sábado, septiembre 27, 2025

Sherezade Atienzar: “La mirada femenina en el cine aún tiene mucho camino por recorrer”

Por Duaa Naciri Chraih

Sherezade Atienzar no planeaba ser actriz. Su camino hacia la interpretación comenzó casi por casualidad, fruto de un error administrativo: quería matricularse en el bachillerato de Artes Plásticas, pero al llegar tarde al plazo tuvo que inscribirse en Artes Escénicas. Lo que en un inicio parecía un contratiempo terminó siendo el hallazgo de su verdadera vocación. “Creo que ha sido el mejor error de mi vida”. Desde entonces, la escena se convirtió en su casa. Nacida en Albacete, Sherezade creció entre el baile y la música, desde los siete años bailaba y a los trece empezó a tocar el violín, pero fue el teatro lo que la atrapó definitivamente. A los 17 años tomó la decisión de dejar su ciudad y mudarse a Madrid, consciente de que allí estaba el centro de la industria. Con el apoyo de su familia, emprendió un viaje que definió su carrera: “Sabía que si quería dedicarme a esto tenía que estar donde hubiera oportunidades reales”.

La formación en Artes Escénicas le enseñó a mirarse por dentro antes de mirar hacia afuera. En clases donde se trabajaba con la vulnerabilidad y la introspección, aprendió a conocerse a sí misma para dar vida a otros. “Es una carrera distinta a cualquier otra. Primero tienes que entenderte, para luego poder interpretar”. Esa exigencia la marcó desde el inicio.

Su carrera es diversa: cortometrajes, videoclips, series y colaboraciones que le han permitido probar registros y exigirse cada vez más. Recuerda con especial cariño su primer videoclip con Playa Cuberris, grabado en un único plano secuencia de tres minutos: “Era todo un reto: la coreografía, el playback, la fuerza expresiva… Fue un antes y un después en mi forma de trabajar”. En televisión ha pasado por producciones como La Verdad y Machos Alpha, experiencias que le enseñaron la importancia de ser autónoma: “En los papeles pequeños no tienes mucho tiempo de dirección, tienes que llegar con tu propuesta muy clara y aprendida. Eso me hizo independiente como actriz”.

Además de su faceta actoral, Sherezade decidió ampliar su mirada desde la crítica cinematográfica. Estudió un Máster en la ECAM, donde pulió sus capacidades de escritura y análisis. “Venía de una formación muy práctica y quería mirar el cine desde fuera, de una forma crítica y analítica. Ahora disfruto una película como espectadora, pero también veo lo que ocurre detrás de cámara”. Ese equilibrio entre actriz y crítica le permite elegir proyectos con más criterio y conciencia.

Pero si hay un tema que atraviesa toda su experiencia, es la representación de las mujeres en la industria. Para ella, el cine sigue arrastrando una mirada profundamente masculina: “Durante mi máster solo tuvimos a tres profesoras mujeres en todo el año. Eso ya te da una idea de las oportunidades que tenemos. El cine ha sido escrito desde una mirada masculina, y las mujeres hemos heredado estereotipos, personajes planos y una objetivización constante”. Sherezade no se limita a señalarlo, también lo contextualiza: “El cine refleja la sociedad, y nuestra sociedad ha sido contada desde una perspectiva muy masculina. Por eso faltan historias con otras miradas: mujeres racializadas, cuerpos diversos, narrativas diferentes. Nosotras representamos la mitad de la población, y ese 50% no está aún presente como debería”. Para ella, las directoras aportan un enfoque distinto, y trabajar con creadoras como Paula Ortiz, Belén Funes o Elena Taberna es uno de sus grandes sueños. “Las mujeres escribimos historias diferentes porque vivimos experiencias distintas. Esa pluralidad es necesaria”.

No todo ha sido fácil. La exposición pública, las campañas criticadas o incluso los artículos que escribe han traído consigo insultos y amenazas. “El nivel de juicio es brutal, y más aún si eres mujer. Desde la presión estética en los rodajes hasta los comentarios en redes… A veces lo único que puedo hacer es apagar el móvil”. Aun así, insiste en seguir adelante con resiliencia, aunque reconoce que cada vez tiene menos paciencia para ese escrutinio constante.

Fuera de los sets, también ha encontrado un espacio en los videojuegos, otra industria marcada por el machismo. Gamer desde pequeña, ha escrito artículos sobre perspectiva de género en ese sector y participado en podcasts para dar visibilidad al tema. “Los videojuegos mueven más que el cine y la música juntos, pero durante mucho tiempo no se pensaba que las mujeres fuéramos parte de ese mundo. Es la misma historia que en el cine”. Mirando al futuro, sueña con proyectos que le permitan interpretar personajes complejos, llenos de aristas, de la mano de directores y directoras que admira. Y aunque reconoce la dureza del camino, no duda en animar a quienes quieran seguirlo: “Es un recorrido difícil y exigente, pero si lo llevas dentro, merece la pena”.

La historia de Sherezade Atienzar no es solo la de una actriz o una crítica, sino la de una mujer que busca abrir espacio para nuevas miradas en la cultura. Su voz, firme pero serena, insiste en algo claro: el cine necesita cambiar, y para ello, necesita a las mujeres.

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