarla. Con los pañales pasa algo parecido. Muchos padres caen en la tentación de comprar montones de paquetes antes de tiempo, pero lo más sensato es empezar con pocos y probar qué talla y qué marca funciona mejor para la piel del bebé. Se usan tantos cada día que es imposible quedarse corto, y además se puede ajustar sobre la marcha. Lo mismo ocurre con las toallitas: suaves, sin perfumes agresivos, y listas para todo tipo de imprevistos.

Para dormir, la opción más habitual es la cuna o moisés. Puede ser una cuna tradicional, una minicuna de colecho o incluso un moisés portátil. Lo importante es que sea estable y cumpla con todas las normas de seguridad. Una sábana limpia, una mantita ligera y, sobre todo, nada de cojines, almohadas, peluches o protectores innecesarios que solo suman riesgo. En este punto, menos es siempre más.

Moverse con el bebé también suele ser motivo de debate entre padres primerizos. Algunos apuestan por cochecitos con mil complementos, capazos desmontables y sillas reversibles. Otros prefieren portear con un fular o mochila ergonómica. No hay una única respuesta correcta: depende del estilo de vida de cada familia. Lo importante es que sea cómodo para salir a la calle sin complicaciones y adaptado a la forma de vivir de cada casa. A veces lo que parece imprescindible al principio acaba siendo un estorbo en el maletero.

Con la alimentación ocurre lo mismo. Si se opta por la lactancia materna exclusiva, no hace falta gran cosa: el pecho, algo de ropa cómoda para la madre y, quizás, discos de lactancia y una crema para proteger la piel. Si se combina con biberón, bastará con tener dos o tres biberones, una escobilla para limpiarlos bien y una olla para esterilizarlos. Los robots de cocina para papillas, los calienta biberones eléctricos y los esterilizadores automáticos pueden esperar perfectamente. Hay tiempo de sobra para decidir si se necesitan, porque no siempre se usan tanto como prometen.

El baño y la higiene tampoco exigen llenar estanterías de productos. Una bañera sencilla, una toalla grande y suave y un jabón neutro, sin perfumes fuertes, suelen ser más que suficientes. Para prevenir irritaciones, una crema específica para el culito es todo lo que hace falta en la mayoría de los casos. Un termómetro digital y un cortauñas adaptado completan lo imprescindible. Todo lo demás champús especiales, colonias, kits de belleza para bebés pueden esperar o, directamente, no hacer falta nunca.

Algo que muchos padres agradecen es organizar una lista de nacimiento bien pensada o, mejor aún, esperar a ver qué se necesita de verdad cuando el bebé ya esté en casa. Muchas familias se sorprenden al ver que la mitad de las cosas que compraron “por si acaso” nunca salen de su caja. Y cuando amigos o familiares pregunten “¿Qué necesita el bebé?”, una respuesta sincera  y muy útil  puede ser pañales, un vale para una tienda de confianza o simplemente ayuda práctica: un plato de comida casera o unas horas de compañía valen más que un peluche de colección.

Hoy en día sobran recursos para informarse: blogs, comparadores, vídeos de familias reales que cuentan qué productos merecen la pena y cuáles no. La clave está en no dejarse llevar por la presión de comprar todo antes de tiempo y entender que lo importante no está en los objetos, sino en la calma, el tiempo y el cuidado diario. Un recién nacido no necesita lujos: necesita calor, brazos que lo sostengan y un entorno tranquilo.

Si algo tienen en común todos los que ya pasaron por esto es que, al final, el mejor consejo es sencillo: compra lo justo, deja espacio en casa y en la cabeza, y reserva energía para lo que realmente importa: cuidar de ese pequeño ser que, durante un tiempo, solo va a pedir lo esencial. Todo lo demás se puede comprar después, si de verdad hace falta.

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