Por Duaa Naciri Chraih
Seguro que te ha pasado más de una vez: sales de casa con prisa y, cuando ya estás en el autobús o a medio camino, te entra la duda… ¿cerré la puerta? ¿Apagué la luz? ¿Cogí las llaves? No es que tengas mala memoria, es que hoy en día vamos tan deprisa y con tantas cosas en la cabeza que nuestro cerebro no siempre puede guardar toda la información. Vivimos en una época en la que todo es rápido, inmediato y lleno de distracciones: el móvil sonando, mensajes que responder, cosas que recordar… y no siempre somos conscientes de que nuestro cerebro también necesita un respiro para procesar.
La memoria es una de esas capacidades que damos por hechas… hasta que empezamos a notar que nos falla. Y no, no hace falta tener un problema grave para que eso ocurra. A veces, el ritmo de vida, el estrés o simplemente la costumbre de hacer todo a la vez hacen que olvidemos detalles. Pero lo bueno es que podemos entrenarla y cuidarla para que funcione mejor.
El primer paso es algo que parece obvio pero que muchas veces olvidamos: prestar atención. Si estás hablando por teléfono, pensando en la reunión de mañana y a la vez guardando las llaves, es muy probable que no recuerdes dónde las pusiste. El cerebro necesita que le demos un momento para “registrar” lo que estamos haciendo. Así que la próxima vez que hagas algo que quieras recordar, intenta hacerlo de forma consciente, sin distracciones. Unos segundos de atención real pueden ahorrarte minutos —o incluso horas— buscando algo que has perdido.
Otro truco muy útil es asociar lo que queremos recordar con imágenes o historias. El cerebro retiene mucho mejor lo que ve o lo que le provoca alguna emoción. Por ejemplo, si tienes que comprar pan, leche y huevos, en vez de repetir la lista mil veces, imagina un pan gigante montado en una vaca que pone huevos. Es una imagen absurda, pero precisamente por eso es más fácil de recordar. Cuanto más creativa o divertida sea la imagen, más posibilidades tendrás de recordarla.
La repetición espaciada también es una gran aliada. Esto significa repasar la información varias veces, dejando algo de tiempo entre cada repaso. Si lo haces así, la memoria la guarda durante más tiempo. Puedes aplicarlo para estudiar, aprender un idioma o memorizar un teléfono. Incluso hay aplicaciones que lo hacen por ti, pero también puedes hacerlo con un calendario o una agenda. Y no hace falta que sea siempre algo académico: si conoces a alguien nuevo, repetir mentalmente su nombre varias veces a lo largo del día hará que no se te olvide.
No basta con leer o escuchar algo una sola vez. Usar la información es una de las mejores maneras de fijarla en la memoria. Si aprendes algo nuevo, cuéntaselo a otra persona, escríbelo con tus propias palabras o aplícalo en tu día a día. Cuanto más uses lo que aprendes, más difícil será que lo olvides. Piensa en las recetas: la primera vez que las sigues paso a paso, pero a base de repetirlas, acaban saliendo de memoria.
La memoria no solo depende de lo que hacemos, también de cómo cuidamos nuestro cuerpo. Dormir bien es clave. Mientras descansamos, el cerebro se encarga de ordenar lo que hemos vivido y de guardar lo más importante. Si no duermes lo suficiente, no solo
tendrás sueño al día siguiente, también te costará más recordar las cosas. Y dormir bien no es solo cuestión de horas, sino de calidad: un descanso profundo y sin interrupciones es mucho más reparador.
La alimentación también juega su papel.: pescado azul, nueces, frutas, verduras y alimentos ricos en antioxidantes ayuda a cuidar las neuronas. Y moverse, aunque sea salir a caminar un rato, mejora la circulación y hace que llegue más oxígeno al cerebro, algo que le viene muy bien. Incluso pequeños cambios como subir las escaleras en lugar de coger el ascensor pueden marcar la diferencia a largo plazo.
Y un detalle curioso: siempre recordamos mejor aquello que nos interesa de verdad. Piensa en una canción que te guste, una película o un viaje especial. Seguro que puedes contar detalles sin esfuerzo. Esto es porque la curiosidad y la motivación hacen que el cerebro trabaje más. Así que, si quieres aprender algo, intenta conectarlo con tus gustos o tu vida diaria.
También hay pequeños trucos que ayudan mucho: Deja siempre las llaves en el mismo sitio, haz listas para no olvidarte de nada, pon recordatorios en el móvil, repite en voz alta lo que quieras recordar.
Hacer cosas diferentes, viajar a lugares desconocidos o aprender una habilidad que nunca has practicado obliga al cerebro a crear nuevas conexiones, lo que lo mantiene activo y despierto.
No hace falta obsesionarse con “entrenar” la memoria todo el día. Solo ir incorporando estos hábitos poco a poco. Con el tiempo, tu cerebro se volverá más ágil casi sin que te des cuenta.
Prestar atención, asociar imágenes, repetir con orden, practicar lo aprendido, cuidarte y mantener la curiosidad son las claves. Recordar será más fácil si le damos a nuestro cerebro lo que necesita.