sábado, abril 20, 2024

Ángel Caballero: «Yo siempre digo que con la risa como salvoconducto el mensaje llega mucho mejor a la gente»

Texto: S. Cuenca/ Fotos: Moisés Fernández Acosta/A.C.

La obra «Donde mueren las palabras» vuelve al teatro Lara de Madrid y permanecerá en cartel hasta el próximo 12 de mayo. Una obra muy recomendable que está escrita, dirigida, producida y protagonizada por el malagueño Ángel Caballero.

Fue Paquirri en la miniserie «Carmina«, un yonqui en «Perdóname Señor» y un galán en «Entre Olivos«, personajes muy diferentes que ha interpretado a la perfección y que le han permitido convertirse en el actor que es ahora. Pero su trabajo no es solo la actuación, además de escribir sus obras, las produce y las dirige, porque Ángel ama su trabajo y en cada función da lo mejor de si mismo. El actor malagueño pensaba que desde pequeño ya quería ser actor, pero la visita de una profesora del colegio que fue a verle al teatro, precisamente con la obra «Donde mueren las palabras«, le recordó cuel era su sueño. «Creo que ella tenía razón, yo siempre quise escribir y dirigir, pero en algún momento del proceso me convertí en actor y lo olvidé… pero como se suele decir, la cabra tira al monte y he acabado dirigiendo, escribiendo, produciendo y actuando. Pienso que al final todo es amor al oficio y a todas las ramas de este negocio«, recuerda Ángel.

¿Qué ha sido lo más importante que te ha enseñado la profesión de actor?

Me ha enseñado que antes de ser actor hay que ser persona, hay que ser compañero y hay que tener los pies en el suelo. Que todo lo que sube, baja. Parece que te estoy hablando de cosas muy diferentes, pero te aseguro que todas son la misma. Lo bueno que tiene el haber estado dirigiendo, actuando y produciendo, todo a la vez, es que no te da tiempo a tener ego, yo creo que el ego está bien en algunos momentos, para darte un chute de energía y pensar que uno tiene talento para algunas cosas, pero creo que también te puede hacer mucho daño y que todo, en su justa medida, se puede llevar bien. Por eso yo creo que lo que más me ha enseñado es a poner las cosas en su sitio, a ver que nada es tan importante ni nadie es tan importante.

Tus comienzos en esta profesión, ¿Cómo los recuerdas?

Los recuerdo como alguien muy inconsciente, posiblemente lo sigo siendo –risas– y no seguiría haciendo todo lo que hago sino tuviera esa maravillosa inconsciencia. La segunda obra de teatro que yo hice, «Volveremos a hablar de esta noche» la recuerdo como una experiencia espantosa, porque te lanzas a hacer un protagonista sin las tablas necesarias y pensé que jamás volvería a hacer teatro… pero mira donde estoy ahora.

Como actor has hecho diferentes personajes e incluso te has metido en la piel de papeles complicados.. ¿hay alguno que recuerdes por la dificultad?

Sí, tengo varios, pero mis favoritos son dos. Uno, el yonqui que interpreté en «Perdóname señor«, porque de repente fue perder más de 40 kg, tuve que meterme en la piel de un adicto, que era todo lo opuesto a mi y, sin embargo, aprendí tanto, que el resultado cuando lo vi en cámara me pareció tan impresionante que ha sido uno de los trabajos a los que le tengo más cariño. Luego en teatro, te diría que en «Donde mueren las palabras«, porque enfrentarte a una obra que has escrito tú, autobiográfica e interpretarte a ti mismo no es nada fácil. El día del estreno pensé que no podía acabar la función y pensé que iba a dejarla al día siguiente.. y fíjate lo que ha llovido desde entonces.

Actor, dramaturgo, director, escritor, productor… ¿se puede hacer todo eso si perder el equilibrio en algún momento?

No, es imposible… me encantaría decirte que sí, pero no. Desgraciadamente la gente que está conmigo: mi pareja, mi madre y mi familia, lo sufren muchísimo. Es muy complicado mantener el equilibrio cuando estás en quinientos frentes a la vez. Yo intento llevarlo lo mejor que puedo, me gusta hacerlo todo lo mejor que sé, pero hay veces que inevitablemente te pasa factura. Son 24 horas al día los siete días a la semana, no tienes descanso, pero es que yo amo mi trabajo y lo disfruto, no sabría hacerlo de otra manera.

«Donde mueren las palabras», texto finalista al premio nacional de Literatura dramática 2020, basada en una historia real, ¿Cómo surge la idea de escribirla?

Yo estaba haciendo una serie que era una coproducción entre Andalucía y México, por lo que viajaba mucho a este último. En uno de esos viajes de tantas horas de vuelo, yo tenía una historia que me había pasado y que hablaba del suicidio de uno de mis mejores amigos, cuando yo tenía poco más de veinte años, y a modo de catarsis emocional un día empecé a escribir. Ese texto acabó en una dramaturgia y cuando acabé la función de teatro lo guardé en un cajón, me dije a mi mismo que era lo que necesitaba, que lo había acabado. Un día alguien me pregunta por esa obra de teatro que yo había escrito y me anima a hacerla. Yo le propongo a algunos amigos del medio como a Juan Carlos Rubio que lo dirija, pero todos me dijeron que eso lo tenía que hacer yo, que era una obra muy personal y muy mía, que tenía que dirigirla yo… yo nunca había dirigido. Estrenamos en el teatro Lara, íbamos para dos meses, de los dos pasamos a cuatro, después a los 6 y así hasta el año, luego una gira, después paramos por la pandemia y ahora la retomamos. La hemos estrenado en el Festival de teatro de Málaga, en casa, así que más feliz no puedo estar en este momento.

Me has dicho antes que hacer de ti mismo en esta obra ha sido complicado, estaba escrita … pero a la hora de dirigirla, de dirigir a otros actores y a ti mismo, ¿Te ha supuesto un reto?

A ver, es complicado porque pierdes un poco la objetividad cuando estás dentro, pero yo en este caso lo que hice fue sacrificar al actor. Yo quise que ellos estuvieran maravillosos, los dirigí a ellos hasta el último segundo, yo estuve muy mal hasta el último ensayo y creo que los pobres tenían miedo de salir conmigo a escena. Pero les pedí que confiaran y prometí que el día del estreno pondría toda la carne en el asador y me centraría en mí en ese ultimo momento y eso hice. Lo que pasó es que cuando yo me centré en mí, en esa ultima función, revivir todos esos momentos de mi vida en un escenario y delante de tanta gente, no sabía que esa carga emocional iba a poder conmigo. Por eso no sabía si iba a poder seguir haciendo la función o no, porque yo lo había hecho a modo de director, estaba pendiente de ellos, nunca de mi. Fue complicado en ese sentido, pero luego ya había entradas vendidas, había un teatro lleno y había que seguir, no quedaba otra, y al final ha sido bonito perdonarme muchísimas cosas gracias a esta función, ha sido bonito reencontrarme con mis amigos reales en los que están inspirados los personajes y todo gracias a esta función. Ese proceso de dirección y producción fue duro, pero al final ha tenido su recompensa.

¿Te ha servido todo esto un poco de terapia?

Me sirvió de terapia a mí en un momento dado porque pude perdonarme muchas cosas, pero también de lo que más me sirvió es que hubo muchísima gente, porque además se publicó el libro de la función, que pudieron detectar problemas de salud mental, tanto en primera persona como en gente cercana y que intentaron poner solución a eso, por lo que me han ido contando. Si la obra sirve como un espejo para que se puedan detectar ese tipo de problemas tan graves, como es el de la salud mental y tan difíciles de detectar, a mí me parece maravilloso. Además, la obra está contada en un tono de comedia en su gran parte y eso para mi es muy interesante, porque hace que el mensaje llegue mejor. Yo siempre digo que con la risa como salvoconducto el mensaje llega mucho mejor a la gente.

El tema de la salud mental que tratas en la obra, entre otros, sabemos que después de la pandemia se han multiplicado, sobre todo en gente joven, ¿piensas que se debería hablar un poco más abiertamente del tema?

Por supuesto, de hecho nosotros lo hablamos abiertamente en la función y creo que es un primer paso para que también a nivel de administraciones se hable. Nos pasa incluso como a individuos, no sé si a ti te pasa, pero cuando he tenido momentos en los que he estado más bajo de ánimo he salido con amigos y no he dicho nada, me he puesto la careta y todo ha parecido maravilloso. Creo que es una cosa que hay que vencer, porque si tienes un mal día no pasa nada por decirlo, y si tienes que pedir ayuda la pides. Es como el tema de la homofobia, que también tratamos en la obra, para algunas personas esto es como algo del pasado y no es verdad. Mientras siga habiendo agresiones, mientras muchos niños en el colegio no puedan decir abiertamente si te gusta un compañero o compañera por el miedo al que dirán, a la burla… pues no, no está superado. Lo importante es que esto poco a poco se vaya normalizando, igual que la salud mental, que sea un problema más. Por eso se tiene que ver en los medios de comunicación, en el teatro, en la ficción y que en nuestro día a día podamos normalizarlo.

¿Con qué sensación te gustaría que saliera el público después de ver la obra?

Pues salen con algo que no he buscado yo, salen del teatro felices de haber pasado un rato muy divertido, muy entretenido y a la vez con un mensaje. Con ganas de abrazar a la persona que tienen al lado y de decirle a esa persona, abiertamente «te quiero», que no mueran las palabras, que es el mensaje de la obra. Que no puede existir esa falta de comunicación cuando se tiene una necesidad de decirle algo a otra persona a la que quieres, hay que decirlo, porque no sabes lo que pasará mañana.

¿Hasta cuando vais a estar con la obra?

Estamos desde el 10 de marzo hasta el 12 de mayo, todos los viernes a las 22:15 horas, en la sala donde se estrenó, en el Teatro Lara. Podría decir que es como una edición especial, volver a casa donde todo empezó, porque además lo estaremos compaginándolo con la gira, seguiremos rodando a la vez.

Tiene que ser emocionante el haber escrito, protagonizar y dirigir una obra que lleva mucho tiempo en cartelera y que además seguís llenando el teatro…

Sí, claro. Lo seguimos viendo durante la gira, por ejemplo, hace unos fines de semana estuvimos en Sagunto y la gente venía, seguíamos llenando y hasta ultima hora siempre teníamos dudas… recuerdo que los chicos se fueron a comprar algo y cuando volvieron por la puerta principal había una cola que rodeaba el teatro. He de confesar que yo aún no soy muy consciente de todo esto, pero supongo que cuando sea viejecito y me acuerde de todas estas cosas, seré consciente y tendré una sonrisa en la cara.

¿Algún proyecto nuevo que nos puedas contar?

Estoy produciendo «La vida que se merece» una obra de Jaime Palacios, con Eva Marciel, que acabamos de estrenar en Granada y vamos a estar en el Teatro Infanta Isabel en el mes de junio. Estoy como productor de la función, he empezado a producir funciones en las que creo. Además estoy con los últimos retoques de la próxima función, que se estrenará en enero del año que viene y que también la he escrito yo.

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